El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro Robles, informó que 200 profesores e investigadores de tiempo completo mayores de 70 años se apegaron a la primera etapa del Programa de Retiro Voluntario y Renovación de la Planta Académica, por lo que en breve se publicará la convocatoria para abrir plazas a jóvenes docentes. El rector afirmó que para la mayoría de quienes optaron por la jubilación fue una decisión difícil, pero ahora, para la segunda etapa, la institución debe asegurarse de contratar a jóvenes formados y preparados.
La longevidad de los académicos e investigadores no sería un gran problema, salvo que durante 40 años los gobiernos federales, los estatales y la sociedad civil en México no construyeron ni universidades, ni centros de investigación científica. Y para colmo, no hay un fondo para el retiro digno. Los académicos y científicos no se jubilan porque no pueden dejar de recibir su salario y los incentivos extraordinarios. Estos incentivos permiten tener salarios raquíticos en el país:
La jubilación entre académicos de universidades y centros de investigación se ve detenida debido a la merma de ingresos que recibirían al decidirse por esa opción. En promedio, 90 por ciento de los miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) mayores de 60 años perciben el retiro como una amenaza a su nivel de vida, sin embargo, consideran que si pudieran conservar los incentivos económicos que reciben a través del sistema y el seguro médico privado, muchos decidirían poner fin a su labor para dar paso a las nuevas generaciones. Así lo revela un análisis realizado por el Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCT), que entrevistó a más de mil 200 miembros del SNI mayores de 60 años. Los resultados muestran que casi dos de cada cinco indicaron que su probabilidad de jubilarse aumentaría mucho si mantuvieran beneficios tangibles (seguro médico, espacio para trabajar, recursos para investigación o congresos u otros apoyos similares). El envejecimiento de la planta académica y de investigación en el país es una problemática desde hace varios años, diversos estudios asienta que el promedio de edad a escala nacional es de poco más de 54 años. En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), entre los académicos de tiempo completo el promedio es de 58 años, y en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) de 56 años. Esta situación ha generado cada año el cierre de espacios para miles de jóvenes egresados de doctorados, que no encuentran oportunidades de desarrollo. Cifras de la Academia Mexicana de Ciencias señalan que de un promedio de 3 mil doctores que egresan al año en el país, sólo mil consiguen empleo o la oportunidad para continuar sus trabajos de investigación. En entrevista, Gabriela Dutrénit, coordinadora general del FCCT, sostuvo que se trata de un problema multifactorial para el que no puede haber una única solución. Cada año, dijo, México pierde generaciones de jóvenes egresados de los doctorados que no encuentra cabida en el sistema de investigación, por lo que las soluciones deben darse cuanto antes.
Y no se vislumbra alguna solución en el corto plazo:
La estrategia para impulsar el retiro de trabajadores que ya cuentan con la edad para ello y que forman parte de la planta académica y de investigación corresponde básicamente a las instituciones de adscripción de cada investigador, señaló el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Mientras tanto, los jóvenes emigran a los países desarrollados que si aprovechan el bono generacional mexicano:
Si no se encuentra un equilibrio entre la inversión pública y la privada en ciencia y desarrollo tecnológico, no se detendrá la fuga de cerebros ni la emigración de mexicanos que buscan mejores condiciones de empleo, afirmó José Franco, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). Franco señaló que mientras en Estados Unidos el año pasado se destinó 2.7 por ciento del producto interno bruto (PIB) a ciencia e innovación, en nuestro país la inversión fue al menos cinco veces menor. Además, dijo, en Estados Unidos este gasto fue hecho con sólo 30 por ciento de recursos públicos y el resto fue capital privado, mientras en México la inversión privada en ciencia es menor a 30 por ciento. En México, sostuvo el presidente de la AMC, prácticamente no hay innovación y los recursos que se destinan al desarrollo de ciencia y tecnología son apenas suficientes para mantener vivo al sistema científico.
La única solución a corto plazo será tener una estrategia basada en las tazas de chocolate caliente para nuestros longevos académicos y científicos mexicanos:
El placer de dos tazas de chocolate caliente por día puede ayudar a que las personas de edad avanzada mantengan saludables sus cerebros y agudas sus destrezas mentales, según un estudio que publicó la revista Neurology. El estudio lo dirigió la neuróloga Faranez Sorond, de la Escuela de Medicina Harvard en Boston (EU) e involucró a 70 personas con una edad promedio de 73 años y que no mostraban indicios de demencia senil. La investigación tuvo el apoyo del Instituto Nacional de Envejecimiento, y el Instituto Nacional de Corazón, Pulmones y Sangre. La cocoa provino de la empresa Mars, que se especializa en chocolates. Los participantes disfrutaron del experimento que consistió en tomar dos tazas de cocoa caliente por día durante treinta días, y no consumieron alguna otra forma de chocolate durante el estudio. Los investigadores sometieron al grupo a pruebas de memoria y destreza mental, y los participantes tuvieron exámenes de ultrasonido que midieron el volumen de sangre que fluía al cerebro durante las pruebas.
La sociedad del conocimiento requiere una combinación de mentes veteranas y jóvenes, ya que la madurez ofrece una plataforma estable de experiencia, mientras que la juventud ofrece ideas innovadoras. Sin embargo, en México parece que seguiremos con una sociedad científica más bien ortodoxa y reactiva que no producirá el conocimiento innovador que se requiere para ingresar a las sociedades basadas en el conocimiento y la información.
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