lunes, marzo 11, 2013

el abismal agujero del bachillerato mexicano

El sistema escolar mexicano sigue su proceso de reforma. Desde el 2007 se ha impulsado la Reforma Integral de la Educación Básica que pretende el tránsito de programas basados en temas a programas basados en competencias escolares. En el 2012 se realizó una reforma constitucional al Artículo 3o. En el 2013 se detiene a la lideresa, hasta entonces vitalicia, del SNTE. Con estos tres aspectos se cree que la educación básica alcanzará los niveles de calidad de los países desarrollados. Sin embargo, el sistema educativo mexicano tiene otro enorme problema: el bachillerato. Este nivel educativo tiene el problema que es una fábrica de expulsados del sistema educativo. Lo que ofrece a los jóvenes mexicanos no parece importar mucho:

En la última década, poco más de 6.5 millones de jóvenes abandonaron de manera definitiva o temporal el bachillerato en México, revela la Encuesta Nacional de Deserción en la Educación Media Superior. Nuevo León, Distrito Federal, Chihuahua, Morelos, Guanajuato y Coahuila son los estados donde se registró la mayor tasa de deserción en el último año, mientras que Puebla, Chiapas, Tabasco, Veracruz, San Luis Potosí, Guerrero y Tamaulipas tuvieron los índices más bajos de todo el país. La estadística que recopiló la Unidad de Planeación y Evaluación de Políticas Educativas, a través del cuestionario 911 en las 32 entidades, no refiere cuántos de los que abandonaron sus estudios lo hicieron de manera definitiva o se convirtieron en reincidentes del abandono escolar por haber abandonado sus estudios de forma temporal.

Los jóvenes mexicanos no consideran la educación como una herramienta para mejorar su calidad de vida:

Uno de los mayores retos pendientes que se tienen en México en el ámbito de la educación es el relativo a la llamada “deserción escolar”. De acuerdo con los datos del Censo de Población y Vivienda 2010, en México había en ese año un total de 822 mil 563 adolescentes entre los 15 y los 17 años de edad. De ellos, no asistían a la escuela 269 mil 441, es decir, 30.5%. Debe destacarse que la inasistencia al bachillerato es mayor entre los hombres que entre las mujeres. Por su parte, de las 439 mil 140 mujeres en edad de asistir al bachillerato, el Censo de 2010 contabilizó a 128 mil 591 que no tenían la oportunidad de hacerlo, cifra equivalente a 29.3% de las adolescentes en edad de estudiar la educación media superior. En todo el país hay 17 entidades que tienen índices de inasistencia al bachillerato superior a la media nacional. La peor situación encuentra en Michoacán, en donde 45.1% de las y los adolescentes que en 2010 estaban entre los 15 y los 17 años de edad no asistían a la escuela. En segundo lugar se encuentra Guanajuato, con un 41% de inasistencia en el grupo de edad señalado, en el 2010; en tercer sitio está Chiapas, con un 39.8%; le sigue en cuarto sitio Zacatecas con un 39% y en el quinto peor lugar se encuentra el estado de Guerrero, con un 36.9% de inasistencia. Otras entidades con promedios superiores al nacional son: Jalisco, Durango, Aguascalientes, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Hidalgo, Morelos y San Luis Potosí.

Lo más dramático es que los jóvenes que abandonan los estudios ya no regresan al sistema escolar. Tenemos las peores cifras dentro de la OCDE:

En México, 58% de los jóvenes de entre 25 y 34 años de edad, abandonaron sus estudios antes de completar elbachillerato, y junto con Turquía, nuestro país ocupa el primer lugar cuando se mide la deserción entre 33 de 34 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Al presentar el informe, en París, “Equidad y Calidad de la Educación. Apoyo a estudiantes y escuelas en desventajas”, la Organización consideró que el abandono escolar es uno de los mayores desafíos en todos los países y planteó 10 recomendaciones para prevenir el fracaso escolar y ayudar a mejorar las escuelas y estudiantes en desventaja. Entre ellas están el crear un “pase automático” que limite la reprobación, “clausurar” las escuelas que no brinden un servicio adecuado y fusionar los pequeños planteles, además de impulsar créditos y apoyos conforme a las necesidades de los alumnos, entre otras. El estudio de la OCDE señala que el entorno socioeconómico bajo, las circunstancias personales o sociales y de injusticia, “provoca el fracaso escolar cuya manifestación más visible es la deserción”. En promedio, en los países de la OCDE, 20% de los adultos jóvenes dejaron de estudiar antes de completar la preparatoria. Corea, la República Eslovaca, la República Checa,Polonia y Eslovenia son los países con el menor número de desertores.

