A lo largo del Siglo XX la investigación ha observado la persistencia del círculo vicioso entre la pobreza y el rezago educativo, los gobiernos y las sociedades civiles de los países en búsqueda del desarrollo económico, especialmente los de América Latina, no han encontrado alguna estrategia que rompa ese proceso sistémico.
Una de las ideas predominantes es creer que la acción individual de los maestros son una vía para mejorar la calidad educativa, sin embargo, las condiciones que rodean a los centros educativos trascienden, el maestro no puede contrarrestar las fuerzas de la pobreza y la migración.
Otra estrategia común, repetida a lo largo de los últimos 100 años, es la de que los gobiernos establezcan un "plan" o "proyecto", esperanzados en que una vez promulgado la palabra sea el vehículo mágico para transformar la realidad. Planes van, planes vienen, el círculo vicioso sigue rodando.
En los últimas décadas los gobiernos han utilizado un enfoque más "estratégico", focalizando segmentos, áreas específicas, poblaciones o sectores localizados, para establecer programas que buscan compensar el rezago educativo, sin embargo, también parecen olvidar que coexisten en esos mismos sectores, rezago económico, político, social y cultural, sumado los limitados fondos financieros con los que cuentan tales programas.
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