Gastamos un montón de dinero en un deporte llamado fúbol. Se invierte también en tiempo y esfuerzo. No hay muchas escuelas que no tengan un espacio en el que se pueda jugar fútbol. Las empresas, la televisión, la radio y los periódicos dedican horas y horas en análisis, comentarios, repeticiones, más análisis, controversias, discusiones y un largo etc. No invertimos en un arte tan viejo como la humanidad misma: la música. Su enseñanza profesional se encuentra en el olvido:
Existe gran demanda para las escuelas de música en México, pero el crecimiento de las instituciones públicas no ha estado a la par, reconoce Cuauhtémoc Rivera, director de la Escuela Superior de Música (ESM) del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Ubicada en el Centro Nacional de las Artes, el centro educativo recibe en sus dos periodos de inscripciones al año casi mil solicitudes de ingreso, sin contar a quienes se quedan sin siquiera poder llenar el formato correspondiente, pero apenas un puñado de niños y jóvenes logran ser aceptados. Entre los tres niveles que se imparten (inicial, medio superior y licenciatura) suman 750 alumnos.
Ser músico profesional no es fácil:
Larga, difícil y costosa, pero con momentos gratificantes provocados por la maravilla de la música. Así describe la mayoría de los alumnos de esa especialidad su trayectoria académica. Larga, por el número de años que requiere completar los programas de estudios, cuestión que en las principales escuelas del país ha obligado a una permanente restructuración de los mismos. Difícil por la falta de cursos de iniciación musical que detecten vocaciones y talentos a temprana edad. Costosa por el peregrinar de las familias en cursos particulares, cuando se cuenta con recursos, así como por la compra de buenos instrumentos.
Quizá si los gobiernos mexicanos, los empresarios y las familas dedicaran la mitad del tiempo dedicado al fútbol al aprendizaje de las artes y las ciencias, al fomento del gusto por la lectura, al desarrollo de videojuegos o aplicaciones para internet, tendríamos una economía más fuerte y quizá mejores condiciones de vida.
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