En días recientes los servidores de los periódicos Excelsior, Milenio y El Financiero sufren de retrasos y no es posible ingresar. Esta situación invita a la reflexión sobre el papel de la prensa para fomentar y proteger la democracia. En algún momento el papel y la tinta contribuían a "concretar" o servir de memoria colectiva. Hoy con el auge de los hipermedios la prensa y el periodismo está en proceso de renovación y reinvención, ya que la noticia ha reducido su duración a casi instantes. No se termina de publicar cuando hay comentarios, críticas, desmentidos casi de manera instantánea. Esto se suma a la facilidad con que los hipermedios limitan sus alcances: falta de electricidad, infraestructura obsoleta, ausencia de computadoras o lugares de acceso libre y gratuito, ataques informáticos, hackeo o simplemente el deseo de convertir la internet en un espacio más para la lógica del mercantilismo (regreso al siglo XVIII); vender lo que sea al mayor precio posible.
Este último aspecto parece que se concreta en la realidad mexicana, los pocos periódicos existentes en México (mínimos en comparación con un país de más de 100 millones de personas) comienzan a solicitar a los internautas y lectores virtuales códigos y contraseñas de acceso. Esta situación reduce las posibilidades de que los eventos noticiosos contribuyan a crear opinión pública. Parece que la gran invitación de la internet de construir una red de comunicación multidireccional crea una reacción inversa en los medios impresos nacidos en los dos siglos anteriores.
Tengo la impresión que en México los medios impresos no contribuirán y ni participarán en la construcción de una democracia madura, pues una de las palancas tradicionales, el periódico, bajo la bandera de la libertad de expresión, se concentrará en nichos específicos de lectores con la idea de capitalizar sus contenidos renunciando al esfuerzo de construir y fortalecer la democracia mexicana.
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