sábado, agosto 03, 2013

sequía y cosecha de lluvia o el miedo de la sociedad mexicana ante la ciencia

El temor ante la ciencia, un avatar de la sociedad virreynal del siglo XVI, sigue manifestándose de manera regular, especialmente en los políticos mexicanos. Con frecuencia los medios de comunicación publican notas sobre las creencias esotéricas de los gobernadores, legisladores, senadores, secretarios de estado. Se cree más en la suerte que en la ciencia, incluso más de uno se jacta de poseer poder psíquicos que les hace ver el futuro y leer el pensamiento:

Los mexicanos confían más en la fe, en la magia y en la suerte que en la ciencia. La mitad de los ciudadanos asevera que debido a sus conocimientos los investigadores son peligrosos y afirma que el desarrollo científico genera una vida artificial y deshumanizada. Muchos creen en los poderes síquicos y una inmensa mayoría considera que las limpias, la homeopatía y la acupuntura son opciones para aliviar de enfermedades que la ciencia no reconoce. Así lo muestran los resultados de la Encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología en México 2011 (Enpecyt), elaborada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). El director general del Conacyt, Enrique Cabrero Mendoza, aseveró que si bien las tradiciones, creencias y la vida espiritual de pueblos y personas deben conservarse, problemas como enfermedades, contaminación ambiental y conflictos sociales, entre otras, deben ser resueltos con base en el conocimiento científico. La encuesta arrojó que 55.67 por ciento de los consultados considera que debido a sus conocimientos, los científicos tienen un poder que los hace peligrosos, y 55.39 por ciento sostiene que el desarrollo científico y tecnológico originan una manera de vivir artificial y deshumanizada. Casi 30 por ciento de los encuestados cree que existen números de la suerte, 33.53 por ciento asegura que los objetos voladores no identificados (ovnis) reportados son vehículos espaciales de otras civilizaciones y 40 por ciento afirma que algunas personas poseen poderes síquicos.

Hace unos meses se pedía a seres espirituales la lluvia, llegó la temporada de huracanes y las lluvias han causado estragos:

El gobernador de Durango, Jorge Herrera Caldera, solicitó a los duranguenses que le pidan a Dios mandar lluvias a la entidad, la cual enfrenta situación crítica por la sequía. Ya tenemos la solicitud para que nos den recursos de la Sagarpa (Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación) para semilla y alimento para el ganado; esperamos, pasando julio, hacer la solicitud de desastre natural por sequía, señaló el mandatario. Añadió que el gobierno federal ha entregado al estatal recursos extraordinarios para mitigar la sequía, independientemente del apoyo que se pidió a la Sagarpa. Indicó que, sin embargo, lo que realmente se requiere es que la población solicite a Dios que mande lluvia a la entidad, porque nadie la aguanta tres años con sequía.

El caso es que cuando no llueve hay problemas por falta de agua, cuando llueve todo se inunda, como si ni hubiera información sobre el comportamiento del clima del país. Mientras tanto, las autoridades siguen clamando a la sociedad a interesarse por la ciencia:

El director general de Conacyt, Enrique Cabrero Mendoza, llamó al sector privado y a los gobiernos estatales, realizar un mayor esfuerzo en materia de inversión en ciencia, tecnología e innovación, que permitan aportar soluciones a las problemáticas regionales.

Mientras en Durango estaban preocupados por la sequía, investigadores mexicanos tratan de resolver problemas de sequía en.....África. ¿Puede Ud creer? Por qué ocurre; ocurre porque el financiamiento es de países desarrollados interesados en resolver los problemas de África:

Investigadores del Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad (Langebio), encabezados por Damar Lizbeth López-Arredondo, especialista en ingeniería bioquímica, desarrollan un sistema agrícola de maíz transgénico rico en nutrientes y resistente a las malezas y a la sequía, el cual se implementará en el continente africano como parte del programa Grand Challenges Explorations, campaña financiada por Fundación Bill y Melinda Gates desde 2008. “Vamos a desarrollar líneas de maíz que comercialmente son importantes en África. Tenemos que probar el efecto del fosfito –fertilizante químico nutritivo creado en Langebio– sobre las malezas que atacan al maíz de África, ya que los resultados van a diferir no sólo por la ubicación geográfica sino por el tipo de cultivo. Primero debemos investigar cuáles son las malezas más agresivas para el maíz (africano), probar la eficiencia del fosfito y con esos datos, desarrollar líneas de maíz”, indicó Damar López-Arredondo. Este proyecto que se gestiona a través de la empresa StelaGenomics, creada hace dos años por investigadores de Langebio, tiene un año de haber iniciado los trabajos experimentales. De acuerdo con la investigadora, actualmente se encuentran en la primera etapa: generar maíz modificado en México y tener los resultados comprobados del fosfito, datos que servirán como sustento para su uso en África y para poder cruzar los dos tipos de semillas y generar un híbrido del maíz africano. “Allá no cultivan maíz resistente porque no tienen dinero ni para la siembra, ni para adquirir tecnología. En África no se puede hacer prácticamente nada por falta de recursos”, aseveró López-Arredondo y añadió que el objetivo de este proyecto internacional es que una vez concluido, el desarrollo científico sea donado al continente con los índices más altos de pobreza extrema.

