Los resultados obtenidos en las pruebas nacionales e internacionales han revelado en la última década que la lectura es un hábito impuesto por nuestro pasado virreynal. En nuestra memoria colectiva no hemos aceptado el castellano como una de las lenguas maternas del país. Leer sigue siendo solo una actividad para un grupo pequeño dentro de la sociedad mexicana. Las grandes esperanzas puestas en crear un país plenamente democrático, planteado en los sueños de los rebeldes de la guerra de independencia, no cuajan. Ni los grandes programas educativos, ni los esfuerzos escolares, ni las propuestas de los gobiernos federales de los últimos 200 años han logrado un cambio. Por ejemplo, todavía se propone hacer leer por decreto y mediante la publicación de libros que quizá no interesen a los niños y los jóvenes mexicanos. La lectura todavía es un fetiche del poder, no un derecho humano, ni una actividad gozosa:
El titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Emilio Chuayffet Chemor, informó que con motivo del centenario del natalicio de Octavio Paz, se distribuirán entre los jóvenes que terminen la secundaria más de 1.2 millones de libros con la antología de la obra del poeta y ensayista.
Durante una reunión con directivos del Fondo de Cultura Económica (FCE), el funcionario federal dijo que la intención es que cada joven que egrese de la secundaria en el país comience a leer a Paz.
Porque queremos fomentar la lectura.
Sin embargo, el propio mercado editorial latinoamericano y en especial el mexicano, es un mercado colonial. La gran mayoría de los libros se importan y son traducciones de escritores que escriben en otro idioma, que no usan el castellano:
El director del Fondo de Cultura Económica (FCE), José Carreño Carlón, confió en que existen las condiciones necesarias para superar el aislamiento, rezago y post-colonialismo editorial en América Latina.
“Hoy somos 600 millones de habitantes en 20 países y no merecemos tener una industria editorial tan débil”, advirtió. Subrayó el reto que se ha planteado el FCE para impulsar la construcción de un mercado editorial latinoamericano sin la intermediación de editoriales multinacionales, como ocurre en la actualidad.
“Hubo un esquema post-colonial de grandes empresas españolas que compraron editoriales locales, nacionales, y se quedaron con los derechos de autores de la región, pero sólo para hacer circular sus libros en sus países de origen, no para difundirlos en Latinoamérica".
El funcionario mexicano citó como ejemplo el caso de la obra crítica literaria del escritor argentino
Julio Cortázar, que sólo se puede conseguir en Argentina, porque no ha llegado a otros países como México.
Para modificar esas falencias, “lanzamos una convocatoria para que el mundo hispano, en su sentido más amplio, nos ofrezca aportaciones, ideas y propuestas para ver qué se espera del Fondo al entrar en su novena década, porque cumplirá 80 años en septiembre próximo”.
Y un gran problema es que la sociedad mexicana no lee. Tampoco parece importarle mucho ser una sociedad alfabetizada que lee apenas lo necesario. Las encuestas sobre lectura muestran que solo la mitad de los mexicanos leen, en promedio se lee 2.9 libros por año y se prefiere ver la televisión (no por nada los mexicanos son los que consumen más videos en YouTube en el mundo):
La lectura no es un hábito entre los mexicanos, pues en promedio sólo leen 2.8 libros al año y casi la mitad de la población prefiere ver la televisión.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), México ocupa el penúltimo lugar de un listado de 108 naciones en los índices de lectura a escala mundial.
La Encuesta Nacional de Lectura 2012 –publicada por la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana– reportó que 35 de cada 100 mexicanos no han acabado un libro en su vida y sólo 12 de cada centenar dedican su tiempo libre a leer. En contraste, 42 por ciento prefiere la televisión.
Los datos del estudio señalaron que tres de cada 10 jóvenes de entre 12 y 17 años respondieron que no les gusta leer, 61 por ciento de los encuestados comentó que no lo hace por falta de tiempo y 48 de cada 100 no había asistido a una biblioteca. En México hay una biblioteca pública por cada 15 mil habitantes.
Las campañas para promover el hábito de la lectura se han orientado a fomentar sus múltiples beneficios,, sin embargo, el poder adquisitivo de la mayoría de los mexicanos reduce sus posibilidades de acceso a los libros y también se deben considerar cuestiones de salud.
Porque no se trata sólo de falta de voluntad: 43 por ciento de la población requiere servicio optométrico y la vista de más de 6 millones de niños desde que nacen hasta los 14 años necesita atención médica, según la Asociación Mexicana de Facultades, Escuelas, Colegios y Consejos de Optometría.
Así se ve más el video de leer 20 minutos diarios del Barcelona que leer en realidad 20 minutos un buen libro:
Los programas de fomento a la lectura han resultado actividades poco relevantes en la sociedad Mexicana:
Los niveles de lectura en el país “no son muy alentadores, puesto que en 2006 según una investigación se sostuvo que se leía 2.9 libros per capita. Ahora los resultados de la Encuesta Nacional de Lectura 2012 arrojaron el dato estadístico de 2.94”.
Así lo señalaron José Ángel Quintanilla, presidente del Consejo Directivo de la Fundación Mexicana para el Fomento de la Lectura (FunLectura), perteneciente a la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem), y el coordinador Lorenzo Gómez Morin. No se esperaban cambios porque las políticas públicas para la promoción de la lectura en el sexenio (pasado) no fueron ni importantes ni sostenidas, de manera que no había expectativa de alguna mejora.
