Hay una sensación de malestar en la vida pública de México. Es una sensación conocida, basta recordar algunas fechas recientes. 1968 el inicio de un malestar estudiantil que terminó con una fuerte represión por parte del gobierno mexicano. 1971 otra manifestación de malestar público que culmina con el famoso "halconazo".
A partir de 1976 inician las cíclicas crisis económicas sexenales que nos invitaban a reconstruir nuevamente un país llamado México. En 1985 retiembla en su centros la tierra y nos recordó la fragilidad de nuestra existencia y esperanzas, también nos enseñó una nueva forma de organización colectiva y social. La palabra solidaridad tuvo un nuevo significado.
Recuerdo 1988 debido a que fueron las primeras elecciones presidenciales de las que participé, y fue una desilusión que terminara por "caerse el sistema". Llega 1994 y un grupo de "alzados con capucha" nos recuerda que existe una raíz profunda que no deja de crecer y de cuando en cuando sus ramas nos regala una flor.
Nos alcanza el 2006, y en el aire flota una vieja sensación de malestar en la vida cotidiana, un abejorro que no deja de batir sus alas.
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