Descienden las estrellas a beber al océano
tuercen sus velas verdes grandes buques de brasa
para qué decir eso tan pequeño que escondes canta pequeño
los planetas dan vueltas como husos entusiastas giran
el corazón del mundo se repliega y se estira
con voluntad de columna y fría furia de plumas
tuercen sus velas verdes grandes buques de brasa
para qué decir eso tan pequeño que escondes canta pequeño
los planetas dan vueltas como husos entusiastas giran
el corazón del mundo se repliega y se estira
con voluntad de columna y fría furia de plumas
Pablo Neruda
La ciencia ha impulsado a la igualdad de género, poco a poco, desaparece la creencia de que el intelecto de las mujeres es demasiado emocional para trabajar en la ciencia... recordemos que no ha existido un gran científico varón que no se haya emocionado por el descubrimiento ni sea un emotivo defensor de la importancia del conocimiento científico. Los grandes científicos se parecen de manera curiosa a los poetas cuando hablan de los cielos:
Datos proporcionados por el Instituto Nacional de las Mujeres, Inmujeres (con base en información de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior), indican que la brecha más amplia se observa en la matrícula de primer ingreso de ingeniería y tecnología, donde 70.1 por ciento es masculina y 29.9 femenina. Le sigue la brecha en ciencias agropecuarias, con porcentajes de 66.4 y 33.6 por ciento, respectivamente. En otras áreas de estudio la brecha por sexo en la matrícula de primer ingreso es menos marcada, como las ciencias naturales y exactas, donde la composición del estudiantado por sexo es 52.2 por ciento hombres y 47.8 mujeres. Las áreas de estudio con más presencia femenina son la educación, donde el porcentaje de mujeres en la matrícula total representa 67.8 por ciento; las ciencias de la salud, con 65.8 y las ciencias sociales y administrativas, con 58.2 por ciento.
Se reconoce con mayor frecuencia los aportes de las mujeres dedicadas a la ciencia:
La astrofísica mexicana Silvia Torres-Peimbert, ganadora del premio L'Oréal-UNESCO para las Mujeres y la Ciencia, lamentó la fuga de cerebros en México por ser "un problema muy serio". La profesora emérita del Instituto de Astronomía de la Universidad Autónoma de México (UNAM), premiada por su trabajo sobre la composición química de las nebulosas, atribuyó ese problema a la falta de "oportunidades suficientes" en el país y pidió a las instituciones "un apoyo más decidido a la educación". Torres-Peimbert es la cuarta mexicana que recibe el prestigioso galardón, otorgado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y el grupo de cosméticos francés L'Oréal. La investigadora estudia desde hace décadas la composición de las nebulosas, entre ellas las de tipo HII, donde se han formado estrellas de forma reciente y donde "aún queda el residuo de lo que no se formó", lo que ha permitido profundizar el estudio sobre el origen y la evolución del Universo.
Las vicisitudes de las mujeres científicas en México:
Colaborar con el desarrollo de un país generando conocimiento, investigación y expandiendo las fronteras de la ciencia son satisfactores que pueden por mucho suplir o sumarse a los que toda mujer supuestamente sólo cubriría como madre y esposa. Tres mujeres, tres científicas que abrieron brecha en su disciplina, tres formas de vivir la academia y demostrar cómo son un sector vital para impulsar el desarrollo de un país. La maestra en física Gabriela Del Valle Díaz Muñoz, la doctora en ciencias biológicas Adriana Margarita Morales Otal y la doctora en Oceanografía Vivianne Solís Weiss reflejan la importancia de invertir en la educación de mujeres para transformar las condiciones de México.
A pesar de los avances, hay mucho trabajo para que las niñas accedan y tengan oportunidades para elegir el tipo de vida que quieren vivir.
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