Desde hace 200 años, la sociedad mexicana ha estado preocupada por convertir lo heterogéneo en homogéneo, lo diferente en lo mismo. Por 200 años se ha realizado un trabajo para tener al castellano como única lengua..... a costa de la diversidad de nuestras lenguas originarias. En este gran experimento social, la SEP ha sido gran protagonista, utilizando a los docentes como herramienta para eliminar otras lenguas que no fueran el castellano.
En pleno siglo XXI, la SEP es la dependencia gubernamental que tiene más quejas en contra de actos de discriminación y exclusión:
El presidente de la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), Ricardo Bucio, sostuvo que la Secretaría de Educación Pública (SEP) es la dependencia de la que se reciben más quejas contra actos de discriminación y exclusión. Bucio dijo que en el caso de la SEP las quejas no son tanto por violencia contra los alumnos, sino que hay muchas más por exclusión, discapacidad y enfermedad.
Bucio reconoció que se ha avanzado en el diálogo con la SEP y que ya se cuenta con un primer libro de texto en todas las aulas donde se habla de medidas de inclusión para las personas con discapacidad o población indígena.
En 200 años, la sociedad mexicana sigue asociando a nuestras culturas indígenas con la pobreza e ignorancia y en afán de no parecerse, lo que hacemos es discriminar, excluir y maltratar:
Las personas hablantes de lenguas indígenas o que forman parte de comunidades y pueblos originarios viven las condiciones más adversas en el país. Constituyen núcleos de población altamente discriminados; sin que el Estado mexicano haya logrado construir una política eficaz de inclusión que permita resarcir las injusticias ancestrales que se han cometido en su contra.
En todos los territorios que habitan las poblaciones indígenas se encuentran las más agudas condiciones de pobreza, marginación, rezago social y atraso en la construcción de condiciones de acceso al desarrollo humano y el bienestar.
Una niña mexicana nos los dice de una manera muy clara y en castellano:
Muchas de las lenguas de nuestros pueblos originarios desaparecerán en poco tiempo, sin que se deje existencia ni histórica, documental, ni lingüística, ni gramatical. Como si hubieran desaparecido en el siglo XVI y no en el siglo XXI:
En un funeral kiliwa todo queda reducido a cenizas. Cuando llega la muerte, el cuerpo es incinerado y junto a él, todas las pertenencias del difunto, para que su espíritu no se resista a abandonar la tierra. Sin dejar huella, así parece morir también la lengua de este grupo indígena en Baja California.
Doña Leonor Fardlow, la última hija del viento en la sierra, es una de las cinco hablantes que mantienen viva la lengua kiliwa en la comunidad Arroyo de León y a sus 75 años se dedica a promover y enseñar los cuentos como los oyó de la abuela.
El kiliwa, una de las 68 agrupaciones lingüísticas catalogadas en México es la que tiene menos hablantes y se encuentra en peligro de desaparecer.
Mi nombre es Leonor, se presenta antes de contar la historia de la coyota con dos coyotitos. Cuando era niña, al oír a los viejos, sentada a su alrededor, “era muy delicado todo, no teníamos que estar riendo, era escuchar bien y asentir nomás con la cabeza. Yo aprendí y se me grabó mucho”. El historiador Armando Estrada precisa en entrevista que el estado de Baja California tiene cuatro lenguas originarias: pai pai, cucapá, k’miai y el kiliwa. El reto es que las personas tengan esa sensibilidad de poder aprender de nueva cuenta la lengua materna. La lengua kiliwa está en peligro de extinción, alerta.
Si desaparece, con ella se pierde la cultura, la forma de expresión, de pensar, de sentir.
Desde hace años se realiza un acto protocolario sobre las lenguas maternas, sin que cambie de manera dramática el quehacer cotidiano de las escuelas mexicanas:
El secretario de Educación federal, preside los festejos por el Día Internacional de la Lengua Materna, y entregará una edición de la Ley Contra la Discriminación, traducida en varias lenguas indígenas. A pesar de ello, además de la inminente desaparición de dos lenguas indígenas de Chihuahua, la Pima y la Huarojío, existe el riesgo que se pierdan territorios y derechos básicos de las etnias, la Pima y la Tarahumara, por el creciente desarrollo turístico y económico en dicha región.
Y es que en el discurso se dice que hay educación intercultural y bilingüe en lenguas originarias, pero la actividad cotidiana de las escuelas es otra. Y se suma el poco interés de los lingüistas mexicanos en trabajar nuestras lenguas:
El Estado, los lingüistas, los maestros, las autoridades educativas y la sociedad en general son los actores responsables de impulsar el uso de las lenguas que se hablan y escriben en el territorio mexicano.
