Han pasado 200 años y continua la aristocrática tradición de considerar la ciudad capital como el ombligo del territorio. En los dos siglos de independencia de la corona española los gobernantes pierden la perspectiva nacional al quedar enterrados en los conflictos palaciegos que ocurren en el Distrito Federal. Todos los titulares del ejecutivo federal han competido en poner los más costosos elefantes blancos en una ciudad que es un cementerio de elefantes blancos desde hace 200 años. Por ello, los pocos programas infantiles se concentran en el centro del territorio:
Desde su llegada a la Coordinación Nacional Cultural Infantil del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Miriam Martínez enfrenta una realidad que no sólo caracteriza al arte y a la cultura, sino a distintos campos de la vida nacional: la centralización de sus programas y actividades, siendo la extensión a distintas partes de la república una de sus tareas primordiales para 2010. “Hay muchas líneas y ejes muy valiosos dentro de la coordinación que se deben continuar y lo hemos propiciado, pero también un eje de descentralización que resulta fundamental. Hemos notado que tanto en el D. F., como en el resto de la república, la oferta sigue muy centralizada, es muy difícil llegar a los municipios o delegaciones.
Todo se olvida al llegar los gobernantes a la ciudad más poblada del territorio, y la realidad de todo el territorio sólo se conoce por la tele. El resultado: política ficción.
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