jueves, septiembre 28, 2006

¿Quién debe gobernar?

Los sabios dirigirán y gobernarán, y los ignorantes los seguirán.
Platón

Karl Popper, en un ensayo titulado “Las paradojas de la soberanía” escrito en 1945, considera que la forma en cómo expresa Platón el problema político del gobierno de las sociedades humanas ha creado una confusión duradera en la filosofía política. Si hacemos la pregunta ¿Quién debe gobernar? Encontramos respuestas tales como “los más sabios”, o “los mejores”, o “el líder carismático”, que desde el sentido común son muy seductoras, pues quien afirmaría dar respuestas como “los peores”, “los más incompetentes”, “los más desvergonzados”, “los más ignorantes”. Platón expresa el problema político como un problema de conocimiento, un problema educativo.

Sin embargo, el anhelo puesto en que ocupen el gobierno “los más sabios”, “los más buenos”, “los más preparados”, no encuentra sustento en la realidad histórica de las sociedades humanas. Muchas sociedades continuan en la espera de tales gobernantes. Popper considera que “quienes creen en la pregunta anterior aceptan tácitamente que el poder político es “esencialmente” un poder que no debe ser vigilado. Piensan que alguien tiene el poder…, ya sea un individuo o un cuerpo colectivo, como por ejemplo, una clase gobernante. Y dan por sentado que quien tiene el poder puede hacer casi todo lo que se le plazca y, especialmente, que puede reforzar cada vez más su poder, y con ello convertirlo a algo cercano al poder ilimitado y no sujeto a vigilancia.”

Y propone una pregunta más interesante que la anterior ¿Cómo podemos organizar las instituciones políticas, de tal forma que se impida a los gobernantes malos o incompetentes hacer demasiado daño? Algunas de las posibles respuestas a esta pregunta nos ofrecen una visión distinta por ejemplo:
  • El gobierno puede ser derrocado sin derramar sangre, a través de elecciones generales.
  • Las instituciones sociales proporcionan medios con los cuales los gobernados pueden repudiar y sustituir a los gobernantes.
  • Las tradiciones sociales garantizas que las instituciones no sean destruidas por quienes están en el poder.
A la luz de estas consideraciones (aunque pueden existir algunas otras más pertinentes), podemos notar que el conflicto magisterial en Oaxaca pone de relieve algunas de las debilidades de la democracia en México. En México existen elecciones generales, pero si un gobernante resulta “incompetente”, “ineficiente”, o “corrupto”, etc., no existen mecanismos para repudiar y sustituirlos, por ejemplo, a través de asambleas, o elecciones adelantadas. Y tampoco existen tradiciones sociales que garanticen una vida democrática, ya que en general, desde mi punto de vista, la vida cotidiana en México privilegia las prácticas autoritarias.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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