Al igual que el bachillerato, el sistema universitario mexicano es endeble. En tiempos recientes ha recibido dos fuertes golpes, el primero con el viejo PRI que temiendo su derrumbe desde 1968 ha considerado a las universidades como un sistema productor de comunistas por ello las mantiene fuera del presupuesto. El segundo, cuando el viejo PRI cambió los ideales de la revolución mexicana por el liberalismo social y entonces apostó por el mercado abandonando el sistema universitario público. Bueno, 24 años después, el mercado no ha logrado cambiar el tercermundismo mexicano, ni mejorado el sistema universitario. Es más ninguna universidad privada mexicana aparece con regularidad en los listados de las mejores universidades del mundo. En México todavía se sigue lidiando con la cobertura:
La Secretaría de Educación Pública (SEP) informó a la Cámara de Diputados que el programa destinado a fomentar la expansión de la oferta educativa en los niveles medio superior y superior pretende ampliar anualmente la matrícula en 1.5 por ciento, con el fin de alcanzar, al menos, 40 por ciento del total al concluir el actual sexenio. La dependencia envió un informe al órgano legislativo donde refiere la intención de crear anualmente 20 nuevas instituciones de educación superior (campus nuevos, extensiones o unidades académicas) y aplicar 120 programas por año en las instituciones ya existentes.
Pero quizá lo más patético es que después de 24 años de liberalismo social, las universidades son fábricas de reprobados. Simplemente, no ayudan a los jóvenes mexicanos a convertirse en profesionales. Son instituciones de exclusión que no logran contribuir al desarrollo social y económico del país:
El índice de deserción escolar en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) alcanza 30 por ciento, y en algunas carreras dicho porcentaje llega a 50 (como es el caso de las ingenierías), afirmó Enrique Fernández Fassnacht, rector de esa casa de estudios.
Explicó que en dicha situación influyen factores como carencias en habilidades de comprensión de lectura, comunicación oral y escrita, y razonamiento matemático.
Algunos tardan más tiempo en terminar su carrera tratando de subsanar esas deficiencias, y otros se desesperan y se van antes, señaló en conferencia de prensa, en la que presentó el informe de actividades 2012 de la universidad.
Detalló que han detectado dificultades para leer, que no significa identificar las letras, sino entender y poder reseñar lo que se lee, así como limitaciones respecto al razonamiento matemático, donde lo importante no es tanto operar, sino plantear problemáticas.
Consideró que el sistema educativo del país en su conjunto tiene que cambiar y mejorar los niveles de enseñanza anteriores; indicó que en tanto no haya un esfuerzo institucional más amplio, el nivel superior tendrá que asumir el compromiso de mejorar las habilidades de su alumnado.
En los últimos tres años aumentó el número de alumnos reprobados en el Instituto Politécnico Nacional (IPN), señaló su directora, Yoloxóchitl Bustamante Díez.Las cifras indican que en promedio 40 por ciento de los alumnos del IPN adeudan de una a cinco materias, mientras que solamente la mitad (51%) de los estudiantes aprueba todas las materias del semestre que cursó.
Sin embargo, la directora del Politécnico aclaró que ese incremento de reprobados es parte de una etapa de transición en el reglamento general de estudios que permitió a los alumnos continuar dentro de los planteles aun con más materias reprobadas, en vez de que fueran expulsados como se hacía anteriormente, porque eso representaba que más jóvenes abandonaran la escuela, aumentando así la tasa de deserción escolar.
Al rendir el Informe de la Administración del IPN 2010-2012, Bustamante Díez apuntó que en este último trienio disminuyó la tasa de deserción, pero a su vez aumentó la tasa de reprobados, lo cual también impactará en el número de ingreso de nuevos alumnos.
Ahora, dijo “tendremos que aceptar a menos jóvenes, porque al descender la deserción, hay menos lugares”.
“La reprobación oscila entre el 35 y 40 por ciento. Entonces creció, aunque también aumentó el número de los que aprobaron desde la primera vez. Es un juego de proporciones entre los que aprueban y los que no lo hacen”, enfatizó.
Por un lado, en los últimos tres años, el IPN logró bajar la cifra de jóvenes que desertaban, pero al mismo tiempo se disparó la cifra de reprobados y al tener más alumnos retenidos en los planteles, hay menos opciones de lugares para los de nuevo ingreso.
El sistema educativo mexicano nomás no encuentra la solución. Y los 24 años de liberalismo social parecen alejarnos más del desarrollo. Solo hay que comparar las mismas fechas con otros países que no han seguido las recetas contra el tercermundismo. Uno de ellos es China.
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