Mientras la lluvia es vista como un problema, la ciencia y la tecnología puede ayudar a resolver problemas crónicos de las ciudades mexicanas. Se puede cosechar la lluvia para la temporada de sequía. Algunas escuelas han instalado tecnología para captar agua:

La temporada de lluvias llegó, y con ella la oportunidad de cosechar, almacenar y utilizar esa agua que “cae del cielo” para enfrentar la escasez que sufren habitantes de la zona y estudiantes de la Secundaria Técnica 87, en la Sierra de Santa Catarina, delegación Iztapalapa. Con la instalación y puesta en marcha del proyecto Cosecha de Agua de Lluvia en pisos y techos, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Iztapalapa, es posible tener en la cisterna agua de mejor calidad que la poca que cae desde la red de agua potable. En la delegación Iztapalapa el proyecto de Cosecha de Agua de Lluvia de la UAM se instalará en seis escuelas secundarias más, ya se ha implementado en otros cuatro planteles y en todos se ha demostrado su eficacia y ha dado agua a una zona que de forma tradicional tiene sed y carece de agua potable.

Esta tecnología puede ser útil para el sistema urbano de la ciudad de México:

“Si la idea es buena y tienes fe en ella, constrúyela, trabájala” sostiene con énfasis Enrique Lomnitz, un diseñador industrial mexicano, quien en el 2009 ideó un económico sistema de captación de agua de lluvia que ha beneficiado a cerca de 1,300 familias tan sólo en el Distrito Federal. Como muchas ideas innovadoras, el sistema de captación de agua de lluvia nació como un proyecto escolar mientras Lomnitz estudiaba en la Rhode Island School of Design, en Estados Unidos. Su primer paso fue rentar un cuarto en una vecindad en el Ajusco, en Tlalpan, donde las necesidades de agua son apremiantes. Lomnitz instaló el sistema a base de tubos y filtros en la casa de una vecina. Ésta, contenta con los resultados, lo presumió a otros vecinos, y poco a poco el sistema creció en la comunidad. Así nació Isla Urbana, una empresa y asociación civil en la que participan dos ingenieros, dos diseñadores industriales, una antropóloga, una urbanista, un lingüista y cinco plomeros. “Es un sistema muy sencillo y económico, lo mejor es que las casas en México cuentan con cisternas, bombas y tinacos. Lo que nosotros hicimos fue diseñar un sistema que conecta el techo con esos componentes, le metimos filtros y el Tlaloque. Cuando llueve tienes tu cisterna llena de agua limpia y filtrada”, comenta. “Hemos instalado en viviendas nuevas, pero nuestro enfoque está dirigido a la vivienda ya existente. En todo el Distrito Federal hay entre 4 y 5 millones de casas, pero nosotros nos enfocamos en aquellas donde hay un problema de agua”, subraya Enrique Lomnitz, finalista en el Premio al Innovador del Año menor de 35 años, que cada año entrega el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), a través del Technology Review en Español.

Estos son ejemplos de la inversión en ciencia y tecnología, sin embargo, la sociedad mexicana prefiere confiar en la suerte e importar conocimiento de países desarrollados:

La inversión que se hace en México en materia de innovación por parte de la iniciativa privada es de alrededor de 40 mil millones de pesos al año, cifra insuficiente para impulsar nuevos procesos y la productividad que el país requiere, sostuvo Carlos Glatt, especialista en entrenamiento creativo e innovación. Básicamente las empresas trasnacionales son las que tiene esquemas de innovación de acuerdo con las políticas de sus corporativos, mientras que las empresas nacionales carecen de proyectos o inversiones en la materia, lo cual las pone en desventaja, apuntó. Recordó que México es el país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que menos invierte en investigación y desarrollo ya que canaliza apenas 0.49 por ciento del PIB, cuando el promedio del organismo es de 2.34 por ciento. En México, las empresas ven a la innovación como si fuera la bandera clavada hasta la punta más alta de una montaña, un elemento muy difícil de alcanzar por los mortales y que normalmente es alcanzada únicamente por algunas empresas globales.

¿Sigues pensando en que con suerte llegará el presidente que sacará de la pobreza a México? ¿Qué con suerte se sacará de la pobreza a 55 millones de personas? ¿Qué la selección mexicana de fútbol ganará el mundial por suerte? La ciencia y la investigación no comprueba esas ideas. Los países que están  saliendo de la pobreza no lo hacen por suerte, es por invertir en educación, ciencia y tecnología.


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