jueves, septiembre 02, 2010

jóvenes del bicentenario: ni estudio ni trabajo o medio trabajo con salario miserable

Llegó septiembre, con los centenarios como escenario. Sin embargo, las promesas de trabajo caen como moscas borrachas de DDT o como las plazas laborales de mexicana de aviación . En el bicentenario poco se puede celebrar y menos que hay trabajo digno para los ciudadanos mexicanos. A 200 años de vida independiente, los jóvenes tienen muy pocas opciones para una vida digna y los profesionistas tienen que desertan de este territorio:

En menos de dos décadas, más de un millón 357 mil profesionales hasta con doctorado abandonaron México, en busca de un buen empleo, de acuerdo con el libro La juventud mexicana, una radiografía de su incertidumbre, del doctor Pedro José Peñaloza de la UNAM. En 2009, México formó a 432 mil profesionales. De estos egresados, la mitad recibe ingresos precarios y una cuarta parte carece de prestaciones; o trabaja sin un contrato. La otra mitad ni a trabajo llega. Evelyn es la sicóloga que le ha despachado las palomitas en el Cinemex, para que usted disfrute de su película. Vicky, la chef que le ha preguntado de qué tamaño quiere su café, en Starbucks. Las principales misiones de estas licenciadas se redujeron a ser eficaces, rápidas y atentas con el cliente. Valeria es quien le llama por teléfono para venderle una suscripción de periódico. Citlalli la que se compromete a que el repartidor le entregue su pizza antes de 30 minutos o se le deje completamente gratis. Son dos jóvenes estudiantes y madres que llevan realizando este trabajo los últimos dos años. Un empleo que no les exige más de ocho horas al día, pero que tampoco les ofrece más dos mil 500 pesos a la quincena. “No es que los jóvenes no busquemos un buen trabajo, es que no hay más, no los hay. Durante cinco años, no he encontrado otro trabajo de medio tiempo que no sea de intendencia. Con la preparatoria, lo único que me ofrecen en la bolsa de trabajo del gobierno, en un horario de seis horas, son empleos fugaces de dos o tres meses en campañas políticas”, dice Valeria, que a sus 26 años ha pasado por cinco compañías de telemarketing. Citlalli se convirtió en menos de dos años en gerente de una sucursal de Domino’s Pizza. Pero de gerente sólo el nombre, ni el sueldo, ni las condiciones: recibe dos mil 200 pesos cada catorcena, con un solo día de descanso. Ella no protesta, en ningún otro lugar ha encontrado la flexibilidad de horario que le permita cuidar a su bebé y estudiar en el Cetis No. 7. “Cuando tenga el título de técnica en contabilidad buscaré algo mejor”, ésta es al menos su esperanza, porque terminar un bachillerato o convertirse en licenciada tampoco le garantizará encontrar un empleo de calidad. Cuatro de cada diez profesionales trabajan en un lugar, donde no pueden desarrollar el conocimiento que adquirieron en el aula, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).

Un video que habla de la misma sensación de ser un perdedor:




Las grandes esperanzas se diluyen después del reventón de la titulación universitaria:

La mención honorífica en el examen de titulación de Isaías sirvió de pretexto para que sus papás llamaran al mariachi e hicieran taquiza en la casa. Por fin, un ingeniero, el primero de los Gómez, a sus 23 años, ha dado la satisfacción más grande a su mamá. Aunque todos en la fiesta saben que el recién graduado del Instituto Politécnico Nacional no tiene garantizado nada con este título. Al que más le aterra esta realidad es al propio Isaías, sabe que es sólo uno de los jóvenes que saldrá a buscar trabajo, desconoce la cifra, pero se trata de un millón en este año, la oferta es tres veces menor que la demanda, pues se generan alrededor de 300 mil empleos anuales. Está consciente de que para triunfar en la vida no necesita una carrera, ni dos, ni un postgrado, ni irse a estudiar a Harvard o España muchas veces huyendo de una realidad que sólo se resume en falta de oportunidades para los jóvenes; a Isaías le toca quedarse en la ciudad y tocar puertas, varias de ellas entre sus propios familiares, su única esperanza es que los tíos y primos que ya tienen trabajo puedan ayudarle a entrar a alguna empresa.

Los datos son sencillos y simples, el horror:

La falta de oportunidades educativas, laborales y sociales ha hecho de los jóvenes que no estudian ni trabajan (ninis) seres sin sitio social, sin coordenadas sociales a dónde ir, afirmaron especialistas en estudios de juventud y enseñanza. Esa condición, aseguraron, nada tiene que ver con estigmas o minimizar las labores domésticas. Son jóvenes a los que el Estado no ha dado futuro. José Luis Pérez Islas, coordinador del Seminario de Investigación en Juventud de la Universidad Nacional Autónoma de México, destacó que debería ser alarmante para cualquier autoridad que de las 6.1 millones de mujeres menores de 29 años que no estudian ni trabajan, cerca de 50 por ciento se encuentren en condiciones de pobreza extrema. Su única fuente de subsistencia es la familia. Agregó que la condición nini se agudiza conforme baja el nivel socioeconómico. La Encuesta Nacional de la Juventud 2005, indicó, revela que de los 7.4 millones de jóvenes de entre 12 y 29 años que no estudian ni trabajan –22.1 por ciento de la población nacional en ese rango de edad–, sólo 9.1 por ciento tienen nivel socioeconómico medio alto/alto, 15.1 medio, 25.1 medio/bajo, 29.7 bajo, y 32.2 muy bajo”.

Los estudios escolares sirven de poco en un territorio en donde predomina la pobreza, los salarios raquíticos, los trabajos de bajo nivel:

Los jóvenes que no estudian ni trabajan, conocidos como ninis, no se encuentran en esa situación por gusto o por falta de interés, sino porque el Estado no ha sabido diseñar políticas públicas que los incluyan, señalaron académicos. Carlos Muñoz Izquierdo, especialista de la Universidad Iberoamericana en temas de economía y educación, señaló que el motivo principal por el cual muchos jóvenes no asisten a la escuela –según encuestas del Instituto Nacional de la Juventud– no son las carencias económicas o que no hayan podido ingresar en algún colegio, sino que no les gusta estudiar. Sin embargo, agregó, lo anterior se debe a que la educación que recibieron no fue de la calidad necesaria.

¿Qué harías si tienes a 7 millones de mentes que tratan de encontrar un mejor futuro?

Al referirse a los 7 millones de jóvenes mexicanos que ni estudian ni trabajan, el premio Nobel de la Paz 2006, Muhammad Yunus, exhortó a estos jóvenes a cambiar su mentalidad y no esperar a que el Estado les brinde oportunidades de estudio y laboral. “Ellos están llamados a convertirse en proveedores de su futuro y lo pueden lograr a través de la aplicación de empresas sociales y así salir de su actual situación”.





No hay comentarios: