Los medios han publicado las dificultades de los egresados de las universidades mexicanas. El mundo ha cambiado y México ha sufrido las consecuencias adaptándose con algunos ajustes. Sin embargo, a pesar de la inversión en tiempo, esfuerzo y dinero en la educación superior, cursar más años en la educación no garantiza mejorar la calidad de vida de muchos mexicanos. El subempleo y los bajos salarios son la vida cotidiana para muchos de los profesionistas:
Sonríen enseñando todos los dientes a unos 500 clientes por turno. Saludan, toman la orden, reciben dinero, dan cambio, entregan el ticket y despiden al cliente. Son los obreros calificados del siglo XXI. Los empleados de las cadenas de comida rápida son jóvenes, muy jóvenes: la mayoría no rebasa los 23 años. La mitad estudian y trabajan. Para muchos el McDonald’s, el Burguer King o el Starbucks es su primer empleo. Su única opción para entrar al mundo laboral con las prestaciones mínimas de ley. No es raro encontrar un obrero fast food que cuenta con una licenciatura o que está estudiando una carrera. Además, miles de estudiantes y desempleados quieren ponerse el mandil. Cada sucursal de Burguer King recibe hasta 20 solicitudes diarias. A Starbucks llegan por internet 650 peticiones al mes, pero sólo tienen 3 mil plazas ocupadas en todo el país. Y en las mesas de los reclutadores de McDonald’s descansan cientos de currículas. Los empleados fast food le ponen carne y hueso a las estadísticas del Instituto Mexicano de la Juventud, que dice que cuatro de cada 10 jóvenes ingresan al mercado laboral a los 15 años. El 30% de ellos lo hace en el comercio informal. La mayoría trabaja sin prestaciones de ley en pequeños negocios y otros tantos logran colocarse en los codiciados negocios de comida rápida o en las grandes cadenas de cine.
Hay 7.1 millones de profesionistas en el país:
En México uno de cada 10 profesionistas con un empleo estable no tiene acceso a prestaciones de ley, mientras que 26.1 por ciento obtiene ingresos por tres salarios mínimos, es decir, poco más de 5 mil pesos mensuales. Un análisis de la Secretaría de Educación Pública (SEP) revela que al menos 3.6 por ciento se encuentran en pobreza extrema y 9.4 por ciento, en moderada. El documento Panorama del mercado laboral de profesionistas, señala que 12.9 por ciento de la población del país de 25 a 64 años tiene licenciatura, lo que representa una población de 7.1 millones de personas, a los que se suman 865 mil profesionistas que emigraron a Estados Unidos, de los cuales 125 mil cursaron maestría o doctorado.
No todos trabajan, por diversas razones:
El impacto del desempleo, advirtió, tiene un efecto diferenciado de acuerdo con la licenciatura de egreso, pues informó que dos tercios de profesionistas desocupados proviene de nueve carreras: administración, derecho, ingenierías (mecánica, computación, eléctrica, industrial, textil), contaduría y finanzas, sicología, ciencias de la comunicación, pedagogía y ciencias de la educación, mientras que la mayoría de quienes egresaron pero no buscan ni tienen empleo cursaron licenciaturas como antropología, arqueología y etnología; diseño industrial y de interiores, artes plásticas, filosofía y humanidades, nutrición, ciencias de la salud, químicos farmacobiólogos, bioquímica, enfermería y diseño gráfico.
Cuatro de cada diez profesionistas en México trabaja en una actividad que no está ligada a la carrera que estudió; pero quienes terminan buscando un ingreso como taxista o vigilante son los antropólogos, etnólogos, arqueólogos, historiadores, geógrafos, geólogos, agrónomos o ingenieros químicos industriales. De acuerdo con datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), hasta el último trimestre de 2009, 37 por ciento de los mexicanos que cuentan con estudios superiores trabaja en ocupaciones no profesionales. El subsecretario de Educación Superior, Rodolfo Tuirán, explicó que ante la crisis económica, que el año pasado dejó sin empleo a más de 400 mil profesionistas, algunos se vieron obligados a obtener un ingreso como operador de transporte o en tareas de protección y vigilancia. En el último trimestre del año pasado, la tasa de desocupación general en el país fue de 6.2 por ciento; mientras que para los profesionistas fue de 5.7 por ciento. En cambio, esta desocupación fue menos grave para las personas que no tienen estudios, ya que el desempleo en este sector fue de 2.7 por ciento, y para los que no concluyeron la secundaria la posibilidad de estar desempleada se redujo a cinco por ciento.
Del total de ambulantes que se dedican a vender artículos para el cuidado de la salud, 6 por ciento son universitarios; mientras que más de 5 por ciento de los que ofrecen ropa nueva y accesorios de vestir también estudiaron una carrera. Los datos de los profesionistas que se dedican al ambulantaje también revelan que del total de personas que ejercen el comercio informal de artículos para el hogar y otros enseres domésticos, 4 por ciento estudiaron una licenciatura o ingeniería. Del total de comerciantes que ofrecen en el mercado informal artículos de ferretería y tlapalería, cerca de 4 por ciento son profesionistas.
¿Cómo convencer a los jóvenes de la importancia de la educación institucionalizada? ¿Podemos crear un futuro con esperanza? Muchos de nuestros jóvenes profesionistas llegarán a viejos sin pensión ni prestaciones. No parece que haya muchas opciones para cambiar el rumbo de las cosas en el mediano ni largo plazo.
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