En Oaxaca, estado del sur de México, se ha manifestado un conflicto complejo. A pesar de las diferencias entre el movimiento de 1968 y el actual, ambos coinciden en que emergen del espacio educativo. En 1968 son los estudiantes universitarios, en 2006, es un movimiento magisterial.
Los dos movimientos inician con peticiones específicas al ámbito educativo, pero el conflicto comienza a escalar, a demandas políticas y sociales. Por parte del gobierno, responde primero con indiferencia y condescendencia, una actitud que relaciono con una postura autoritaria. Después busca crear en la opinión pública una imagen de agresión, insurreción, peligro social, de las organizaciones que participan del movimiento. Se utilizan los medios masivos de comunicación, se emiten discursos. Resulta muy extraña esta forma de reaccionar, como si las personas que se encuentran ocupando puestos de elección popular o funcionarios públicos olvidaran que la existencia de este país llamado México es producto de "insurgentes", "insurrectos", "alzados". No entenderíamos la historia mexicana sin los nombres de insurgentes como Miguel Hidalgo y Costilla, Vicente Guerrero. Tampoco sin los nombres de Francisco Villa o Emiliano Zapata. Como si hubiésemos fracasado en nuestras clases de historia de México, el gobierno federal o estatal, actúa de forma similar a los gobiernos previos al derrocamiento: el Virreynato de la Nueva España en 1810, y la dictadura de Porfirio Díaz en 1910.
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