jueves, febrero 16, 2012

de lectores, ferias de libro y políticos ¿escritores?

Desde hace algunos meses los políticos están interesados en promover sus ideas, de manera habitual recurren al viejo truco de "escribir un libro". Una recomendación muy loable. El problema que tienen los políticos más poderosos o más mediáticos es que son producto del sistema educativo mexicano... por lo tanto, es más frecuente que sean políticos "educados por la televisión", que no tienen el hábito de leer y menos de escribir. La táctica más recurrente es la de contratar a un escribano para dictarle las ideas que tienen en la cabeza (con la esperanza de que nadie lea el libro en cuestión y los ponga en aprietos haciéndoles preguntas sobre el mismo) . Sin embargo, cada seis años se cumple el ritual, miles de libros de política mexicana o sobre políticos inundan las librerías:

Los libros escritos por los políticos tienen la misma suerte que sus autores. Propuestos a la editorial por los asesores o por el político mismo, dependiendo de la personalidad de éste, y con tirajes altos o bajos, según su popularidad, estos títulos son, “viéndolo fríamente”, parte de una campaña de promoción personal.“Son libros que sirven como una suerte de trampolín o plataforma, de relaciones públicas del político. A través de ellos, él trata de dar a conocer su forma de pensar, su visión del país. Y normalmente lo hace cuando tiene alguna posibilidad de ser electo para un cargo popular. Lo ve como una suerte de publicidad más contundente, estratégica y arraigada”, afirma Gabriel Sandoval. El director editorial de Planeta México explica que esta oferta ha abierto un nuevo nicho de lectores, aunque no muy amplio. “El público es, sobre todo, la gente que sigue al político, la que está cercana a él, sus asesores y compañeros de campaña y los miembros de su partido”. Por lo que, agrega, tanto el tiraje inicial como la venta son determinados por la aceptación del político. “Para fijar la tirada se toma en cuenta la cantidad de personas que lo siguen. Inicialmente va de ocho mil a 20 mil ejemplares”. Aclara que para estos proyectos los contratos son diferentes, ya que “se establecen ciertas cláusulas que protegen al editor para que no se queden muchos ejemplares en bodega; como que después de un tiempo, el político o su partido puedan adquirirlos a un costo bajo”. Sandoval ha tenido en general buena experiencia en la difusión de estos títulos. “Cuando un político decide hacer un libro es porque tiene un fin electoral a la vista y la promoción se da bastante bien, él está muy dispuesto. De hecho, son sus asesores los que arman esta campaña, porque ellos saben a qué sector dirigirse. Son libros funcionales”. A diferencia de lo que se piensa, el editor está convencido de que los políticos sí participan en la confección de sus libros. “Son sus historias, ellos las cuentan; aunque a veces se apoyan en un asesor literario, narrativo, se dejan ayudar, ya que no son escritores. Aunque algunos llegan a sorprender en este aspecto”. Y, entre estos últimos, cita el caso de De frente: mi caminar por la izquierda, de Carlos Navarrete, ex precandidato al gobierno del DF, que su sello Temas de Hoy puso en circulación en octubre pasado. “Él sí escribió su libro, y muy bien”. Aunque admite que, más que los títulos escritos por políticos, se mueven mejor los que realizan los periodistas o investigadores sobre ellos, como una de sus apuestas más recientes, Los suspirantes, de Jorge Zepeda Patterson, que lleva vendidos 50 mil ejemplares.

Estos libros que en muchos casos queda en la casa del político en cuestión para regalos navideños son un producto del sistema escolar mexicano. No hemos podido crear una sociedad que esté interesada en leer para aprender por el resto de su vida, tenemos una sociedad utilitaria del siglo XVIII, se enseña a leer y escribir para pasar de panzazo la escuela y trabajar en algún changarro. Y grandes sumas de dinero se gastan para el festejo de algún funcionario en alguna feria del libro:

No existe un censo que contabilice las ferias del libro que se realizan en México; no hay datos sobre ellas en la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales, ni en el Atlas de Infraestructura y Patrimonio Cultural de México, ambos realizados por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) en 2010. Acaso se sabe que a lo largo y ancho del país se realizan decenas de ferias, desde internacionales, nacionales, universitarias, estatales, municipales y hasta delegacionales, con apoyo de gobiernos, instituciones culturales y la iniciativa privada o sólo por interés de libreros y editores. Tan sólo la Dirección de promoción editorial y fomento a la lectura de la Dirección de Publicaciones reporta que Conaculta apoya aproximadamente 43 ferias nacionales, entre ellas varias municipales y otras tantas internacionales, como las que tienen lugar en Guadalajara y Monterrey, o las del Libro Infantil y Juvenil y la del Palacio de Minería. Cada año surgen más ferias, en este 2012, en marzo, al menos dos nuevas nacen en busca de lectores y con el objetivo de promover el libro: Juchitán, Oaxaca, cuna de poetas y artistas, entre ellos Francisco Toledo, ya organiza su primera feria del libro. En tanto que Mérida realizará su primera Feria Internacional de la Lectura de Yucatán, del 9 al 15 marzo de 2012, en el Centro de Convenciones Siglo XXI. Esas ferias que buscan impactar a su población y se empeñan en poner el libro al alcance de otros públicos tienen su contraparte en las ferias más añejas, entre las que se cuentan las de Aguascalientes (43 años), Oaxaca (30 años) y Minería (33 años). Muchos de los libros que se venden en ferias pequeñas, que no cuentan con apoyos de Conaculta o de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem), son apócrifos o bien, dichas ferias son eventos de todo tipo mas no de libros. Claudia Reyes, directora de promoción editorial y fomento a la lectura de la Dirección de Publicaciones, dice que Conaculta apoya aproximadamente 43 ferias nacionales, aunque son de cinco a ocho en las que por año se trabaja con mayor empeño y recursos, con el fin de que ese circuito se fortalezca y se vaya saneando.

