domingo, febrero 07, 2010

estudio comparativo de las universidades mexicanas (Execum)

Durante las últimas décadas los gobiernos federales producen una gran cantidad de discursos basados en la importancia de la educación superior. A pesar de ello, con el pretexto de las recurrentes crisis financieras se ha limitado el financiamiento a las universidades públicas. Por otra parte, la sociedad mexican todavía muestra un gusto por la aristocracia y persiste la idea de que las universidades privadas son de mejor calidad. Quizá esta creencia se basa en los resultados de las universidades de Estados Unidos y no de las de México. En un estudio reciente se puede observar que son las universidades públicas quienes tienen mejores egresados y producen mucho más conocimiento que las privadas:

Las instituciones de educación superior no generan mercancías, sino conocimiento e investigación científica, por lo que es urgente cambiar la idea de que los egresados de universidades privadas son mejores profesionistas que los de instituciones públicas. Así lo afirma el director general de Evaluación Institucional de la UNAM, Imanol Ordorika, tras subrayar que es un mito que las empresas prefieren a profesionistas de escuelas particulares, porque no existen datos duros que avalen esta creencia. No hay una base de datos duros que comprueben que los profesionistas de escuelas particulares tengan más oportunidades de empleo que los de instituciones públicas, entre ellas la UNAM, el Politécnico y la UAM.

Algunos resultados:

El Tecnológico de Monterrey ocupa el primer lugar en el número de programas de licenciatura considerados de calidad; le sigue la Universidad de Guadalajara, la UNAM y el IPN, pero sólo tres privadas están entre las 20 mejores. En el Explorador de Datos del Estudio Comparativo de las Universidades Mexicanas (Execum), se revela, además, que por cada 10 trabajos de investigación científica realizados en instituciones públicas, las privadas hacen sólo uno. Los datos muestran que las políticas de poner los recursos para investigación y educación superior en el sector privado no producen resultados esperados, y que estas políticas debilitan al sector que tiene capacidad, mayor capacidad de producción científica y de formación de científicos y de profesionistas”. De acuerdo con el Execum, las instituciones de educación superior pública producen 70.9 por ciento de la producción nacional de artículos científicos; 66 por ciento del Sistema Nacional de Investigadores labora en ellas y en contraste, las instituciones privadas alcanzan 5.5 por ciento y 3.9 por ciento, en los respectivos rubros. Otro rubro de comparación es el número de programas de licenciatura de calidad que son certificadas por el Consejo para la Acreditación de la Educación Superior. De entre las 58 universidades comparadas en el Execum con el mayor número de programas acreditados por su buena calidad, está el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, que ocupa el primer lugar con 47.1 por ciento; le sigue la Universidad de Guadalajara, 41.4; la UNAM, 45.2; el IPN, 69.4, y la Universidad Autonóma de Baja California, 25.1. La Universidad del Valle de México, 25 por ciento, y la Universidad Iberoamericana, 24.1, ocupan el lugar ocho y 17, respectivamente, y son las únicas instituciones privadas que están entre las primeras 20. “Lo único que tenemos para competir con conocimientos desarrollados en el país, lo que tenemos más fuerte, es nuestro sistema de educación pública, y lo estamos haciendo en condiciones desfavorables. Esperamos que cuando vean los datos, el gobierno federal y las cámaras puedan tener la sensibilidad para apoyar con mayor fuerza”.

Sin embargo, el problema no radica en los datos y la información. El verdadero problema consiste en que los gobiernos federales no han contribuido a generar condiciones para mejorar la calidad de vida de la sociedad mexicana; los salarios son bajos, no existe un gran poder de recaudación, tenemos grandes problemas de corrupción, no ha disminuido la pobreza. Estas condiciones, sumadas a otras, provocan que los gobiernos no deseen invertir en educación y se dediquen a encontrar fondos para los comerciales de la televisión, espectáculos masivos y actividades contrainsurgentes.



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