viernes, marzo 15, 2013

la inversión en escuelas y resultados en pruebas estandarizadas

La calidad del sistema escolar mexicano sigue estancado. Los resultados de aprovechamiento escolar siguen bajos. Quizá porque en la cabeza de las autoridades federales y estatales y en buena parte de la sociedad mexicana hay la idea de que las escuelas son de buena calidad solo si tienen paredes pintadas, ventanas cuidadas, patios limpios, aulas con mesa-bancos, cuadernos y libros bonitos. El único referente tangible de la calidad educativa radica en los objetos, no en el desarrollo de las capacidades de aprendizaje de los estudiantes:  

México no ha avanzado en su desempeño educativo en términos generales, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). El organismo internacional sostiene que si bien mejoraron sus niveles de equidad en materia educativa, no se logró una consecuente mejora en su desempeño general. En un análisis de la relación entre el rendimiento académico del estudiante y su nivel socioeconómico, a partir de la prueba PISA 2009, la organización refiere que, en promedio los estudiantes desfavorecidos tienen el doble de probabilidades de obtener peores resultados en desempeño lector en comparación con los estudiantes favorecidos.La diferencia promedio, detalla, es de 88 puntos entre ambos grupos de estudiantes, equivalente a más de dos años de escolaridad.

También los datos obtenidos en el país muestran el estancamiento del sistema escolar:

El Índice de Desempeño Educativo elaborado por “Mexicanos Primero”, arrojó que Oaxaca y Michoacán son los estados con los peores índices educativos, tan es así que ni siquiera alcanzaron una nota de mala calificación por los niveles tan bajos que presentaron. La organización "Mexicanos Primero" el Índice de Desempeño Educativo Incluyente, donde se mostraron los avances en los estados en materia educativa, del 2009 al 2012. En cambio Sonora, de acuerdo al estudio, destacó por la mejora en la educación que reciben los niños en la entidad. De acuerdo a este estudio, los estados del sur reportan niveles tan bajos en temas como aprendizaje, deserción, actualización de maestros o participación de padres de familia.

Las escuelas mexicanas se han tirado al garete desde hace 40 años, cuando el viejo régimen dejó de ser revolucionario a ser neoliberal. Por ello, las escuelas mexicanas parecen haber sido construidas durante el bombardeo de los alemanes a Londres. Esa situación agudiza la idea de que para tener mejor calidad educativa basta con reconstruir las paredes, techos, ventanas y pizarrones de las escuelas. Sin embargo, esto por desgracia es falso. El aprendizaje puede ser facilitado por instalaciones adecuadas, pero el aprendizaje es algo que ocurre en el cerebro y no en el aula. En años recientes se ha invertido solo en ladrillos, mesa-bancos, pizarrones. Pero, esto no necesariamente se traduce en mejor aprendizaje de los estudiantes. Esto se logra cuando existe en la escuela capital social:

El Programa Apoyo a la Gestión Escolar (AGE), que otorga recursos a las escuelas de educación básica con mayor grado de marginación y rezago educativo, no se traduce en mayor aprovechamiento académico de los alumnos.Un estudio elaborado por el investigador de la Universidad Iberoamericana Carlos Muñoz Izquierdo señala que ese programa federal que destina recursos como una acción compensatoria para sacar del rezago a alumnos, sobre todo indígenas, no muestra mejora de los aprendizajes de manera general. Su impacto favorable sólo se percibe cuando opera en sinergia con otras acciones educativas o cuando esos recursos se duplican, porque hay una mayor participación de los padres de familia en buscar un mejor desempeño escolar de sus hijos. El análisis sobre la efectividad del programa se realizó en Chiapas, Puebla, Yucatán y Veracruz; donde se seleccionaron a las escuelas con mayor marginación en zonas rurales e indígenas. El análisis de los resultados obtenidos desde 2007 mostró que el doble de recursos que se otorgan al Apoyo a la Gestión Escolar tiene un impacto positivo en los resultados de aprendizaje, reflejados en la Evaluación Nacional de Logro Académico en Centros Escolares (ENLACE). Al comparar los resultados de esa prueba entre las escuelas con doble monto de las que recibieron la cantidad más baja, el estudio de la Ibero a cargo de Muñoz Izquierdo detectó que tanto en español como en matemáticas tuvieron mejores resultados los alumnos de las primeras en el transcurso de tres años. Además se encontró que la deserción escolar disminuyó en el promedio general de las escuelas con más apoyo económico. Otros indicadores sobre la efectividad del programa educativo revelaron que en los planteles con más recursos hubo un aumento de las expectativas de los padres sobre la escolaridad de sus hijos y que, de acuerdo con los alumnos, se mejoraron sus hábitos de estudio. El análisis muestra que la mayor participación de los padres de familia en el mantenimiento de los centros educativos y en las actividades académicas de sus hijos mejora el desempeño de los alumnos.