A pesar de los 200 años de independencia y del crecimiento poblacional y de ser una de las economías más importantes del planeta, México sigue siendo un importador neto de libros de España:

La paradoja es singular: México es el primer importador de libro español de América Latina y ocupa el tercer lugar a nivel mundial, sólo por debajo de Francia y Gran Bretaña, pero es un país de no lectores, pues según la Encuesta Nacional de Lectura (única en su tipo) realizada en 2005 por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, los mexicanos leemos en promedio 2.9 libros al año; ante esos datos la pregunta es ¿somos o no lectores? Hace un par de meses, Juan Casamayor, fundador de la editorial Páginas de Espuma, declaró que “América será la salvación del editor español, hasta que aquí nos recuperemos” y citó lo dicho hace algunos años por un colega: “¡Qué curioso que hace años Carlos Barral dijera que América era el cementerio de los editores españoles. ¡Y resulta que ahora es un factor imprescindible de nuestra resurrección!”. Durante 2010, España mandó a México el 28% de sus exportaciones que representaron una facturación de 57 millones de dólares en libros, cifras en nada comparables con las exportaciones de México que durante 2010 fueron de 15 millones 400 mil ejemplares de ejemplares con un valor de venta de 75 millones 100 mil dólares, pero a todo el mundo. Que México adquiere muchos libros de la producción editorial de España no es un dato nuevo, más bien se trata de un comportamiento habitual de la industria editorial mexicana que para Victórico Albores, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, continuará “a menos que en Latinamérica la industria editorial se vaya fortaleciendo pero yo lo veo difícil”. Y cita el caso concreto de México, donde, dice, “seguimos con una producción editorial muy baja en la industria privada, debido a que el gobierno tiene casi el 60% de la producción del libro de texto y ese es uno de los problemas que tenemos”. Visto así, México es fundamental para España como lo son otros países que han comenzado a fortalecer su industria: Brasil, Colombia, Argentina, Chile y por supuesto Estados Unidos, que desde hace años se ha convertido en una región fundamental para el libro en español por el gran número de hispanohablantes.

Mientras que los políticos alejan a los lectores con sus complicados y enredados textos, los gobiernos federales y estatales no mejoran la calidad educativa, será necesario formar lector por lector, ir a los niños y las niñas mexicanas:

Más de 8 mil niños que asisten a los 140 Centros Comunitarios de Desarrollo Infantil, ubicados en esta capital, podrán recibir una educación de calidad desde temprana edad, gracias a la donación de libros impulsada por la organización “Save the children” y una cafebrería de esta ciudad. Ambas instancias motivan a la donación de cuentos y libros temáticos infantiles, así como la adquisición de la Eco Bolsa, cuya recaudación será destinada a los programas de Educación de Calidad. La iniciativa conjunta surgió de su preocupación por los datos revelados por el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), que indican que este país es uno de los de mayor rezago en áreas como la lectura, la ciencia y las matemáticas. En un comunicado, los organizadores destacaron la motivación en todos los sectores de la sociedad para participar en la causa traerá beneficios no sólo para la niñez mexicana, sino que para el país en general.

Llevar y llevar libros a los cerebros mexicanos:

Libros de artistas, catálogos de exposiciones, revistas especializadas en estética y ensayos sobre teoría del arte y semiótica integran el acervo de dos mil 500 títulos que transitarán por plazas públicas de la Ciudad de México a partir de febrero. Dentro de la Biblioteca Móvil, un proyecto de la Fundación Alumnos 47, los ejemplares, en su mayoría de arte contemporáneo, estarán disponibles para que los habitantes de las colonias “populares” realicen consultas públicas de manera gratuita; en particular, jóvenes interesados en arte pero alejados del circuito de museos y galerías. La Biblioteca iniciará su recorrido por la Alameda de La Santa María la Ribera, el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, la Plaza la Aguilita en la colonia Merced, el centro cultural Casa Vecina, el Faro de Oriente y el corredor escultórico Chimalhuacán, en Ciudad Nezahualcóyotl, detalló Citlali López, coordinadora del proyecto diseñado y financiado por la Fundación. “La idea inició cuando empezamos a formar nuestro acervo de libros de arte para abrir una biblioteca en nuestras instalaciones, pero como tardará su construcción decidimos buscar una alternativa para que los ejemplares no se empolvaran y así nació la biblioteca móvil”, explicó López quien dijo que la Fundación, con un año de vida, se dedica a promover comunidades culturales con la participación ciudadana.  Educar la visión artística, de Elliot W. Eisner;  La verdad en pintura, de Jacques Derrida; Abú Graíb, de Fernando Botero; y Una página de chistes, de Ad Reinhardt, son algunos de los títulos que albergará la Biblioteca Móvil, construida a manera de camión de mudanzas con estantería y espacio para 25 asientos. “Tenemos libros de artistas, biografías, de foto, pintura y cine con la intención de acercar la creación estética a la comunidad, no queremos ni vamos a enseñar qué es arte, no es la intención, sólo ponemos a disposición ejemplares que ayuden a acercarse a éste”, comentó. La Biblioteca Móvil también funcionará como un espacio académico, con un programa de conferencias, talleres, charlas con artistas y proyección de películas, donde se logre un diálogo entre creadores y público.

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