jueves, septiembre 04, 2014

la limitada capacidad de matricula y la baja calidad del sistema de educación superior en México, o estudiar en una universidad no es relevante en una economía basada en vender materia prima o hacer maquilas

La economía mexicana ha permanecido estancada desde la década de 1980, poco después que un presidente mexicano asegurara que era la época de administrar la abundancia. De tal abundancia solo quedan las promesas. Desde entonces, la economía mexicana sigue como en el siglo XVI: extrayendo materia prima, y en algunos lugares como en el siglo XIX: haciendo maquila para los países desarrollados. Por ello, la educación superior no tiene ninguna relevancia para la economía o la política. La educación superior es considerada por la sociedad mexicana como un lujo, un capricho de algunos cuantos, un bonito recuerdo escolar, pero nada más. 

Veamos, hay varios problemas en educación superior, el más comentado es que tiene una cobertura muy limitada. Ya en pleno siglo XXI sumando todos los programas y universidades se tiene una cobertura de 33%. Una cobertura baja si se la compara con la matrícula de los países desarrollados:

En México, 3 millones 600 mil alumnos cursan una carrera en el nivel superior, tanto en la modalidad escolarizada como en la no escolarizada, lo que representa una cobertura de 33.1 por ciento, informó Enrique del Val Blanco, subsecretario de Planeación y Evaluación de Políticas Educativas de la Secretaría de Educación Pública (SEP). El funcionario también dijo que para el ciclo 2014-2015 se prevé que la cobertura llegue a 34.5 por ciento. Indicó que la meta es que al término de esta administración federal se llegue a una tasa de cobertura de 40 por ciento, lo que significaría más de un millón de alumnos adicionales al terminar el sexenio.

Mientras siguen las promesas, las universidades mexicanas, especialmente las que tienen mayor reconocimiento de la sociedad mexicana no se dan abasto. En las principales universidades públicas se rechaza al 90% de los aspirantes a ingresar a ellas:

De los 126,683 aspirantes que presentaron examen para ingresar a nivel licenciatura en la UNAM sólo fueron seleccionados 11,348, que representa el 8.95%, quedando fuera poco más del 91% de los participantes. Sólo 25 por ciento de quienes aspiren a ingresar al Instituto Politécnico Nacional (IPN) lograrán ese objetivo, reconoció su directora general, Yoloxóchitl Bustamante Díez. Agregó que esta casa de estudios está por alcanzar la saturación de sus instalaciones en la zona metropolitana del Distrito Federal, y agregó que no se prevé un crecimiento de su infraestructura para este año.

Desde el punto de vista de las autoridades educativas esta situación responde una obcecación de los jóvenes. Nótese el uso de palabras domingueras que los políticos mexicanos usan para parecer más cultos de lo que en realidad son. Usando el tumbaburros obcecación significa tener una confusión mental grande que impide razonar o ver las cosas con claridad. O sea que los jóvenes mexicanos están confundidos por intentar ingresar a una universidad reconocida y no a una universidad patito:

El subsecretario de Educación Media Superior, Fernando Serrano Migallón, consideró que existe una obcecación por ingresar a determinadas instituciones públicas de educación superior entre los miles de jóvenes que cada año se quedan fuera de las aulas universitarias por falta de espacios educativos. Consideró que prevalece un desconocimiento de la oferta del sistema nacional de educación superior, lo que genera universidades con lugares vacíos y otras saturadas. Aseguró que los aspirantes rechazados no superan 50 mil, aunque en 2012 la Secretaría de Educación Pública (SEP) estimó en poco más de 100 mil los que no logran ingresar a la formación superior. Había cifras falsas, porque se contabilizaba cuatro o cinco veces al mismo muchacho. Se llegó a hablar de 250 mil rechazados y no llegan a 40 o 50 mil cuando mucho. Sostuvo que este año no habrá ninguno o muy pocos, pues tendrán alternativas de ingreso a la educación superior.

