Nuestra tradición republicana es muy breve, todavía persiste el resabio del autoritarismo virreynal y la confusión de considerar que los gritos tienen más razón que el buen sentido común. Nuestros congresos y en muchas universidades se siguen los actos protocolarios de una pelea de perros (ya prohibidas desde hace mucho tiempo por ser cruentas):
Profesores y directivos de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED) tomaron la tribuna del Congreso local para impedir a la mayoría priísta modificar la ley orgánica de la casa de estudios, lo que suspendería el proceso de elección a rector que se inició el 22 de septiembre. Alumnos de la UJED intentaron sacar a los docentes del recinto legislativo, y ambos grupos se liaron a golpes. En el orden del día del Congreso de Durango se consideraba una reforma a la ley orgánica de la UJED propuesta por la fracción del PRI, que suspendería la relección de rectores, daría mayor representatividad a los estudiantes y convocaría a renovar la rectoría el año próximo. En tribuna, catedráticos y estudiantes se enfrentaron verbal y físicamente más de 10 minutos. Los jóvenes arrojaron botellas contra los docentes. Los directivos universitarios suspendieron la lectura de su documento y se sentaron en la parte baja de la tribuna, con lo que impidieron la sesión. Entonces, los alumnos se marcharon. Para ese momento todos los legisladores priístas habían salido.
Si bien las discusiones pueden ser emocionales, ¿Hasta qué punto seguiremos pensando que un puño es más inteligente que una solución sabia?
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