La encuesta también arrojó que se lee mucho menos revistas y periódicos que libros.
La lectura no es entendida ni aceptada como un derecho ciudadano de primera necesidad, señaló Gómez Morín.
La encuesta nacional titulada De la penumbra a la oscuridad se presentó en la feria del libro de la ciudad de México.
La cifra de 2.94 libros fue uno de los resultados de la Encuesta Nacional de Lectura 2012 realizada por la Fundación Mexicana para el Fometo de la Lectura AC (Funlectura).
Las 2 mil entrevistas con 89 preguntas, fueron realizadas a personas entre 12 y 66 años, y permiten concluir que al comparar el comportamiento de lectura de libros entre 2006 y 2012 hay “una disminución muy significativa en el número de lectores de libros (una caída de 10%), y el resultado actual es que más de la mitad de la población no lee libros”.
Ante la pregunta directa: ¿Usted actualmente lee libros? en 2006 56.4% respondió que sí, y en 2012 el 46.2% dio una respuesta afirmativa, esto quiere decir que 53.8% en 2012 reconoció no leer libros.
Un análisis más a fondo reveló que a 34% de los mexicanos le gusta leer mientras que a 65% no le gusta; 73% dijo que lee entre mucho y algo, mientras que el resto mencionó que lee entre poco y nada. Cuestionados acerca de cuánto gastan en libros, 69% dijo que no gasta nada en un mes, en libros, y 13% indicó que gasta entre $50 y $250.
Otro de los problemas es el sistema de bibliotecas públicas del país, son espacios dedicados principalmente a las tareas escolares de la educación básica y los intentos de digitalizar los acervos ha sido un fracaso:
Intentar descargar o al menos abrir, para leer, uno de los libros digitales de cualquiera de los acervos adquiridos por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) a finales de 2012, cuyo costó superó los 350 millones de pesos, es cosa casi imposible porque no sólo es de difícil acceso, además es poco funcional para los usuarios habituales de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas.
Se trata de materiales comprados de manera arbitraria, mediante convenio con la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). En esos acervos hechos para usuarios de España, hay de todo: enciclopedias iberoamericanas, enciclopedias españolas, audiolibros, cursos de inglés y una amplia base de datos con más de 28 mil artículos y más de 30 gráficos e ilustraciones de medicina con recomendaciones de médicos pero en Perú. La mayoría de los acervos están bloqueados e incluyen la leyenda “Acuda a la biblioteca pública de su localidad”; sin embargo, al llegar a la Biblioteca de México nadie sabe cuál es la contraseña, los trabajadores argumentan que nadie les había pedido la contraseña y que a ellos sólo les han informado de la actualización de la página. Los libros de la Biblioteca Digital ocupan más de 100 megas, lo que implica que en las computadoras de la misma Ciudadela se requieran 2 horas y media para “abrir” los textos completos.
El Distrito Federal (DF), pese a ser la segunda entidad con mayor número de habitantes (poco más de 8 millones 800 mil, de acuerdo con el Censo del INEGI de 2010), es la quinta en cuanto a cantidad de bibliotecas, pues con sus 408 está detrás del Estado de México, Puebla, Tabasco y Veracruz, según el Atlas de Infraestructura Cultural del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. El Gobierno del Distrito Federal (GDF) tomó la decisión de crear una Dirección General de Bibliotecas que elaboró un diagnóstico para conocer sus acervos y cuál es su relación con la comunidad. Existen 408 bibliotecas en el DF, 269 son administradas por las delegaciones respectiva, 44 pertenecen a alguna entidad del GDF y el resto es administrado por la Federación o instituciones y fundaciones privadas.
A finales de 2012 se elaboró el estudio, con mil 200 cuestionarios aplicados en las 16 delegaciones, del cual se obtuvo que los habitantes del DF, si bien consideran que es poco el tiempo libre que tienen, 33 por ciento prefiere ver televisión que ir a una biblioteca, lo que hace apenas 2 por ciento de los capitalinos.
De acuerdo con la directora general de Bibliotecas del DF, Carmen Pérez Camacho, cuando las personas en la Ciudad de México piensan en palabras como “lectura” o “lector”, solo 8 por ciento las relaciona con bibliotecas.
“Más de la mitad de los habitantes de la capital han visitado una biblioteca (62 por ciento), pero 33 por ciento tiene más de cinco años que no ha regresado a una de ellas. Solo cinco de cada 10 personas de nivel socioeconómico bajo las han visitado.”
A la pregunta de por qué no van a las bibliotecas, las respuestas fueron: las personas no tienen tiempo, 80 por ciento; 27 por ciento considera que se encuentra lejos de donde vive, y 23 no sabe dónde están o no las conoce.
“Hoy que estos espacios pueden ser parte para todos porque no se cobra el acceso, porque se han incrementado y diversificado los servicios que prestan, hoy se percibe un cierto abandono y un serie de problemas que no se han dimensionado”, a decir de Pérez Camacho.
Sin embargo, en el siglo XXI el reto de la sociedad mexicana es: Leer o o no leer he ahí la cuestión. Sin una sociedad con acceso a buena educación ni tendremos una democracia plena, ni llegará el desarrollo económico.
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