Desde el siglo XIX, la educación pública se separó de la influencia de la iglesia católica. Durante la Reforma se creó el registro civil, el matrimonio civil, la libertad de cultos, entre otros elementos que buscan la construcción de un país basado en la democracia. En 1917 la Constitución Mexicana establece el artículo 3o sobre la educación pública que la define como laica y basada en los avances de la ciencia. Sin embargo, la iglesia católica mexicana continua su lucha por insertarse en la educación pública:
El secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, lamentó que la Iglesia haya sido “expulsada deliberadamente de los ámbitos públicos de creación de alta cultura, especialmente de la Universidad y del foro político”, por lo que llamó a construir una “laicidad positiva”, que reconozca más facultades para los católicos en todos los ámbitos de gobierno, en la educación y la cultura. Al dictar una conferencia magistral en el Teatro de la República, donde en 1917 fue aprobada la Constitución que acotó la gestión de la Iglesia católica, el cardenal italiano precisó recordó que “liberales y revolucionarios aplicaron con éxito una estrategia de aislamiento, especialmente en el área de la educación”. Ante rectores de universidades católicas y académicos de escuelas privadas y públicas entre ellos de la UNAM el segundo hombre en la jerarquía del Vaticano expuso que ha llegado el momento de que los católicos tengan más presencia en las instituciones del país.
Estas declaraciones provocan reacciones a profesores universitarios:
Los reclamos de los jerarcas católicos de que en el país se imponga su doctrina en las escuelas públicas de nivel básico evidencian que en esa Iglesia el tiempo se detuvo dos siglos atrás, consideraron expertos en religión y temas sociales. Advirtieron además que, de atender esas demandas, el país podría padecer situaciones como la de Guanajuato, en la que el gobierno panista busca sancionar “conductas morales”. Coincidieron en que dar cauce en el país al reclamo del “derecho divino” que tiene los padres de familia de educar a sus hijos, sin que sea “arrebatado” por los maestros y el Estado, es alejarse de la enseñanza laica, científica y variada que debe prevalecer en la formación de los individuos. Josué Tinoco, especialista en identidad religiosa por la Universidad Autónoma Metropolitana, señaló que al menos desde hace 30 años la cúpula católica mexicana ha buscado imponer la religión en escuelas públicas del país, pero ahora buscan “cobrarle las facturas a Felipe Calderón por su apoyo a sus políticas presidenciales”. Cuando en una nación se impone una sola forma de pensamiento religioso “se suprime la libertad de pensamiento y se considera que un pensar diferente cuestiona la existencia de Dios y no se comprende que se está cuestionando a un grupo político”, apuntó. Llevar esa situación a los centros de enseñanza pública, como insistieron los jerarcas católicos en su Encuentro mundial de las familias, “es grave y hay que dar la lucha a nivel social y de grupos para que no ocurran acciones de ese tipo”.
A sindicatos de profesores:
Contrariamente a la visión de la derecha católica, la laicidad no es estar en contra de la religión: por el contrario es el respeto a todos los cultos, lo que garantiza un espacio de libertad y pluralidad en las escuelas públicas, derecho que no puede estar sujeto a ninguna negociación o presión, advirtieron integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y especialistas en el sistema educativo nacional. Artemio Ortiz Hurtado, secretario general de la sección 18 de Michoacán, y José González Figueroa, líder histórico de la CNTE, aseguraron que imponer una educación “confesional en las escuelas públicas no sólo es inaugurar un nuevo periodo de oscurantismo: es condenar a las generaciones futuras a un sometimiento ideológico”. La violación al artículo tercero constitucional, que establece la obligación del Estado de impartir una educación laica, gratuita y obligatoria, advirtieron, sería atentar contra las bases del sistema educativo nacional para imponer una educación “hipócrita, falsa, ajena al desarrollo científico y al respeto de los derechos humanos”. Las escuelas públicas, insistieron, no pueden admitir ninguna creencia religiosa, sin soslayar que una de las premisas básicas para alcanzar una formación “verdaderamente libertaria es la amplia discusión de las ideas, que sería anulada al imponer la visión dominante de una determinada religión”.
Y sucede que en las declaraciones de las autoridades católicas, parece que se preocupan más por el uso del condón o preservativo que de mejorar la calidad de los aprendizajes de los niños y niñas de México:
La Iglesia católica advirtió ayer que el uso inmoderado del condón puede provocar una adicción similar a la que ocurre con el tabaco, y afirmó que esa es la verdadera razón por la cual se están regalando masivamente preservativos por parte de las empresas que los fabrican. El rector de la Antigua Basílica de Guadalupe, Pedro Agustín Rivera Díaz, sostuvo que el promover el uso ordinario del condón y obtenerlos fácilmente en cualquier sitio no es un buen síntoma, pues se está fomentando una suerte de vicio. “Es el impulso de toda esta campaña en favor del preservativo, cuando se distribuye algo de manera gratuita, se está promoviendo su uso y nos puede llegar a suceder como con el tabaco.
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