Podemos pasar al segundo problema: el alto porcentaje de la deserción. Si bien solo 3 de cada 10 estudiantes llegan a ingresar a una  universidad, después de tres semestres, 1 o 2 de ellos desertarán:

De los jóvenes que logran ingresar alguna de las instituciones públicas de educación superior del país, tres semestres después, entre el 35 y 40 por ciento desertará. Cifras de la Secretaría de Educación Pública (SEP) revelan que en promedio un año y seis meses después de haber ingresado, cuatro de cada diez alumnos que empezaron a estudiar una carrera terminan abandonándola, por diferentes razones. Una de ellas, es que terminan desencantados con la licenciatura, el plan de estudios los decepcionó y algunos buscan otra carrera o consiguen un empleo. El director general de Educación Superior universitaria de la SEP, Salvador Malo Álvarez, aseveró que esa tasa tan alta de deserción se debe, en gran medida, a que los programas y planes de estudio que ofrecen las instituciones de educación superior resultan aburridos y poco atractivos para los jóvenes.

En promedio, sólo 40 por ciento de los que ingresan a la Heroica Escuela Naval (HEN) terminan sus estudios, reconoció el contralmirante José Carlos Vera Vidal, director general adjunto de Educación Naval. En entrevista, Vera Vidal comentó que de 21 mil 600 aspirantes a los planteles navales únicamente serán aceptados 290 en la HEN y 130 en otras escuelas. Vera Vidal destacó que el Sistema Educativo Naval ha incluido cambios significativos en la presente administración, particularmente destaca el hecho de que se incluyó el requisito de contar con el bachillerato concluido para cursar las licenciaturas de Ingeniero en Ciencias Aeronavales, Ingeniería en Hidrografía, Ingeniería Mecánica Naval e Ingeniería en Electrónica y Comunicaciones Navales. Dijo que a pesar de los esfuerzos de la institución, la eficiencia terminal es de 40 por ciento. Quisiéramos que el porcentaje fuera mayor, tenemos estadísticas de 23 años a la fecha y los pasados dos años hemos incrementado a 48 y 50 por ciento el porcentaje.

Se suma otro problema, la ausencia de una cultura de autoaprendizaje y de aprovechamiento de la comunicación virtual. Las grandes esperanzas de las universidades a distancia se esfuman como lo fue alguna vez la tele-secundaria. De miles de jóvenes se inscriben a las universidades virtuales, pero miles desertan:

A casi cuatro años de su creación, sólo 746 alumnos inscritos en la Universidad Abierta y a Distancia de México (Unadm) concluirán sus estudios universitarios en diciembre próximo, de acuerdo con el lapso establecido en sus planes de estudio, reconoció Francisco Cervantes Pérez, rector de esa casa de estudios, quien destacó que al menos 38 mil de quienes se han inscrito en alguna de las 12 licenciaturas que se imparten han abandonado sus estudios. En conferencia de prensa para anunciar una oferta de 25 mil espacios educativos para el segundo proceso de inscripción de este año, insistió en que el modelo de educación en línea puede ser exitoso si se garantiza la calidad y la formación de docentes. De acuerdo con el diagnóstico presentado por el funcionario, 80 por ciento de quienes buscan ingresar a sus aulas nunca han utilizado tecnologías de la información y el conocimiento (TIC), y casi siete de cada 10 alumnos se ubican en un rango de edad entre los 25 y 40 años. Explicó que la matrícula de la Unadm es de 50 mil alumnos activos, mientras que otros 38 mil son considerados como población flotante, ya que pese a haber concluido el proceso de inscripción no han vuelto a usar la plataforma educativa o no mantienen una actividad formativa constante, por lo que, de concluir sus estudios, destinarían el doble de tiempo establecido en el programa curricular.

