Hace unas pocas semanas se hizo obligatorio asistir a la educación media superior en México. A pesar de las buenas intenciones es posible que las condiciones sistémicas permanezcan iguales. Muchos de los problemas sistémicos del país no dependen del cambio en el sistema educativo, exclusivamente. El sistema político y el sistema económico siguen sin presentar un cambio fundamental, ni la democracia se ha consolidado, ni los empresarios mexicanos han dejado la mentalidad del siglo XX.
Uno de los efectos de la nueva disposición será la necesidad de crear más instituciones de educación superior (IES). Uno de los aspectos que han olvidado los gobiernos federales y estatales de las últimas 4 décadas, y se piensa que es necesario incorporar a 3 millones de estudiantes más:
A partir del año 2015 se presentarán un “incremento muy significativo” en la demanda de ingreso a la educación superior luego de que se aprobó la obligatoriedad del bachillerato, lo que implicará crear 3 millones de lugares en las universidades en la próxima década( indicó el subsecretario de Educación Superior, Rodolfo Tuirán. También dijo que se deberán hacer “no sólo cuantiosas inversiones, sino esfuerzos organizacionales, institucionales de enorme envergadura” para crecer la matrícula a una tasa de 3% de forma sostenida. Explicó que para crecer 60 % la cobertura en 2020, se requieren crear 3 millones de lugares para estudiantes. Esa es una cifra semejante a lo logrado en 60 años previos. Dijo que con los 8 mil 500 millones de pesos que el Ejecutivo planteó para el año 2012 se prevé alcanzar una cobertura de 34% entre los jóvenes que están en edad de asistir a la universidad.
Además, México se ha creado con un modelo virreynal y en lugar de fortalecer el crecimiento organizado de las 32 entidades federativas apostó por centralizar los servicios, la infraestructura, el sistema educativa y el sistema de gobierno en el Distrito Federal como un mecanismo para perpetuar el poder centralizado del virreynato de la Nuava España. Por ello, tenemos muchas ciudades que no cuentan con ninguna universidad y los jóvenes de familias de pocos recursos económicos no pueden acceder a las que existen:
Aunque la brecha de acceso a la educación superior se redujo de 15.6 por ciento a 3.7 por ciento en las dos décadas pasadas, hoy día, 74 ciudades del país no tienen un solo plantel de enseñanza profesional, apenas 21 por ciento de los jóvenes más pobres ingresan a este nivel, aunque 78.4 por ciento de los estudiantes con ingresos más altos sí lo hace, advierte el subsecretario de Educación Superior, Rodolfo Tuirán. Reconoce que aún estamos lejos de brindar elementos a los jóvenes de escasos recursos para sostener su permanencia en la escuela, por ejemplo, mediante el programa de becas. Una nación con poca movilidad social, tiene el peligro de generar frustración y resentimiento social, con los costos que todos conocemos.
Ya en la década de 1980 los gobiernos federales mexicanos tiraron la toalla para alcanzar un estado de bienestar y siguiendo la línea de los Estados Unidos de América se alinearon al mercado libre y a la empresa privada. Resultado de ello fue que se crearon muchas universidades privadas... el asunto es que estas instituciones se imaginan un negocio y no una empresa dedicada a la formación profesional y al desarrollo del conocimiento humano:
Entre 70 y 80 por ciento de la matrícula de las instituciones de educación superior particulares, lo que significa de 300 mil a 800 mil alumnos, cursan programas o carreras que no están reconocidos por su buena calidad, apuntó el subsecretario del ramo, Rodolfo Tuirán. Por otro lado, informó que la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha sancionado más de 3 mil programas y revocado alrededor de 800 registros de validez oficial de estudios (RVOE) a instituciones que no cumplen con las condiciones mínimas establecidas en las normas para impartir enseñanza.
Puntualizó que solamente 55 por ciento del total de la matrícula, tanto de instituciones públicas como privadas, están en programas de reconocida calidad.
De casi 6 mil IEs que existen en México, solamente 23 de ellas concentran el 85% de la producción científica en el país, una muestra del fracaso de políticas que no resuelven problemas sistémicos. Si el propio Estado promueve la vacua idea de que el mercado es la solución mágica, cómo puede esperar que ha sociedad mexicana no conciba a la IES como meros puestos de tortas y refrescos:
En México, sólo 23 instituciones de educación superior concentran 85 por ciento de la producción científica nacional y el país se ubicó en la tercera posición de los países de Iberoamérica por la publicación de 60 mil artículos de investigación entre 2005 y 2009, lejos de Brasil, que triplicó la cifra, y de España, que la cuadruplicó. De acuerdo con el Ranking Iberoamericano SCIMAGO Institutions, la Universidad Nacional Autónoma de México ocupó el segundo lucar en la producción científica, de un total de mil 369 universidades de la región, y el primer sitio fue para la Universidad de Sao Paulo.
Al presentar los avances del Consorcio Nacional `e Recursos de Información Científica y Tecnológica (Conricyt), Rodolfo Tuirán se refirió a dicha clasificación internacional y destacó la necesidad de publicar mayor número de artículos como país y fortalecer la colaboración con investigadores de otras instituciones tanto a nivel local como internacional.
El asunto termina en que el famoso bono de la juventud que tanto cacarearon los gobiernos federales desde década de 1980 no se aprovechó de forma inteligente. Los gobiernos federales, estatales y la sociedad mexicana se conformaron con crear puestos de trabajo para los jóvenes de mala calidad, de bajo nivel intelectual, sin ventajas sociales, con pocas oportunidades para el desarrollo personal:
El director de la OIT en México, Thomas Wissing, señaló que cuando menos 70 por ciento de la población juvenil se mantendrá excluida de un empleo fijo y bien remunerado debido a su escaso nivel de preparación académica y conocimiento de los nuevos modos de producción altamente tecnificados. El directivo lamentó que el enorme rezago educativo que enfrenta México se presente como el principal problema para la inserción de los jóvenes en el mercado laboral en condiciones dignas o competitiras.
Precisó que de acuerdo a la OCDE, sólo 1.5 por ciento de los jóvenes egresados de una institución académica alcanzan el grado de competencia elevada, mientras que 70 por ciento concluyen sus estudios con baja preparación que les dificulta ubicarse en un empleo calificado.
Wissing mencionó que México enfrenta la gran paradoja de contar con el bono demográfico más alto de su historia con 28 millones de jóvenes en plena etapa productiva, que en su mayoría, un 70 por ciento, labora por un ingreso económico ínfimo, sin contrato o en la economía informal. Los que concluyen una licenciatura, 60 por ciento se ocupa en una actividad diferente a la que estudiaron.
¿Y tú qué piensas? ¿Has dejado un futuro promisorio a tis hij@s, sobrin@s o niet@s? ¿O más bien se acerca un futuro lleno de pobreza y enfermedad?
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