Además de la ingenua relación entre ladrillos y aprendizaje, el sistema escolar padece de la crónica burocracia. Que solo ofrece soluciones al mayoreo y no puede resolver los problemas que existen a nivel local:

Para que la escuela funcione bien, está por crearse un sistema que dote a cada plantel de recursos que puedan ser canalizados a infraestructura, la compra de material didáctico y otras necesidades, pero sin tener intermediarios sindicales o administrativos, advirtió el titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Emilio Chuayffet.

Esta extrema burocracia impide que las escuelas puedan resolver de manera creativa sus problemas. Al ser burocracia pura las escuelas son instituciones con grandes rituales, infraestructura endeble y con expectativas de que "algún día, alguien, resolverá algún problema". También trabajan en solitario, no buscan unir esfuerzos con universidades o centros de investigación que podrían ayudar a resolver muchos problemas que las autoridades federales no pueden:

El agua para servicios básicos como los sanitarios o la limpieza de las instalaciones, volvió a cuatro escuelas secundarias de la delegación Iztapalapa, tras padecer su escasez por más de dos y hasta tres décadas. La solución no fue que las tuberías de pronto permitieran mayor flujo o porque las autoridades rehabilitaran la infraestructura hidráulica, de por sí compleja y deficiente en la zona, sino que gracias a un proyecto de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa (UAM-I). El sistema consiste en la instalación de una red de captación y almacenamiento de agua pluvial, que garantiza el suministro de agua casi todo el ciclo escolar, significando a su vez, un ahorro en el pago de pipas, que semanalmente tenían que desembolsar los padres de familia. La iniciativa, técnicamente sencilla y de bajo costo, liderada por Juan José Santibañez, del departamento de Sociología de dicha casa de estudios, tiene un costo aproximado de 150 pesos por escuela y evita que los padres o autoridades delegacionales gasten hasta dos mil pesos a la semana para comprar pipas de agua y dotar del líquido a las escuelas. “Diseñamos un sistema muy sencillo de captación de agua de lluvia para escuelas en donde hay una población concentrada elevada. Como ejemplo, dijo que en la secundaria Francisco González Bocanegra, la primera en la que instalaron el sistema, lograron que en 2012 no requiriera la contratación de una sola pipa para tener agua suficiente. “Con la pura lluvia del año captaron el equivalente a 52 pipas de 10 mil litros y pudieron solucionar sus problemas. Los niños tuvieron agua para los sanitarios”, señaló en entrevista. La instalación del sistema de captación se coloca sobre los techos de los salones, en un perímetro de 800 metros cuadrados y permite la captación de 15 mil litros por semana, aproximadamente uno por niño.

Necesitamos eliminar de nuestra cabeza que existe una relación directa y fuerte entre tener ladrillos, libros y pizarrones y lograr aprender. El aprendizaje es un proceso humano, por ello, se deben fortalecer las relaciones entre humanos y crear condiciones para aprender. Esta relación incluso puede resolver muchos problemas relacionados con los ladrillos, los techos o la falta de agua. La SEP ha creado una enorme burocracia que impide mirar el proceso de aprendizaje como un proceso que depende de mentes humanas y que en todo momento y en todo lugar, somos aprendices y al mismo tiempo maestros. Intercambiamos estos papeles en el hogar, el trabajo, los centros recreativos, en la misma calle. La sociedad mexicana tiene que comprender que no solo se aprende en la escuela tradicional.






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