En México, el gobierno federal o los gobiernos estatales, y las empresas privadas la hacen de tos cada vez que se habla de la necesidad de invertir en ciencia y tecnología. La epidemia del virus AH1N1 mostró la débil capacidad de varios sistemas: a) el de salud; b) el escolar; c) el cultural y; d) el científico. Esta epidemia provocó que saltaran los alambritos y fierritos de todos estos sistemas a los que se les fundieron los fusibles. Desde 1899, los gobiernos federales de México han apostado por erradicar algunas enfermedades de la mente. Han asegurado que el exceso de la parte teórica de las profesiones y la abundancia de la ciencia produce la enfermedad del "cienticismo". Además, una carga academica abrumadora acarrea, inevitablemente, "el surmenage intelectual". Para erradicar estas enfermedades cerebrales, se ha recetado: la brevedad académica, la reducción de asignaturas téoricas, concentrarse en la "práctica". Lo malo es que en el siglo XXI somos importadores de conocimiento, que compramos muy caro:
El gasto en México para investigación científica y desarrollo de tecnología equivale a una cuarta parte de los recursos públicos para el pago de intereses de la deuda gubernamental. Su bajo monto representa una carencia que limita la capacidad de crecimiento de la economía y frena la capacidad de respuesta ante emergencias como la epidemia de gripe que afecta al país. Por su tamaño, la de México es la decimotercera economía del mundo. Medida por el ingreso de sus habitantes es la número 74, según el Banco Mundial. Pero en cuanto al gasto en investigación y desarrollo (I+D) es el país más rezagado entre las naciones que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), de acuerdo con un reporte de este organismo. La OCDE, bloque de 30 países al que pertenece México desde 1994, define la investigación y el desarrollo como: "el trabajo creativo realizado de manera sistemática con el fin de incrementar el acervo de conocimiento del hombre, la cultura y la sociedad, y la utilización de ese acervo de conocimiento para desarrollar nuevas aplicaciones".
De manera específica, la inversión en la investigación sobre vacunas y fármacos es insignificante. Con estos datos sabemos que nuestros impuestos serán las ganancias de las grandes empresas farmacéuticas globales:
El gasto federal en la investigación de vacunas, nuevas enfermedades y fármacos que ayuden a los mexicanos a enfrentar contingencias sanitarias reportó una disminución real de 0.6% de 2007 a 2008. En ese lapso pasó de representar 6.3% del gasto federal en ciencia y tecnología a 5.7% del total de ese rubro. En el último trienio, 89.25% de la inversión nacional en ciencia se canalizó al gasto corriente y no a investigación, lo que sumado a la baja inversión nacional en estas áreas ha convertido a México en uno de los países con altos índices de dependencia científica, con una tasa de 22.35, mientras que Brasil reporta una tasa de 3.8, Turquía de 2.75 y Canadá de 9.10. Esto significa que la diferencia entre patentes presentadas por extranjeros y nacionales es 600% mayor en México que en Brasil. Respecto de la tasa de autosuficiencia, México sólo llega a 0.04, mientras que España reporta 0.9 puntos. Así lo revela información entregada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y la Cámara de Diputados al Senado de la República para mostrar el panorama de la ciencia y la tecnología del país, ante el interés del Poder Legislativo por acompañar el esfuerzo de la comunidad científica nacional en la búsqueda de un mejor trato a la investigación, a raíz de la dependencia científica evidenciada por el sistema de salud en la actual crisis sanitaria por la influenza A H1N1.
Los partidos políticos hacen las consabidas declaraciones, pero, ¿Se modificará el hábito que tiene 110 años de existencia? ¿Seguiremos importando conocimiento y tecnología?
El Partido Socialdemócrata llamó al gobierno federal a corregir la política científica nacional y apostar por la investigación médica en el país. “Es indispensable que compremos la oferta que nos está haciendo la Universidad Nacional Autónoma de México de que puede construir una vacuna en tres meses si el gobierno federal le provee los insumos y los recursos para ello. “El Partido Socialdemócrata solicita al gobierno federal que le demos los 200 millones de pesos a la UNAM que está pidiendo para construir un centro de investigación y desarrollo de antivirales para atender esta epidemia, porque en tres meses la vamos a seguir necesitando, el rebote va a suceder en los próximos meses, no está resuelto”, destacó Luciano Pascoe, vicepresidente del PSD.
Mientras tanto, la UNAM se ha puesto las pilas:
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) trabaja en una vacuna contra el virus de la influenza A. “Sí tenemos la capacidad y sí estamos trabajando en ello”, aseguró el rector de la máxima casa de estudios José Narro Robles. Explicó que se trabajan en coordinación Birmex (Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México, SA de CV), que tiene participación mayoritariamente estatal, y con una empresa nacional. Advirtió que la contingencia de salud pública debe ser una señal de alerta para que el gobierno federal invierta en ciencia e investigación. Criticó que México dependa científicamente de otros países y no tenga capacidad de respuesta. “No estamos equivocados y vamos a seguir insistiendo, por eso, porque la vida y este acontecimiento nos da una vez más la razón; tiene que apoyar el Estado nacional a las instituciones públicas de educación superior y de investigación. México no puede depender del extranjero en esa capacidad, perdemos soberanía, perdemos autonomía como nación”.
Y la ciencia importa, porque nos ofrece un conocimiento que permite buscar posibles respuestas a los problemas que tenemos. Hay muchas preguntas sobre las muertes que causa el virus AH1N1. Las teorías más recientes nos indican que el virus produce una parálisis del sistema inmunológico que permite que bacterias agresivas ataquen al mismo tiempo al cuerpo:
Los científicos afirman en Journal of Leukocyte Biology (Revista de Biología de Leucocitos) que el virus de inlfuenza puede paralizar el sistema inmune de individuos que están sanos, provocando una infección bacteriana secundaria grave, como neumonía. Esta "parálisis inmunológica puede tener una larga duración, lo cual se debe tener en cuenta cuando se desarrollen estrategias para combatir el virus". Los resultados de este estudio nos dan una mejor información sobre los mecanismos que subyacen a las infecciones bacterianas que pueden surgir además de la infección viral.
Un avance importante en la ciencia mexicana es la publicación del primer borrador del mapa genómico del país:
México presentó al mundo el primer borrador de su mapa genómico, convirtiéndose así en el primer país en desarrollo que describe al nivel más fundamental las características específicas de su población. En el acto, el gobierno federal subraya que con este instrumento México pasa a formar parte de la medicina del tercer milenio y permitirá en el corto plazo ahorros importantes, pero sobre todo avanzar muy rápido hacia estrategias de prevención y tratamiento de enfermedades que afectan directamente a los mexicanos.
Entre los mexicanos existen al menos 89 variaciones genéticas privadas (alelos), que no hay en ninguna otra población del mundo, las cuales provienen, casi en su totalidad, de los ancestros indígenas y podrían ser la causa de que enfermedades como el cáncer de mama se desarrolle en mujeres 10 años más jóvenes respecto de las estadunidenses, aseguró Gerardo Jiménez Sánchez, director del Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen).
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