domingo, octubre 30, 2011

la violencia y la inseguridad cobran factura al sistema educativo

La guerra contra las bandas criminales parece no tener final. La falta de planeación y el obsoluto desinterés por desarrollar infraestructura, buena educación y trabajos formales bien pagados nos ha cobrado una factura muy alta. Las bandas criminales se apoderaron de una gran cantidad de ciudades grandes y medianas. Los negocios se esfuman:

Los recientes problemas de inseguridad que se vivieron en Monterrey y que persisten en algunas ciudades de Chihuahua tiraron las cifras de turismo de negocios, de acuerdo con un reporte de Accival, la casa de bolsa de Banamex.En el caso de Monterrey, la tasa de ocupación hotelera durante las primeras dos semanas de octubre sufrió un desplome de 14.6 por ciento respecto al mismo periodo de 2010, aunque no tan alarmante como el caso de Chihuahua, que sufrió una caída de 19.7 por ciento, de acuerdo con el informe.

La violencia también tiene un impacto en la falta de formación profesional en la medicina forense:

En México hay tan sólo dos mil 600 médicos realizando labores forenses. Y ni la mitad cuenta con la preparación especializada para el análisis de cadáveres. El cálculo realizado por el Servicio Médico Forense (Semefo) del Distrito Federal sólo explica parte del por qué todavía la mayoría de los servicios médicos forenses del país funcionan como simples depósitos: apenas mil 100 médicos se han especializado en la rama.Instalaciones inadecuadas y falta de equipo tan básico como bolsas para guardar los cuerpos se suman al fúnebre cuadro. De sur a norte todos trabajan distinto: crímenes sin resolver y miles de cuerpos enviados cada año a la fosa común o a los salones de clase de las universidades que no fueron identificados son el resultado. Y más aun en las zonas golpeadas por el crimen organizado en donde trabajar con decapitados o una pila de cuerpos hallados en fosas clandestinas pasó a ser parte de su rutina diaria. Hace casi dos décadas la medicina forense comenzó a cobrar importancia cuando las autoridades se dieron cuenta de que no se contaba con lo mínimo necesario para determinar con certeza científica qué sucedió en los casos de magnicidio que se dieron en aquella época.

Y cae la matrícula de las universidades privadas:

En las entidades donde la inseguridad se ha recrudecido, la matrícula de las universidades particulares ha caído hasta 20 por ciento, debido al éxodo de familias que prefieren trasladarse a ciudades más seguras, como el Distrito Federal, Puebla o Querétaro, afirmó David Gómez Fuentes, rector del Instituto de Estudios Superiores de Tamaulipas (IEST). Consejero de la zona noreste del país de la Federación de Instituciones Mexicanas Particulares de Educación Superior (Fimpes), Gómez Fuentes apuntó que la violencia que afecta a la región ha llevado a profesores universitarios a “abandonar” las aulas para irse a otra localidad, mientras algunas instituciones “han recortado personal docente por el bajo número de alumnos”. En Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas, Nuevo León, Durango, Zacatecas y San Luis Potosí unos 100 mil jóvenes asisten a instituciones particulares de educación superior, quienes, agregó, enfrentan condiciones de zozobra y temor por el incremento en los secuestros, extorsiones y cobro por derecho de piso.

También los niños y niñas de familias marginadas se quedan sin instructores:

El Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) ha identificado 80 mil niños en las zonas de más alta marginación en el país que no van a la escuela y en lo que va de este ciclo escolar ha sustituido a sus instructores en 411 comunidades por causas que van desde la violencia por el narcotráfico hasta “violaciones, golpes, amenazas y abusos” contra sus capacitadores, expresó el director general del organismo, Arturo Sáenz. En 25 comunidades el problema es muy grave a causa de la delincuencia: se han tenido que suspender los servicios educativos porque no aceptan instructores externos ni internos en las localidades, por lo que cerca de 300 niños se han quedado sin la posibilidad de recibir instrucción básica.

200 años después la cosa sigue casi idéntica, salvo que ahora el enemigo está en la propia casa. Son nuestras creencias y conductas las que perpetuan el ciclo interminable de la pobreza, la ignorancia y la desigualdad. ¿Por qué seguimos insistiendo en perpetuar este ciclo?.


No hay comentarios: