El norte del país ha regresado al siglo XIX, emulando el llamado viejo oeste norteamericano, en donde bandas de pistoleros, ejército, y tribus indígenas, se mataban mutuamente. Como ocurre en todo proceso de colonialismo. En pleno siglo XXI, México ha recreado de nuevo esta situación. El olvido al desarrollo, el arraigo del centralismo y autoritarismo ha creado un gran problema. La creencia de tener policías semialfabetas y de tener un ejército reducido y muy controlado por el gobierno federal nos ha cobrado con creces. Hoy el mundo es complejo, el narcotráfico es un negocio global, la venta de armas se ha sofisticado y todo requiere de gran coordinación y toma de decisiones en tiempo real. No por nada ha cambiado el ejército mundial de los Estados Unidos de América. Todo depende de la información, tecnología, acciones coordinadas y toma de decisiones inmediatas. El ejército mexicano funcionando con sistemas de mitad del siglo XX y con el temor de compartir información es poco útil para terminar con el problema de la violencia. Las confidencias del wikileaks dice lo que no se quiere aceptar:
En este despacho con fecha 19 de octubre de 2009, Pascual ex-embajador de los EU reprueba sin atenuantes la actuación de las corporaciones mexicanas en Tamaulipas, incluido el Ejército. En las condiciones imperantes en la frontera del noreste, asegura, esta lucha (contra el crimen organizado) es insostenible. Después de reunirse e interrogar a un general de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), a un vicealmirante de la Secretaría de Marina (Semar), al procurador estatal, al alcalde y a otros funcionarios, Pascual describe así la situación: El rendimiento de las fuerzas de seguridad es muy bajo. No generan información de inteligencia útil; no existe ninguna coordinación entre las diferentes agencias de seguridad, no patrullan en forma conjunta y, si lo hacen, no actúan de manera efectiva. No logran consignar a los delincuentes. Agrega: No desarrollan medidas para proteger a la población ni para impedir que los ciudadanos se integren a las organizaciones del narcotráfico. Según le informaron al embajador, la base militar en Matamoros contaba con apenas 100 hombres. En caso de requerirlo, podría recibir refuerzos hasta de 300 soldados procedentes de los cuarteles cercanos en un plazo de una hora. Las instalaciones de la Fuerza Aérea más cercanas están en Reynosa. Por otra parte, seguridad pública municipal contaba con 615 policías, cuya función –le explicaron al embajador– se limitaba a mantener el orden, no involucrarse en la lucha contra el narcotráfico.
La situación es obvia, no es posible utilizar al ejército mexicano como una fuerza de élite civil, ni está preparado, ni está capacitado, y es posible que su función no sea esa. Lo que si ha dejado a la vista es que en caso de una guerra del siglo XXI, el ejército mexicano sería igual que hoy, inoperante, ya que la guerra del siglo XXI depende del conocimiento y de la información. Un ejército basado en seguir órdenes sin cuestionamiento, ni capaz de tomar decisiones inteligentes para resolver la situación y ajustadas a los derechos humanos, es de juguete:
Con el argumento de que las fuerzas armadas requieren profesionalizar su operatividad e incrementar su eficiencia en las tareas de seguridad pública, combate al tráfico de drogas y a la delincuencia organizada que les ha impuesto el gobierno federal, las comisiones de Defensa, Marina y Ciencia y Tecnología de la Cámara de Diputados aprobaron una reforma para incluir la investigación científica y tecnológica en los planteles de educación militar. Es importante destacar que para enfrentar estos nuevos desafíos se requiere mejorar la preparación profesional y la educación militar, a fin de conseguir un adiestramiento acorde con las nuevas necesidades, señala el dictamen aprobado ayer sin discusión y por unanimidad.
