Parece que tengo un mal karma con los bancos, tuve la ingenua idea que si cambiaba de banco mis problemas se resolverían. Sin embargo, no fue así.
Parece que la revolución tecnológica no ha trajo consigo buenas noticias a los usuarios de los bancos. Poco a poco las tareas rutinarias se delegan a las máquinas que avanzan en imitar la inteligencia humana y que no son tan costosas de mantener como un empleado humano, no hacen huelga, no piden permisos, no se van de vacaciones. Provocando que las vacantes sean cada día más reducidas.
Se supone que las tareas más complejas requieren de una persona con una inteligencia superior a una máquina y que se relaciona con el trato directo con otra persona (cliente). Pero cada vez que el "sistema falla", los empleados bancarios quedan a merced de lo que aparece en su pantalla, son incapaces de resolver problema alguno. El "sistema" les arrebata su capacidad de decisión y solución de problemas. Esto provoca frustración en el "cliente" que observa como un humano actua con menos inteligencia que una máquina, sin sensibilidad a las emociones negativas que se genera con la frustración y ausencia de capacidad de resolver el problema. Aumenta la inteligencia de las máquinas, pero disminuye al mismo ritmo la inteligencia emocional de los empleados de los bancos.
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