La aplicación de la prueba ENLACE se suspendió por la epidemia del virus AH1N1. Con el complicado despertar del sistema educativo nacional, que parece caerá en coma cada vez que mute algún virus contagioso, se reanuda la evaluación. Será difícil entender los resultados; ¿Evaluará los efectos de la suspensión de clases, la memoria a largo plazo de los estudiantes, mostrará diferencias entre alumnos que contestaron la prueba antes de la contingencia y aquellos que la realizaron después?:
El yerno de la líder del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE), aseguró que este lunes 18 de mayo se aplicará, con algunas variantes, la prueba ENLACE. “Hay estados que lograron 70% de su aplicación, quedó sólo pendiente la secundaria, y hay estados que quedó pendiente algo de primaria”, dijo. Garantizó que se cumplirán los 200 días de clases, aunque se harán ajustes regionales, pero no se reducirá el tiempo marcado como lo pidió el sector turístico ante la baja afluencia de paseantes. “Habrá alguna consideración con el tema que manifestó el sector turístico, pero en ningún caso creo que podremos trabajar menos de 200 días de clase”, señaló.
Los medios pubican algunas críticas de expertos al instrumento. Observan limitaciones en utilizar los resultados para: a) mejorar la calidad del sistema educativo; b) mejorar el aprendizaje de los estudiantes:
A cuatro años de la primera aplicación de la prueba ENLACE, el examen continúa arrastrando sus deficiencias técnicas y pedagógicas, señaló Catalina Inclán, especialista del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de la UNAM. “Está por realizarse la cuarta aplicación de ENLACE y aún no existe un trabajo de investigación, o no se ha hecho público por la SEP, sobre cómo ha impactado en el sistema educativo. Hasta ahora sólo ha sido un proceso estéril y caro”, agregó. Si bien, dijo, desde su origen la prueba ha carecido de recursos pedagógicos suficientes para tomarla como un parámetro de desempeño escolar, tampoco ha funcionado como referencia para modificar el aprendizaje de manera individual, menos aún para apoyar en el mejoramiento académico de las escuelas. La especialista en evaluación y en reformas educativas del IISUE argumentó además que la falta de homologación entre las pruebas llevadas a cabo, puesto que se han realizado con diferentes criterios cada año, imposibilita conocer si los estudiantes han mejorado en su desempeño. “No hay punto de comparación entre las pruebas, no son equiparables, entonces al alumno no le sirve”.
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