miércoles, mayo 14, 2008

Preocupación por el creciente financiamiento privado a las universidades

Con la acentuada contracción del gasto público en la educación superior, la activa participación de las empresas en el financiamiento de universidades e institutos ha generado “efectos socialmente perversos”, ya que las investigaciones y descubrimientos generados quedan bajo control del capital privado. Las prioridades de la investigación se fijan entonces por el mundo de los negocios y se vulnera así el papel primordial de las universidades, que es diseminar el conocimiento, porque éste deja de hacerse público por pertenecer a las empresas que lo financian, advierte el Observatorio de la Deuda en la Globalización (ODG), un grupo de organismos e investigadores creado en el año 2000, por iniciativa de la Red Ciudadana para la Abolición de la Deuda Externa.


Expertos convocados por el Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), destacaron que entre los retos que enfrenta la educación terciaria en la región, la búsqueda de calidad es uno de los ejes centrales de la agenda educativa, debido al crecimiento explosivo en matrícula e instituciones, que en algunos países alcanza el nivel de masificación. Sin embargo, alertan que la aplicación de nuevos modelos educativos se realiza bajo “constantes presiones e intereses por transformar la educación en un producto negociable”, lo que ha generado una pugna entre dos tipos de paradigmas de calidad. Elaborado como documento base de discusión en la Conferencia Regional de Educación Superior (CRES 2008), que se realizará del 4 al 6 de junio en Cartagena de Indias, Colombia, con la asistencia de representantes de 37 países, el texto Tendencias de la educación superior en América Latina y el Caribe reconoce como principio que la educación es un “bien público, un derecho de todos y deber del Estado”, y afirma que el aseguramiento de la calidad no puede transformarse en un “rubro de comercio”; por el contrario, destaca, “es imprescindible que sea un instrumento de profundización de valores democráticos y del fortalecimiento de la soberanía e identidad nacionales”.

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