El uso y costumbre de los eventos cívicos en los últimos 200 años provoca frecuentemente que los estudiantes sufran desmayos. Más que una celebración cívica y honorosa los estudiantes padecen de un castigo corporal al pasar largas horas bajo en sol y estando de pie. Es una pena, que después de 200 años las autoridades mexicanas tengan por costumbre llegar tarde e iniciar tarde un acto que merece respeto. Todos estos eventos comienzan tarde porque aquellos que deberían mostrar la mayor honorabilidad y caballerosidad no pueden llegar a tiempo, mientras los jóvenes estudiantes llegan con anticipación y son puestos bajo el sol:
Protegidos del sol por el techo del graderío del Campo Marte, los presidentes del Senado, el perredista Carlos Navarrete; de la Cámara de Diputados, el panista Francisco Ramírez Acuña, y el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Guillermo Ortiz Mayagoitia, leían sus alocuciones, ajenos a lo que ocurría en la explanada. A unos 40 metros de distancia estaban formados cientos de elementos de la Policía Militar, Paracaidistas, Fuerzas Especiales, cadetes de los planteles navales y del Ejército, así como alumnos de las secundarias del Distrito Federal; algunos comenzaban a sentir los estragos de la espera bajo los rayos del sol y caer, algunos, desamayados. Cuando empezó la ceremonia, los militares llevaban más de dos horas horas formados, ya que habían llegado desde las seis de la mañana; los alumnos tenían hora y media formados. La primera en ser auxiliada fue una mujer de la Escuela Médico Militar.
¿Cuál es el ejemplo que se brinda a los jóvenes estudiantes? ¿Por qué se respetan los derechos de los adultos protegidos del sol y el estar de pie mientras que los derechos del niño son ignorados? ¿Cuántos siglos pasarán antes de que las autoridades puedan mostrar caballerosidad y honorabilidad al evitar llegar tarde a los eventos cívicos?
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