Para el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2013, Luis Fernando Lara Ramos, las lenguas “son mundos, concepciones diferentes de la realidad que enriquecen al ser humano y la manera en que todas las personas habitan la Tierra”.
Por ello es importante y necesario conservarlas e impulsarlas en un plan muy concreto a nivel nacional, aunque, según Lara Ramos, “en realidad, no es que falten planes en el gobierno mexicano, siempre los ha habido, el asunto es concretarlos”.
Para ello tiene que participar mucha gente. En lo que se refiere a los lingüistas, éstos deben seguir los estudios de las lenguas indígenas, investigaciones completas de su estructura para luego poder escribir la gramática y diccionarios iniciales de unas 2,000 o 2,500 palabras.
Después ya se podría pasar a la escritura de libros de texto, con el objetivo de introducir este conocimiento en la escuela, desde el nivel básico hasta el nivel superior, “porque hasta ahora, a pesar de que se presume que la educación de los niños indígenas es bilingüe, no es cierto”.
A decir del lingüista, si acaso, en el primer año de la escuela les hablan en su lengua y a partir del segundo grado sólo escuchan español y “eso es un grave error, porque los niños pierden mucho tiempo de aprendizaje, sometidos a una lengua que no entienden”.
Así que eso de impulsar las lenguas debe ser entendido lo suficiente para “lograr que los indígenas puedan hablar de física atómica y de nanotecnología”, porque el objeto es que los hablantes se apoderen del mundo en que viven.
Pocos esfuerzos tangibles existen en nuestro país, apenas alguna editorial se atreve a publicar libros en lenguas de nuestros pueblos originarios:
Fomentar la lectura es uno de los objetivos primordiales de la Editorial 3 Abejas y para cumplir con tal encomienda creó la colección Cuéntamelo otra vez, dedicada a niños de prescolar, la cual está integrada por 15 títulos, tres de ellos traducidos al tzeltal, tzotzil y náhuatl.
La colección de literatura indígena de 3 Abejas está conformada por los libros Ahora ¡Abracadabra!, de Luz Chapela, con traducción al tzeltal de Lucio Cruz Cruz; Encontré un..., de María Baranda, versión en náhuatl de Reyna Alvarado Reyes, y Gumaro, de Emilio Lome, traducción al tzotzil de Agustín Santiz Santiz. Los traductores forman parte del Instituto Nacional en Lenguas Indígenas (Inali).
Con estos tres títulos, 3 Abejas pugna por abrir espacios en el sector editorial a las lenguas indígenas: Creo que somos pocas las editoriales comerciales que hacemos este tipo de apuestas para un público que pareciera no ser muy atractivo para otros, dijo Aguilar.
Para llegar a los lectores en lenguas originarias, la editorial buscará establecer vínculos con las instancias de los gobiernos federal, estatales y locales para que sus libros se integren a sus programas de lectura y se incorporen en las bibliotecas públicas a las cuales pueden acceder los niños indígenas.
En una delegación del DF se plantea colocar letreros utilizando alguna de nuestras lenguas originarias:
Las calles de la delegación Coyoacán se han empezado a llenar de letreros con nombres mazahuas como “Ban Enji Na Jo’o”, que es “Bienvenidos”; “Ni Be´ezo Jokë Nu Mbüt´ezi e Xuba”: “Taller Mecánico Juan”; o bien, “Invitando a consumir”: “B’echkjü-tijüb ‘úcedyi- Ts’imango, esto es quesadillas-sopes-gorditas, en pequeños comercios, tiendas, callejones, andadores y calles en el Barrio de Santa Martha del Sur en el Distrito Federal. El Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) apoyó y también supervisó la elaboración de 60 letreros en lengua mazahua para colocarlos en espacios cotidianos. El director general del INALI, Javier López Sánchez, exhortó a las mujeres mazahuas, originarias de Zitácuaro, Michoacán, actualmente residentes del barrio citado, a usar su lengua materna en todas las actividades diarias sin miedo a ser discriminadas o excluidas, porque es la mejor forma de preservarla. El programa “Paisaje lingüístico en lengua mazahua en el barrio de Santa Martha del Sur, Coyoacán, DF” forma parte del Proyecto Paisaje Lingüístico en Lenguas Indígenas que lleva a cabo el INALI, para que las comunidades indígenas tengan topónimos y nomenclaturas en su lengua originaria. Para que este trabajo fuera realidad, el INALI suscribió un convenio con la asociación civil Zazanilli Nehnemi (cuentos viajeros) que ha trabajado desde hace varios años con mujeres mazahuas, que están reunidas en Ñatjo Ndixu (Grupo de Mujeres Mazahuas) a quienes asesoró y apoyó para elaborar los letreros.
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