lunes, diciembre 13, 2010

la ciencia mexicana no produce muchas patentes

Una sociedad que desee salir de la pobreza en el siglo XXi requiere de potenciar su ciencia y su tecnología. México sigue sumido en el tercermundismo tratando de ser comparsa de sus socios del norte. La capacidad de producir conocimiento del sistema universitario mexicano sigue siendo muy limitado:

De acuerdo con el Estudio Comparativo de Universidades Mexicanas 2010, éstas necesitan, además de recursos financieros, un programa nacional de desarrollo que vincule los procesos de investigación con el sector productivo, ya que los actuales procesos de innovación se traducen en un eficiente registro de patentes. El informe indica que la Universidad Nacional Autónoma de México obtuvo 121 patentes en el periodo de 1991-2009, lo que equivale a seis patentes por año, mientras que el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN (Cinvestav) sólo ha obtenido 47 patentes, esto es casi 3 por año en el mismo ciclo. El director general de Evaluación Institucional de la UNAM, Imanol Ondorica, señaló que el bajo número de registros científicos es un problema de “responsabilidades sociales de las instituciones”, ya que en los procesos de investigación se deben diseñar patentes que sean redituables económicamente para el país.

Entre 1991 y 2009 la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha sido la institución de educación superior del país que más patentes ha solicitado ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual (IMPI) y también la que más ha obtenido. Un análisis de la Dirección General de Evaluación Institucional (DGEI) de la máxima casa de estudios indica que en estos 18 años diversas instituciones mexicanas han solicitado ante el IMPI mil 108 patentes y se les han otorgado 816. La dependencia que más trámites de patente ha realizado a escala nacional durante este periodo es el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), con 368. Y en el mismo lapso ha conseguido 446.

Estudiantes mexicanos de la UNAM obtienen reconocimiento por un documental científico:

Los 5 Secretos del Oficinista narra la historia de un empleado de la oficina de patentes en Berna, Suiza, quien en 1905 envió a una prestigiosa revista alemana de física cinco artículos que, a la postre. El oficinista era un total desconocido: un tal Albert Einstein. El documental científico, producto de un equipo estudiantes e investigadores de la UNAM, fue merecedor de importantes distinciones en México y España. La cinta fue seleccionada como una de las 16 películas finalistas de 181 que participaron, provenientes de más de 20 países, en el XXVI Certamen Unicaja, Bienal Internacional de Cine Científico, que se realizó recientemente en Ronda, España. Los 5 Secretos del Oficinista fue designado por el jurado como ganador a la Mejor Película en la Categoría Científico-Técnica, “por la originalidad en la forma de exponer los cinco famosos artículos que escribió Einstein sobre las concepciones modernas del Universo”.

A pesar de que una ciencia mexicana puede resolver problemas específicos de un país lleno de pobres y con bajos niveles educativos, no se toma en serio:

Muchas veces las prótesis pueden ser la única opción para rehabilitar a pacientes afectados por osteoartritis (la forma más común de artritis o inflamación de articulaciones) en estado avanzado en la rodilla. Sin embargo, las que hoy existen sólo están disponibles como mercancía de importación de países como Alemania. Además, su costo -que va de 40 mil a 70 mil pesos por pieza, sin contar la cirugía para implantarlas- las convierte en una alternativa poco accesible, aun para las instituciones públicas que prestan servicios de salud. Y como son perfiladas y fabricadas en otros países, resultan poco compatibles con la estructura ósea de los pacientes mexicanos, pues deben remplazarse con frecuencia en tres o cinco años. Así, investigadores del Departamento de Ingeniería Mecánica del Instituto Tecnológico de Celaya (ITC), en Guanajuato, ha comenzado a diseñar, ensamblar y probar sus propias prótesis de rodilla, con la idea de fabricarlas en serie en México, a menores costos que las importadas y con cualidades como mayor durabilidad, resistencia y compatibilidad anatómica. “Queremos aumentar la vida útil de la prótesis para que no se desgaste rápidamente y tenga que cambiarse al cabo de tres o cinco años, como sucede ahora (con los componentes importados). Una vez insertada, ya no sería necesario hacer al paciente una segunda operación”, explica el maestro en diseño mecánico, Raúl Lesso Aroyo, quien es el responsable de la investigación.

Mientras tanto, los principales políticos mexicanos están más interesados en los avances del gel para el cabello y lucir preciosos en la televisión.



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