La sociedad mexicana sigue siendo una cultura oral; se lee para asuntos cotidianos o laborales o legales, a veces. La escuela mexicana produce solamente lectores no funcionales. Parece que el objetivo de la escuela es alejar de la lectura a los estudiantes una vez que logran leer, a duras penas, textos simples y pedagógicos. La cultura lectora es tan poco apreciada en México que incluso se han propuesto crear instituciones de educación formal para enseñar a ser escritor:
Arturo Carrasco llegó a la Escuela Mexicana de Escritores. En poco más de un año ha descubierto que se aprende a escribir escribiendo, que la literatura, como toda arte, no se asimila en un manual sino que es un asunto orgánico y una labor continua por encontrar la voz propia.
En las escuelas de escritores el talento no se vende, tampoco forma parte de asignaturas ni se consigue mediante un diploma con validez oficial. Con el tiempo, se han convertido en espacios necesarios donde el aspirante a escritor se forja, vence sus egos y afirma la autocrítica; allí adquiere disciplina y calidad literaria.
En México abundan los talleres literarios, cursos y diplomados de literatura; unos impartidos en casas de cultura y muchos en instituciones de la iniciativa privada. Incluso es un país pionero en escuelas para escritores. En 1986 se creó la Escuela de Escritores de la Sogem, que fue la primera en su tipo en América y España.
Hoy existen por lo menos cinco escuelas para escritores, ¿Ayudan a forjar escritores? Académicos, directivos, escritores y estudiantes aseguran que las escuelas funcionan, que son espacios para la creación y la autocrítica, que allí no van a encontrar el talento pero sí a forjar la disciplina, que hay premisas que deben cumplir, que es un oficio de mucha disciplina y que deben terminar con el prejuicio que existe de que un escritor se hace leyendo y en la calle.
“Hay un prejuicio muy grande contra las escuelas de escritores; ¿por qué si hay una escuela de pintura, una de música, una de cine, una de fotografía o una escuela de danza, no habría de haber una escuela de escritores?”, señala Mario González Suárez, el escritor que dirige la Escuela Mexicana de Escritores, creada en mayo de 2011.
Las escuelas de escritores suelen ser ejercicios de escritura, de tallereo, de lecturas en voz alta, de acompañamiento de tutor-alumno y de alumno con alumno, son espacios para la discusión, el análisis y la autocrítica. Sandra Lorenzano, escritora y vicerrectora comenta: “Creo que no se puede ‘enseñar’ a escribir, pero sí se puede acompañar en un proceso formativo, de conocimientos de las diversas herramientas creativas, y de descubrimiento de los caminos que la escritura puede abrir”.
Para Elsie Méndez Baillet, directora desde hace un año de la Escuela de Escritores de la Sogem, institución con 25 años de trabajo, las escuelas de escritores brindan herramientas y un punto de vista, un consejo, pero solamente eso, pues dice que si el escritor no trabaja no logra nada. “Trabajamos a través de talleres, de escribir, de leer, de escuchar opiniones de los demás y de corregir. Cuando el alumno termina tiene escritos unos dos cuentos, tal vez un tercio de novela, un guión de cine o tal vez proyecto para televisión”.
Desde hace décadas el discurso de los gobiernos federales y estatales ha sido la de crear una cultura de lectores mexicanos. Se han creado ferias del libro, se proponen campañas de fomento a la lectura, se crean bibliotecas públicas..... incluso se crean leyes para el fomento de la lectura. Los resultados son iguales a las promesas de trabajo y salarios dignos.... más palabras que hechos tangibles:
En el Distrito Federal hay todas las regulaciones para hacer de México un país de bibliotecas y lectores, pero no existen las mejores condiciones. Desde el 22 de enero de 2009 hay una Ley de Bibliotecas Públicasdel DF que dispone la creación de bibliotecas, la mejora de esos espacios; sin embargo, la entidad no coordina los 409 recintos que existen porque en realidad están a cargo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, dentro de la Red Nacional de Bibliotecas.
