martes, abril 08, 2008

Otro conflicto internacional que implica a estudiantes mexicanos

Estudiantes mexicanos en el extranjero son nuevamente noticia en los medios impresos, ahora en España:

El gobierno del estado denunciará ante la Corte Interamericana de los Derechos (CIJ) el maltrato que recibió el estudiante guanajuatense Alejandro Ordaz Moreno, al ser detenido y encarcelado en una prisión de Sevilla, España, supuestamente por agredir a un par de policías. La directora de comunidades guanajuatenses en el extranjero, Susana Guerra, señaló que el joven fue sometido con exagerada violencia por elementos de seguridad de aquella nación, precisó la funcionaria. Se advierte un trato discriminatorio y racial. El estudiante es originario del municipio de Salamanca, Guanajuato, cursa el doctorado en energías renovables de la Universidad de Sevilla, España, con una beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT).

Sin embargo, el trato discriminatorio y racial sigue siendo uso y costumbre en México:

Integrantes de la Armada de México y agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) que arrestaron a migrantes centroamericanos en un operativo efectuado el 31 de marzo pasado en Las Palmas, Niltepec, violaron a dos mujeres y golpearon y extorsionaron al resto de indocumentados.

Después de “la brutal golpiza” que recibieron por parte de los marinos, la hondureña Eva Serrato caminó durante tres días a lo largo de la vía ferroviaria y terminó con los pies ensangrentados y las uñas despedazadas. “Fue un momento de terror que vivimos. Tuve miedo de morir”, agregó esa menudita mujer de 26 años, al recordar el violento operativo que realizaron agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) y los marinos en Las Palmas, Niltepec, el pasado 31 de marzo. Ella llegó al Albergue del Migrante de esta ciudad, acompañada del guatemalteco Michel José Lemus Aguilar, un soldador que quiere llegar a Nueva York, donde es esperado por sus familiares. Mientras ambos se recuperan de los golpes, narraron que tras salir a las nueve de la mañana del 31 de marzo de Arriaga, Chiapas, nunca esperaron “tanta saña y brutalidad”.

Todavía falta un largo recorrido para construir un país democrático y respetuoso de los derechos humanos.

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