El siglo XXI es la cuna de las sociedades de la información y el conocimiento. Se presentan cambios en los hábitos y costumbres de las personas. Cada vez resulta más absurda la cultura del automóvil en las megaciudades actuales. La saturación de automóviles para transportar a millones de personas a lugares cercanos a la misma hora hace de las ciudades enormes estacionamientos de autos que transportan a una persona que al llegar a su trabajo hará lo siguiente: prender su computadora y revisar su correo electrónico y realizar tareas con programas informáticos. Por ello, resulta cada día más tonto privilegiar el uso del automóvil en las megaciudades:
La investigación que difunde la Universidad de Michigan (UM) en una publicación interna, señaló que en general los hombres y mujeres jóvenes y de mediana edad son menos propensos que hace 20 años a obtener su permiso de manejo, pero en el caso de los varones los teléfonos celulares y el Internet los aleja más.
"Los hombres se apoyan más en la comunicación electrónica que las mujeres, esta es una posible interpretación de los datos que confirman una disminución de la tasa de licencias mayor en el caso de los varones", explicó Michael Sivak, profesor del Transportation Research Institute, de la UM. El análisis se basó en datos de la Administración Federal de Carreteras y de la Oficina del Censo de Estados Unidos desde 1995, cuando los conductores hombres superaban en número en cada grupo de edad, hasta los 70 años. Los primeros resultados del estudio indicaron una significativa reducción en el número de jóvenes que manejan al pasar en 20 años, desde 1983, de 46% al 31% en el caso de los adolescentes de 16 años y de 80% a 65% entre los conductores de 18 años.
La limitada capacidad para usar el automóvil en el Distrito Federal hace que un vehículo del siglo XIX sea más veloz:
Fernando Rueda demostró que la bicicleta es el medio de transporte más eficiente, saludable y veloz para trasladarse en la Ciudad de México.
Rueda fue el vencedor del tercer Desafío Modal, que organizó la Red Nacional de Ciclismo Urbano, al cronometrar 26 minutos y 54 segundos en un recorrido entre el Parque de los Venados y el Parque Lincoln.
La prueba, en la que participaron 20 personas, consistió en medir los tiempos de traslados y el impacto ambiental de moverse en bicicleta, motocicleta, automóvil particular, transporte público y caminando.
El primer medio fue un microbús al que subió en División del Norte a las 8:28 horas y en el que viajó hasta el paradero de la estación Chapultepec, de la Línea 1 del Metro, en 40 minutos.
“Si tuvieras paradas fijas todo sería más rápido y eficiente. Claro que también es necesario un carril exclusivo, pero los políticos tienen miedo de hacerlo a pesar de que somos muchos más los que vamos en un autobús que el que va en un automóvil”, dijo Matalí.
El viaje continuó con una caminata hacia el Paseo de la Reforma en donde abordó un autobús del Corredor Reforma hasta el Auditorio Nacional, para continuar por Julio Verne hasta el Parque Lincoln, una hora con 24 minutos después.
Los tres primeros tiempos fueron de participantes que salieron de la delegación Benito Juárez en bicicleta, el cuarto lugar fue para la motocicleta al acumular 38 minutos con 55 segundos y el automóvil particular se ubicó hasta el onceavo lugar, al cronometrar una hora y 43 segundos.
Las ideas del siglo XX son completamente erróneas para vivir en las megaciudades actuales. Ese mundo moderno veloz, cambiante, innovador, de vanguardia, se ha transformado en un mundo de rutina, pesado, aburrido, atrapado en los atascos viales. En el siglo XXI son las ideas, la información, los pensamientos y el conocimiento el que necesita viajar por todo el planeta. No se necesita mover a una persona unos 10 kilómetros ocupando 2 horas de su tiempo:
Hay que repensar el crecimiento y diseño de la ciudades del país, porque el error constante y dramático que se viene dando desde el siglo pasado es poner la mayor parte de la inversión para el automóvil privado, con la construcción de vialidades y recientemente segundos pisos, que hoy en muchas naciones los están derribando porque no resuelven los problemas de transporte, señala la arquitecta Fernanda Canales. También afirma que este nuevo diseño de las urbes nacionales, también incluye el fin de la colonización de la periferia de las ciudades con vivienda de interés social aislada, alejada de los servicios como escuelas, transporte y centros culturales. “Deben dejar de ser esos mausoleos separados por rejas y muros”. Para esto, la arquitecta realiza una investigación en donde propone que las nuevas unidades habitacionales deben estar al interior de las metrópolis y ligadas a pequeños proyectos culturales como bibliotecas, foros o teatros de barrio, “porque ayudan a cohesionar el tejido social y hacen al espacio público más seguro”.