Esa ley que fue aprobada por la cuarta legislatura de laAsamblea de Legisladores del DF también dispone la instalación de una Red de bibliotecas públicas de la ciudad, la creación de una Dirección General de Bibliotecas como "organismo público desconcentrado dependiente de la Secretaría de Educación" del GDF y el establecimiento de la Biblioteca Central Bicentenario, en enero de 2010; sin embargo, nada de eso se ha cumplido. El 17 de agosto de 2011 se emitió fue el Reglamento de la Ley de Bibliotecas del Distrito Federal, en el que parten de la certeza de que "las bibliotecas públicas son un recurso imprescindible que incentiva y apoya los procesos de mejora de la enseñanza, el progreso cultural de la persona y los grupos sociales". Con la intención de cumplir el mandato, desde la Secretaría de Educación Pública han creado espacios de fomento a la lectura en más de 2 mil 200 comités vecinales; allí han repartido alrededor de 53 mil libros -aproximadamente 24 volúmenes para cada comité vecinal, 12 libros para niños y 12 de consulta-; esa labor está a cargo de ciudadanos, como es el caso de Emilio Calderón, quien es el hombre más conocido de los alrededores del mercado Tacuba.
Emilio, con apoyo de un pasante de literatura egresado de la Universidad del Claustro y otros tantos sociólogos y arqueólogos de la colonia Tacuba, ha emprendido el espacio de lectura entre la comunidad y ha creado una "pequeña biblioteca" con alrededor de 150 ejemplares.
Suárez Prado dice que desde la Secretaría han tratado de cumplir la obligación legal aun cuando carecen de presupuesto y de dirección.
Reconoce que es incongruente que haya una ley y un reglamento, pero no existan bibliotecas. "Entiendo que es una dificultad seria pero al aprobar la ley y no dar la obligación de situarnos fondos para crear, no hay una sanción para la propia Asamblea si no lo hace, en la ley tampoco hay una sanción en caso de incumplimiento, entonces es lo que en términos jurídicos se llamaría una ley imperfecta: ‘hágase y si no se hace no pasa nada'".
Mientras tanto, siguen y siguen las campañas de fomento a la lectura. Lo curioso es que mientras las televisoras son capaces de coaccionar el voto por un determinado candidato, las campañas de fomento a la lectura, son ineficaces, aburridas y copian la pedagogía escolar, por lo tanto, no funcionan gran cosa:
Con el objetivo de fomentar la lectura, el Canal 22, de televisión, transmitirá la campaña "Leamos Juntos", a través de las cuatro señales de la televisora.
En distintas cápsulas durante su programación habitual presentará a autores mexicanos e internacionales que forman parte de este proyecto que demuestra que cualquier persona puede leer en todo lugar y momento.
Por otra parte, Conaculta sigue aumentando su acervo de libros.... y no sabe que hacer con las herramientas digitales del siglo XXI:
Más de 2 millones de ejemplares de 300 títulos impresos, 200 títulos en braille, 73 libros de consulta y 200 audiolibros de 134 sellos provenientes de 74 editoriales serán adquiridos por el Conaculta para dotar a cerca de 3 mil 500 bibliotecas públicas como parte del Programa de selección y adquisición de acervos para bibliotecas públicas México Lee. La Dirección General de Bibliotecas se comprometió a aportar 4 millones de pesos anuales para el programa de capacitación del personal bibliotecario, a fin de que adquieran herramientas para atraer nuevos públicos. Esta iniciativa tiene como finalidad que los usurarios de 47.7% de las 7 mil 337 bibliotecas establecidas en el país cuenten con una mayor oferta editorial para el acercamiento a la lectura, además de un acervo diverso tanto de literatura nacional como universal. Los recintos que serán beneficiados son aquellos que cuentan con espacio para recibir los libros, que estén abiertos cinco o seis días de la semana, den servicio al menos ocho horas diarias y tengan Internet. La presidenta de Conaculta, Consuelo Sáizar, se pregunta: “¿a qué dar importancia?, ¿a qué dirigir los recursos? ¿a construir librerías de ladrillo o a digitalizar libros y ponerlos en las plataformas? En el caso del Conaculta es mucho más grande la preocupación tratándose de las bibliotecas públicas: hay que adquirir libros electrónicos o adquirir libros de papel?”.