De remate, los préstamos obtenidos para pagar los estudios de una universidad privada no se pueden pagar con los míseros salarios que se ofrecen a los profesionales en México:

Miles de jóvenes mexicanos que, años atrás, al firmar un crédito estudiantil, sólo tenían el sueño de graduarse con toga y birrete y ver su nombre impreso en un título universitario ahora enfrentan la pesadilla de una deuda impagable que los ahoga. Las mismas empresas crediticias que les abrieron las puertas de las universidades privadas más prestigiosas del país, son con las que hoy pelean ante tribunales para cobrar las penalidades y cuantiosos intereses que los alumnos aceptaron con tal de estudiar.  Sonora es la entidad que tiene la mayor cartera vencida de universitarios, donde en la actualidad existen 950 casos en manos de jueces y magistrados, en los que está de por medio algún bien inmueble y/o vehículo dejado como aval, a nada de ser incautado. Si Sonora encabeza la lista en número de litigios por créditos educativos en el país, es por ser uno de los pioneros a nivel nacional de este tipo de apoyos desde hace 30 años. La probabilidad de que los universitarios enfrenten dificultades para pagar es muy alta: según los datos de la Encuesta Nacional de Empleo y Ocupación 2011, el salario promedio de un profesional de entre 25 y 35 años es de seis mil pesos. Con esos salarios ¿cómo podrían pagar una deuda educativa que demanda una mensualidad que es mayor a la mitad del total de los ingresos que reciben?”, cuestionó la socióloga Herlinda Suárez, en el Seminario de Educación Superior de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Además, actualmente 40 por ciento de los universitarios está desempleado, pues la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior en México (ANUIES) alerta que 305 mil egresados en el país enfrentarán este escenario durante esta década si la economía no aumenta su nivel de crecimiento. Si un joven este verano decidiera entrar al Instituto Tecnológico de Monterrey y financiar seis semestres con un 50 por ciento de crédito a un plazo de 72 meses, se graduaría con una deuda de 461 mil 570 pesos, de los cuales, suponiendo que pague puntualmente cada mes entre cuatro mil 580 y siete mil 318 pesos hasta la fecha límite de la deuda: agosto de 2023, casi 140 mil pesos corresponderían sólo a intereses, según el propio tabulador digital de la universidad.

En tanto, algunos jóvenes siguen su intento por ingresar a alguna universidad pública:

El Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior (Maes) denunció que el director de la Escuela Normal Superior de México (ENSM), Gonzalo López Rueda, se negó a permitir la inscripción de los aspirantes que habían sido rechazados, pese a que ya había un acuerdo con las autoridades de la Dirección General de Educación Normal y Actualización del Magisterio (Dgenam) para que esto se llevara a cabo.

El juzgado 14 de distrito del Poder Judicial de la Federación dio 24 horas al rector de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), Felipe Cuamea, y al coordinador de Servicios Estudiantiles, Ángel Norzagaray, para que acepten a siete estudiantes o informen que lo harán en el semestre que empieza en febrero de 2014. De no hacerlo, ambos funcionarios serán denunciados ante el Ministerio Público de la Federación por violar la fracción tercera del artículo 262 de la Ley de Amparo. Hace tres semanas los estudiantes Monserrat Yoselín López, Atenea Saraí Cervantes Barriga, Adela Torres Gómez, Martín Castillo Campos, Liliana Icela Rodríguez Viveros, Yael Amairani Sierra Ramírez y Jenifer Guadalupe Ortiz Alejos obtuvieron un amparo definitivo después de haber sido rechazado en el examen de admisión. Se reconoció su derecho a tomar clases, presentar exámenes y trabajos y, de merecerlo, ser promovidos a cursos ulteriores. El juzgado concluyó que tanto el rector como el coordinador de Servicios Estudiantiles desacataron una resolución judicial, y si desobedecen el nuevo mandamiento podrían enfrentar una pena hasta de nueve años de prisión, multa de 50 días de salario mínimo, destitución e inhabilitación. Solorio Ramirez dijo que los estudiantes sólo esperan que las autoridades universitarias respeten el estado de derecho.

Después de leer los datos sobre la educación superior, ¿Piensas que un aeropuerto en el DF detonará el crecimiento de la economía? ¿Qué las empresas extranjeras contratarán profesionales mexicanos para explotar su petróleo? La respuesta es simple: no. La sociedad mexicana debe cambiar su forma de pensar y crear las condiciones para usar el conocimiento como fuente de riqueza.



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