El rector de la UNAM nos hace observar que la juventud mexicana se encuentra en una situación poco favorable: o son jóvenes que no tienen acceso a la educación o son jóvenes que tienen educación pero que no obtendrán un trabajo. La situación de la crisis financiera tendrá un efecto muy negativo especialmente en los egresados de las universidades:
José Narro Robles, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), compartió ayer micrófonos con el empresario Carlos Slim, y coincidieron que la crisis económica que afecta a México es grave y severa. Narro resaltó que México hace frente a esta crisis en una de las peores combinaciones, pues tiene a miles de jóvenes sin educación y sin empleo, por lo cual invitó a establecer a la educación y a la juventud entre las prioridades. “Es necesario invertir. Los recursos son escasos, necesitamos otorgar prioridades, estoy convencido que ha llegado el momento para México de decir que la educación y los jóvenes resultan indispensables”, insistió el rector de la UNAM.
Los datos son más que elocuentes, a pesar de las peregrinas declaraciones del gobierno federal, las lecciones aprendidas de las crisis recurrentes en nuestro país, simplemente no provocan cambios estructurales y ni politicas de largo plazo. El juego partidista de nuestra democracia genera que las políticas se transformen en medios publicitarios y con la intención de sobrevivir para el día siguiente:
Los jóvenes que egresan de las universidades tendrán un negativo panorama este 2009, ya que las oportunidades de encontrar empleo se verán más complicadas “hoy que hace 18 meses”, advirtió Alejandro Werner, subsecretario de Hacienda. Reconoció que este año “será complicado”, ya que la dependencia ajustó su pronóstico de crecimiento, que era nulo, a un rango de cero por ciento y una caída de 1.0 por ciento. El secretario de Economía reconoció que se perderán entre 200 y 300 mil plazas laborales en este año, aunado a que la economía del país se contraerá cerca de uno por ciento.
Más de 70 mil mexicanos con estudios profesionales y de bachillerato ingresaron a las filas del desempleo durante el último trimestre del año pasado, revelan las estadísticas de la más reciente Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). Hasta diciembre del año pasado, la tasa de desocupación del país fue de 4.32 por ciento respecto de la población económicamente activa (PEA), lo que se traduce en más de un millón 925 mil trabajadores sin trabajo. Sin embargo, la encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) precisa que 34.95 por ciento de los desempleados registrados el mes pasado contaban con estudios profesionales y de bachillerato, cuando en octubre concentraban 31.27 por ciento del total de desocupados.
Tampoco la sociedad civil se ha transformado, la desvinculación entre las empresas y las universidades es ejemplo de ello. A pesar de que se habla de la emergencia de las sociedades de la información y el conocimiento, el sector empresarial ha privilegiado la maquila y exportación de bienes. Tener trabajos que requieren un bajo nivel educativo y exportar son la peor combinación en la crisis financiera que ralentizará la exportación y la emergencia de China e India como maquiladoras globales:
Los deficientes canales de vinculación entre el sector empresarial y las instituciones de educación superior (IES) han generado que el escenario laboral para los profesionistas mexicanos se torne cada vez más complicado, pues mientras la tasa de desempleo general en el país es de 4.5 por ciento, la desocupación entre los egresados de las universidades asciende al doble, con 9 por ciento, aseguró el subsecretario de Educación Superior de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Rodolfo Tuirán Gutiérrez. El panorama no es sencillo en el actual contexto de crisis, pues el 45 por ciento de los más de 7.8 millones de profesionistas nacionales no realizan actividades relacionadas con su carrera y se han tenido que conformar con trabajos de taxistas, comerciantes o empleos marginales. Reveló que ante esa perspectiva, los profesionales tienen que conformarse con empleos de bajos salarios, pues cuatro de cada 10 perciben un sueldo equivalente a menos de cuatro salarios mínimos; 29 por ciento no cuentan con prestaciones sociales y 23 por ciento no tienen ni contrato. Aceptó que la desvinculación de la industria con universidades y centros de investigación refleja en la práctica una amplia variedad de problemas, siendo el más preocupante “el profundo desequilibrio entre la oferta y la demanda de profesionistas en el mercado laboral, lo cual afecta sobre todo a quienes recién concluyen sus estudios”.
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