Mientras los responsables de las bibliotecas públicas quedan como una mala puesta de Hamlet, el mundo sigue creando nuevos contenidos y nuevas publicaciones en línea:
Con el propósito de brindar una herramienta para el público joven de obtener información deseada en cultura, deportes, espectáculos o información general, se lanzó la revista digital www.erukto.com, en la Fábrica de Artes y Oficios (Faro Oriente). José Luis Ayala, director editorial de la revista, comentó que la idea es también a través del proyecto, recomendar a los visitantes algo más que pueda ser de gran interés. Otra opción que brinda la revista es cómo poner un negocio propio y ser un empresario, a través de consejos a cargo de especialistas, quienes también darán a conocer algunos errores que uno debe de evitar.
Y la venta de libros electrónicos crece rápidamente, mientras las ventas del libro físico sigue perdiendo vigor:
En el 2011, los e-books superaron en ventas a los ejemplares de ficción de tapa dura por primera vez en Estados Unidos.
Las ventas netas de libros electrónicos crecieron hasta abarcar el 15% del mercado en el 2011, desde el 6% en el 2010, según la Asociación de Editoriales Estadounidenses y el Grupo de Estudio de la Industria del Libro.
Las ventas totales del mercado editorial en Estados Unidos cayeron un 2.5%, a 27,200 millones de dólares en el 2011, desde 27,900 millones de dólar en el 2010, según el informe. La industria editorial ha sido más optimista recientemente sobre el crecimiento de los libros electrónicos, pero también se ha mostrado temerosa por el impacto de Borders, que llegó a ser el segundo mayor minorista editorial de Estados Unidos, que liquidará su negocio de 40 años en septiembre.
La lectura en el siglo XXI parece será responsabilidad de las mujeres:
Las mujeres leen hoy más que los hombres, revelan investigaciones culturales de diferentes países, afirma Juan Domingo Argüelles.
“Pero no porque no tengan nada qué hacer, como suele decirse para restar importancia a sus capacidades, sino porque leen más a pesar de tener menos tiempo disponible y a pesar, también, de que las dos terceras partes del analfabetismo mundial están representadas por mujeres”.
Según datos de algunos estudios en Francia, de cada diez lectores de novelas, siete son mujeres. “Han llegado a la conclusión que la lectura de libros, sea en formato digital o en el tradicional, es cada vez más un hábito femenino que masculino. Apuntan que los hombres han ido abandonando cada vez más el libro, mientras que las mujeres nunca lo han dejado”. Argüelles, observa que “el género burgués por excelencia de la literatura es la novela y quien hizo que escritores como Flaubert, Balzac, Stendhal o Víctor Hugo fueran los grandes vendedores de libros fue el público femenino. En ese entonces, la mujer tenía el tiempo para leer y los hombres creían que leer novela era perder el tiempo”.
Otro estudio efectuado en Inglaterra en 2009 sobre dos mil lectores corrobora estas estadísticas y permitió a los investigadores establecer una tipología. “Los más ávidos de todos son los page turner (gira-páginas), lectores con una verdadera dificultad para despegarse de la trama y resignarse a dejar el libro de lado, aunque sea para dormir. A este grupo, con el mayor índice de lecturas al año, pertenecen 48 por ciento de las mujeres, frente a 26 por ciento de los hombres”.
Si se desea crear una cultura lectora mexicana es necesario que la sociedad mexicana tome las riendas, dejar la lectura a la escuela o a los gobiernos seguiremos creando lectores infuncionales, y si dejamos la tarea del fomento de la lectura a las televisoras solamente obtendremos candidatos políticos impuestos por la mercadotecnia. Para crear una cultura lectora lo más sencillo es leer; leer en voz alta; leer en compañía de la familia; leer en un sillón o recostado. ¿Por qué no apagas tu televisión por la noche, de 7 a 9, y aprovechas tu tiempo para leer simplemente por placer?
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