El abandono del bachillerato ha ocurrido desde hace 4 décadas, cuando el viejo régimen dejó su postura revolucionaria y se transformó en un impulsor del liberalismo social (o neoliberalismo). Cuando apostó por el mercado y no por defender las garantías individuales de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos:

Fundado hace 40 años, el Colegio de Bachilleres (Colbach) enfrenta el costo de décadas de abandono, reconoce su directora general, Sylvia Ortega Salazar. La directora afirma que existe deterioro de su modelo pedagógico e instalaciones, condiciones de violencia dentro y fuera de sus planteles, e incluso consumo y distribución de drogas que involucra a la comunidad escolar, han generado una elevada tasa de deserción. Admite que de los 90 mil alumnos que en promedio atiende este subsistema, sólo 12 por ciento desea estar ahí, pues “todos lo conocen como la opción delvas si quieres”. Con 20 planteles, casi todos ubicados en rumbos díficiles del Distrito Federal y del estado de México, reconoce que su principal desafío es retener a los jóvenes y convencer a los padres de familia de que el Colbach puede ser una opción de calidad. El Colbach tiene 40 años y mantiene el modelo académico que en su surgimiento fue innovador, con profesores de primera, después perdió vigor. Su tasa de deserción pasó de 17.2, en 2008, a 22.5 por ciento en el ciclo escolar del año pasado. Esta es nuestra urgencia: retener con esmero a quienes ingresan. De nuestros alumnos sabemos que 73 por ciento habita en el Distrito Federal; 94 por ciento son solteros y viven con sus padres, y 54 por ciento recibe una beca o apoyo económico para estudiar. Se trata de hijos de familias de escasos recursos; 25 por ciento trabaja, por lo menos, cuatro horas a a la semana, y dos tercios de los alumnos provienen de hogares con ingresos mensuales menores a 6 mil pesos.

Para alimentar nuestro optimismo, salir al mercado laboral no es una opción ventajosa para los jóvenes mexicanos. Simplemente, el liberalismo social no ha creado ni trabajo ni avances en el desarrollo económico y social del país:

En México, los jóvenes son el sector de la población más discriminado en materia laboral, pues mientras la tasa de desempleo de los adultos de 30 años y más es de 3.5 por ciento, en los sectores juveniles alcanza 8.7 por ciento, se advierte en el Reporte sobre la discriminación en México 2012 elaborado por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) y el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). En el estudio se advierte que por la urgente necesidad de integrarse al mercado para contribuir al ingreso familiar, los jóvenes han optado por el subempleo y el empleo informal como las vías de acceso al mercado de trabajo. Es, sin embargo,una estructura ocupacional que les arrincona en la precariedad laboral, circunstancia de la que después les será difícil escapar. Además de las desventajas referidas, los jóvenes enfrentan inexperiencia laboral, la cual termina volviéndose argumento para el abuso y eventualmente para la explotación de este grupo poblacional. En el estudio se advierte que desde las últimas décadas, en buena parte de la vida laboral de los jóvenes se combinan etapas de desempleo, subempleo, inactividad, contratos temporales o el autoempleo. Tales condiciones provocan un alejamiento de los núcleos que constituyen la base de su formación, percibiéndose un aumento de los problemas sociales asociados al desempleo.

Las políticas actuales son las mismas que hace 40 años. A pesar de los pésimos resultados se insiste en creer en ideas que no funcionan en el siglo XXI. Es el conocimiento y la educación los medios para lograr el desarrollo económico y de bienestar. La administración de la pobreza e ignorancia es un ancla que nos mantendrá en el tercermundismo. El sistema educativo no da más que para una economía informal, precaria y de autosustento, no de creación de valor.



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