El ejército no puede estar realizando tareas que son obligación de los gobiernos federal y los gobiernos estatales. Al menos, no en una democracia. Y el asunto es que no basta con sacarlos a las calles y esperar que por su presencia se cambie una realidad social. Se requiere de policías de mayor capacidad para actuar y coordinar, todo ello, respetando los derechos de la constitución mexicana y los derechos humanos. Por ello, el gobierno federal tiene que solicitar que aparezcan en México los doctores Gil Grissom, Spencer Reid, o las expertas en informática como Penélope García, en las policias mexicanas:
El gobierno federal al decretar el 2 de junio como el Día del Policía Federal, lanzó un llamado a jóvenes y universitarios a enrolarse en las filas de la PF, en lo que llamó un “sacerdocio cívico”. “La transformación de la Policía Federal, y en general, de la profesión policial es una tarea, sí, que compete al Gobierno, pero donde toda la sociedad puede apoyar. Porque sólo unidos lograremos que la policía deje de ser y parecer una ocupación desprestigiada y convertirla en lo que debe ser, una profesión honorable, que goce del respeto de la gente, un verdadero sacerdocio cívico de quienes están, incluso, arriesgando su vida al servicio de los demás”. “Quiero invitar a los jóvenes mexicanos, en especial, a los universitarios, pero a todos los jóvenes mexicanos a que vean en el servicio público y, en particular, en la Policía Federal, una opción de vida y una opción de desarrollo profesional atractiva. Pero mucho más que eso, algo más importante, que vean en esta opción el privilegio y la satisfacción de poder servir a México”. Lamentó que por décadas la corrupción, impunidad, negligencia y abandono institucional, aparejado a la propia formación de la sociedad, se generaron policías alejados del modelo profesional, comprometido y honesto.
Se ofrecen plazas a los egresados universitarios:
La Secretaría de Seguridad Pública ofrece a los jóvenes egresados del bachillerato y universidades plazas formales con un salario de 12 mil pesos y un esquema de desarrollo policial que garantiza un proyecto de vida, a fin de lograr un desarrollo profesional como el de las fuerzas armadas. El titular de la dependencia, Genaro García Luna, afirmó que buscan que los egresados lleven a la práctica sus estudios. Ejemplificó que si los jóvenes son economistas o contadores pueden desarrollar sus aptitudes en el combate al lavado de dinero, los psicólogos en tareas de secuestro y los ingenieros en telecomunicaciones. Refirió que la SSP recibió la solicitud de 25 mil jóvenes para incorporarse a las filas de la Policía Federal, pero para lo que resta del año ofrece 4 mil plazas formales; el funcionario destacó el apoyo del IPN, la UAM, Iberoamericana, La Salle, Anáhuac y Tec de Monterrey.
De manera curiosa, el secretario de educación del DF parece recomendar que sigamos con policías que tienen problemas para leer la constitución mexicana y para interpretar correctamente las garantías individuales y los derechos civiles:
El secretario de Educación del Distrito Federal, Mario Delgado Carrillo, afirmó que su homólogo federal, Alonso Lujambio Irazábal, se ha convertido en un reclutador de jóvenes para la policía, cuando lo que se debe hacer es darles la oportunidad de que estudien y ellos decidan lo que quieran hacer con su futuro. El funcionario cuestionó la iniciativa del gobierno federal de integrar a estudiantes de nivel medio y superior a la Policía Federal. Calificó dicha estrategia y la promoción que hace de ésta el titular de la Secretaría de Educación Pública de un contrasentido, cuando los jóvenes son “carne de cañón en esta guerra contra el narcotráfico”.
