En Michoacán los medios publican sobre el cierre y destrucción de escuelas laicas, lo más interesante es que el gobernador parece estar atado de manos:
Unos 200 disidentes de la comunidad religiosa Nueva Jerusalén salieron en marcha hacia Morelia, la capital de Michoacán, para exigir al gobierno estatal que intervenga, pues fanáticos religiosos cerraron las escuelas de educación básica en agosto de 2011, con el argumento de que la educación es cosa del demonio y es contraria a los designios de la Virgen del Rosario, santa patrona de esa población, fundada en 1973 por Papá Nabor, fallecido en febrero de 2008. El gobernador Fausto Vallejo Figueroa dijo estar entre la espada y la pared, pues la comunidad está dividida en posiciones radicales: por un lado, un grupo fanático se rige por principios religiosos extremos; por otro están los disidentes, que favorecen el laicismo en la educación, presididos por dirigentes de la CNTE.
Después de cerrar la escuela, se destruye:
Seguidores religiosos de un “obispo” que se hace llamar Martín Le Tour en la comunidad Nueva Jerusalén, del municipio de Turicato, Michoacán, destruyeron una escuela de adobe y láminas, a fin de impedir que el próximo ciclo escolar se impartan clases de preescolar y primaria. Pobladores del lugar que no comulgan con el “obispo” denunciaron que han sufrido ellos y los docentes “una persecución sin descanso”, con el fin de impedir el derecho a la escuela que tienen los niños. El año pasado los afectados denunciaron ante el gobierno del estado y la Secretaría de Educación del Estado los presuntos acosos, pero hasta el momento nadie había intervenido. Una comisión de funcionarios del gobierno del estado se trasladó al lugar para tratar de mediar la situación que tiene al filo del conflicto a esta comunidad. En la administración gubernamental pasada, la secretaria de Educación en el Estado, Graciela Andrade, días antes de dejar su cargo en febrero pasado, anunció que la dependencia interpondría una denuncia penal y administrativa en contra de los responsables que impedían las clases. No obstante, la demanda no se interpuso. Martín Le Tour está en contra de la educación por considerar que enseñan “materias prohibidas” como ciencias naturales y otras que dicen “son del diablo, porque le enseñan a la gente las partes del hombre y la mujer”.
Mientras el gobierno estatal es capaz de movilizar a la policía y de traer a la PFP a golpear estudiantes universitarios (uso y costumbre del viejo régimen) parece incapaz de detener la destrucción de una escuela pública:
Al maestro Armando Munguía le tocó levantar el censo de alumnos y hacer las gestiones para poner la primera escuela en Nueva Jerusalén. Acudió a ver las ruinas aunque dice que lo que le da “más terror es tener autoridades patito que no apliquen la ley”. Junto con sus compañeros, tenía la ilusión de sacar a la primera generación de niños escolarizados en toda la historia de la comunidad. Los otros 12 maestros de su escuela, la Vicente Guerrero, ya pidieron ser reubicados en otras comunidades y quizá él también lo haga. Los padres de los estudiantes de la escuela destruída nacieron en la comunidad y por ese motivo sólo algunos saben leer y escribir. Ellos no quieren que sus hijos vivan tambiénen el oscurantismo .De los 2 mil 533 moradores en aquel poblado del municipio de Turicato, Michoacán, 816 –de 15 años de edad en adelante– no tienen escolaridad. De ellos, 679 viven sin conocer las primeras letras. Otros 243 acabaron la primaria y 98 la secundaria. En todo el pueblo hay siete personas con educación posbásica, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Los padres de familia solicitan la acción del gobierno estatal:
Miembros de la asociación de padres de familia de la escuela Vicente Guerrero de la Nueva Jerusalén hicieron pública su demanda para que sea reconstruido el plantel, luego de que el pasado jueves un grupo de religiosos destruyó las ocho aulas de preescolar, primaria y telesecundaria. Emiliano Juárez Damián y Albino Rojas Hernández responsabilizaron al gobierno del estado “por haber tolerado” la destrucción de las aulas (que duró más de ocho horas sin que ninguna fuerza pública o autoridad municipal o policiaca tratara de impedirlo) y de no haber detenido hasta el momento a ninguno de los más de 30 responsables que participaron en los hechos. El viernes pasado, el gobernador del estado, Fausto Vallejo Figueroa, y el secretario de Gobierno, Jesús Reyna García, ofrecieron públicamente “aplicar la ley ante los hechos y castigar a los culpables”. La escuela Vicente Guerrero de la comunidad Nueva Jerusalén, ubicada en el municipio de Turicato, funciona bajo la clave escolar 16DIR5298E, que le fue otorgada y autorizada hace seis años, después de más de 30 años sin tener acceso a la educación. Con esa clave comenzó a funcionar desde 2006 con siete grupos de primaria y dos de preescolar. Hace dos años se añadieron tres aulas de telesecundaria.
El siglo XVI permanece en algunas comunidades mexicanas:
Hace ya varios años se rebelaron contra las reglas de la divinidad que les han proscrito hasta la luz –a eso se debe que las casas de dos colonias completas no tengan ventanas hacia la calle– y, a causa de esa resistencia, hoy decenas de pobladores de la localidad Nueva Jerusalén, en Turicato, Michoacán, viven aterrorizados de que el séquito de Martín de Tours –supuesto sucesor dePapá Nabor– y la vidente Rosa Gómez Gómez cumplan su amenaza: incendiar las casas de cada uno de los insurrectos a sus normas. Habitantes de la comunidad exigen con urgencia la aplicación del estado de derecho no sólo por parte del gobernador Fausto Vallejo Figueroa, sino del gobierno de la República. Temen por sus vidas, pero también claman por acceder a sus derechos humanos elementales de enseñanza, libertad de culto y libertad a secas.
Será muy difícil insertarnos en las sociedades del conocimiento mientras las ideas virreynales sigan vigentes en la sociedad mexicana. El fanatismo religioso o fanatismo político son un lastre para una democracia madura. Seguir en la administración de la ignorancia y la pobreza nos hace permanecer en el siglo XVI.
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