Esa idea de salir todos al mismo tiempo, de llegar al mismo tiempo, al mismo lugar es una idea bizarra en el siglo XXI. Las escuelas, las empresas, las oficinas de gobierno, siguen el ritmo del siglo XIX. La idea de la fábrica sigue vigente aunque ya las fábricas ya no siguen ese modelo. Se tiene que cambiar el modelo actual de trabajo:
En una ciudad como el Distrito Federal los traslados están llevando cada vez más tiempo a consecuencia del complicado tráfico vehicular, una solución que algunas compañías están implementado en el mundo ante la situación, es permitir a sus trabajadores realizar sus labores desde casa o espacios como un café, sin embargo en México los empleadores aún se resisten a la idea.
Este tipo de empleos flexibles no son difíciles de lograr en términos tecnológicos utilizando la virtualización, sin embargo, Juan Pablo Jiménez, Vicepresidente de Latinoamérica y Caribe de Citrix, habló de las barreras, "las personas no están acostumbradas, los jefes quieren tener a sus empleados enfrente y estos a su vez lo ven como una oportunidad para trabajar menos".
Además del tema social las leyes en México tampoco están listas, "las regulaciones no se han sentado, no se ha visto por ejemplo si un trabajador prende la computadora a las nueve de la noche si se deben considerar horas extra; tampoco está clara la seguridad social, qué pasa si le duele la espalda por no tener una silla cómoda".
Citrix señala que si bien en Latinoamérica la adopción de esta tecnología no va al ritmo de Estados Unidos, con el fuerte crecimiento de países como Chile, Colombia y Brasil, y la recuperación en México, estima que las empresas necesitarán abrir más oficinas y contratar más personas, pero ya no todas llegarán a la oficina "las empresas en promedio buscan reducir en un 30% los espacios en las oficinas, y tienen dos opciones, mandar a los empelados a trabajar en casa o colocar mesas con conexiones donde pueden llevar cualquier dispositivo y acceder a las aplicaciones de la empresa de manera segura".
Y eso requiere de un nuevo tipo de educación:
Las medidas de flexibilidad que adoptan las empresas, entre ellas la opción de ‘home office’, o trabajo desde casa, mejoran la productividad de los trabajadores, aseguran expertas en el área de recursos humanos.
Esquemas que apuestan por mejorar el ambiente laboral, así como la salud mental y física de los trabajadores son conocidos como programas Wellness (estado de bienestar) cuyo objetivo es generar una cultura empresarial que, a través de modificar ciertos hábitos de quienes laboran, logren un mejor desempeño, mayor lealtad hacia la empresa y, a su vez, mayor productividad y menores gastos para las compañías.
Paola Carranco, directora de HR y Business Partner de Unilever señala que trabajar con una visión enfocada en resultados permite flexibilizar horarios con medidas como ‘home office’, permite que las personas administren mejor su tiempo y pasen más tiempo con su familia.
“Estas medidas generan mayor compromiso y lealtad de los trabajadores con la empresa y en la medida en que eso incrementa eso repercute de manera directa en la mejora de la productividad”.
Con esta forma de trabajar, Unilever ha visto que el 73% de sus empleados evita el tráfico porque no viaja en horas pico e invierte menos tiempo en el trayecto casa-trabajo-casa. En tanto, el 65% dice que su calidad de vida ha mejorado, de acuerdo con la empresa.
“Tenemos que entender que la gente necesita flexibilidad, si seguimos pensando que una jornada rígida de 9am a 6pm va a funcionar estamos equivocados”, precisó Paola Carranco.
Mientras México siga atrapado en las viejas ideas virreynales no llegará el siglo XXI como no llegó el siglo XX. A pesar de los discursos de los políticos la realidad siempre ha sido otra. El problema es la falta de humildad de la sociedad mexicana para aceptar que necesita cambiar sus ideas, sus hábitos, costumbres y crear nuevas ideas, hábitos y costumbres acordes a una sociedad altamente democrática, interesada por mejorar la vida de todos los ciudadanos, en donde el conocimiento y la sabiduría tienen un lugar importante en la vida de las personas.
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