Quién se desdice de sus dichos es el rector de la UNAM, parece que se refiere a que los que ingresen a las policías deben ser universitarios (hay más universidades en México que la UNAM, recordemos) y no jóvenes de bachillerato:
El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro, aclaró que pertenecer a los cuerpos policiales es una opción libre, digna, profesional y útil para el país; sin embargo, reiteró que los alumnos de nivel medio superior no deben ser reclutados por la Policía Federal. “Por supuesto que la pertenencia a las fuerzas del orden debe hacerse con absoluta libertad; se trata de una opción, digna, profesional y útil, que tiene distintos niveles y dimensiones. “Es absolutamente falso que haya expresado un señalamiento ofensivo o que haya tenido la intención de denostar a quienes pretenden incorporarse a los cuerpos policiales. Lo que sí señalé y ahora reitero es que nuestros jóvenes alumnos, en especial los de bachillerato, no están para ser reclutados por la Secretaría de Seguridad Pública (SSP). Esa fue la pregunta y mi respuesta textual. “A los jóvenes hay que abrirles las posibilidades, que no sean esas (las policiales). Nada más sé que son tareas que pueden desempeñarse con enorme dignidad. También sé que son tareas que se requieren en una sociedad, pero soy de los que piensan que los jóvenes necesitan más opciones y posibilidades de trabajo, de desarrollo y de expectativa”.
Podemos leer un relato de un policía que actuó, bajo órdenes del entonces gobierno federal, para partirles su mandarina en gajos a los universitarios que protestaban allá por 1971:
Ingresó a la policía de la ciudad en 1966, tenía sólo 21 años de edad. Era joven, al igual que muchos otros estudiantes que se empezaban a organizar para manifestarse en las calles. Sólo que él no pensaba en ello en ese momento. Con sólo la primaria terminada, ni los estudiantes universitarios ni sus preocupaciones formaban parte de su contexto. En el barrio donde creció había un agrupamiento de policía y el uniforme café que usaban se convirtió en una aspiración. Ahora es un alto mando policiaco que revela en sus comentarios la ideología de la policía de entonces: antes los jóvenes nos respetaban. Si estaban jugando futbol en la calle, con tan sólo ver a la patrulla se echaban a correr. Ahora ya no se echan a correr. Hemos perdido respeto. El uniformado recuerda de forma imprecisa el 10 de junio de 1971. Habla de elementos que desertaron, que ya no volvieron más a la corporación e incluso de compañeros que dieron por muertos. Sin embargo, reconoce que antes los manifestantes eran tranquilos, porque actualmente muchas veces son ellos los que agreden a los elementos policiacos. En la década de los 70 del siglo pasado las preocupaciones sociales no formaban parte de su trabajo. A él le interesaba terminar sus labores, estar bien rapado para los martes, que había revisión, y no traer los zapatos sucios para que no lo arrestaran.
En Guerrero se crea la Universidad Policial:
Con seis licenciaturas, la Secretaría de Seguridad Pública de Guerrero tendrá su primera Universidad Policial, avalada por la Secretaría de Educación Pública (SEP), anunció el secretario técnico del Consejo de Seguridad Pública, Víctor Hughes Acosta. El funcionario estatal informó que tienen los primeros 25 egresados del Instituto Policial, que en breve se convertirá en la Universidad Pública Policial, en la que los planes de estudio de sus seis licenciaturas también serán avaladas por la Secretaría de Seguridad Pública nacional. La Secretaría de Educación Pública exige como mínimo planes de estudio de cinco licenciaturas para que sea pueda crear una Universidad Policial y sus matrículas tengan validez, por lo que, según Hughes, las autoridades elaboran el plan curricular de las licenciaturas en Administración Penitenciaria, Criminología Policial y Prevención del Delito. También se pretende establecer la licenciatura en Protección Ambiental, para que haya elementos expertos en la materia que afronten los fenómenos meteorológicos que se presentan en el estado. Actualmente opera el Instituto Policial en el que se cursan las licenciaturas de Seguridad Pública, Administración Penitenciaria, Protección Ambiental y Protección Civil, en las que ya han egresado los primeros 25 policías con certificados y títulos.
El problema de la violencia y el narcotráfico no se resuelve con más violencia, ni con más muertes. En una democracia real se requiere de policías con estudios sofisticados, bien entrenados y con la ética para respetar las garantías individuales y los derechos humanos. La violencia se podrá mitigar solamente con educación, más educación y conocimiento.
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