La malnutrición y la obesidad son un gran problema de salud en México. Somos un país tercermundista que no solo no tiene buena nutrición, sino que padece de un sistema de salud de mala calidad, insuficiente y burocratizado. Por ello, no llevar una vida lo más sana posible es un gran riesgo. Y ya somos el páis que tiene más obesos en el mundo:
La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) lanzó una campaña mundial para erradicar la malnutrición, que genera no sólo carencias alimentarias, sino también obesidad, un desafío para buena parte de los países de América Latina, en particular para México.
Para muchos países de América Latina es posible eliminar el hambre, en el sentido de que la población cuente con suficientes calorías, pero resulta más difícil mejorar la nutrición.
Actualmente el país con el mayor nivel de obesidad es México, más que Estados Unidos.
Sin embargo, el gobierno federal piensa que el problema de la nutrición en México es solo cosa de calorías y si las calorías son las más baratas mejor. El problema es que la nutrición es un problema multifactorial y los programas federales pueden causar más daño que beneficio a largo plazo:
En los hogares a los que está dirigida la Cruzada Nacional contra el Hambre se han encontrado problemas de obesidad y desnutrición al mismo tiempo, por lo que esta estrategia más bien debe ser contra la mala nutrición, sostuvo Juan Rivera Dommarco, director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública.
Detalló que 30 por ciento de los niños y 70 por ciento de los adultos de esas familias padecen obesidad, de manera que distribuir calorías vacías, como postres o galletas, no es buena idea. Esto debe quedar claro, de otra manera estaríamos agravando el problema.
Explicó que dichos datos se desprenden de un estudio realizado por un grupo multidisciplinario de obesidad de 15 instituciones de diversas disciplinas, en el que participaron 70 investigadores.
Asimismo, refirió que según un análisis del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), al ejercer su gasto, la población más pobre del país busca las calorías más baratas, de manera que tiene acceso a calorías de baja calidad, vacías, como los refrescos y alimentos con bajo contenido de proteínas y nutrientes, pero por la necesidad en que se ven por la pobreza optan por saciar el apetito sin nutrirse bien. De esta manera conviven problemas de obesidad y desnutrición en el mismo hogar.
La Cruzada Nacional contra el Hambre debe dirigir sus esfuerzos a mejorar la alimentación del hogar: tendría que ser cruzada contra la mala nutrición, tanto por déficit como por exceso.
Estas políticas de ofrecer calorías baratas ha resultado caro en el tema de la salud pública. Así llevamos a niños y niñas a padecer enfermedades crónicas y a una calidad de vida limitada:
Los programas oficiales de ayuda alimentaria y de apoyo al campo son ineficaces y promueven el consumo de alimentos chatarra. La mitad de los recursos que familias reciben del programa Oportunidades es destinado a alimentos; el resto, a otros fines. Entre los productos que diariamente consumen los hogares están galletas y refrescos, señala el estudio Situación alimentaria que se realizó con base en datos del Instituto Nacional de Nutrición.
Ante el hecho de que las transferencias económicas entregadas por conducto de Oportunidades se gastan en productos que ocasionan obesidad.
El estudio de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias, divulgado por el Centro de Orientación Alimentaria, se hizo en cinco comunidades de la Costa Chica y Montaña de Guerrero, donde se encontró que cuando los alimentos sanos son escasos o son sustituidos por golosinas, refrescos, botanas fritas y confites, entre otros, aparecen deficiencias de nutrimentos como vitaminas y minerales, especialmente en las etapas tempranas de la vida.
Apunta que la dieta habitual de una comunidad define en gran parte la salud y las enfermedades de sus habitantes. La forma de comer de nuestros pueblos está caracterizada por la disponibilidad y la accesibilidad, es decir, las familias comen lo que hay y para lo que alcanza. Agrega que durante la visita a las comunidades se hizo un registro de la disponibilidad alimentaria y se encontró que las familias han cambiado la dieta porque siembran menos comida y compran más alimentos en tiendas.
Los productos más comprados en los expendios son refrescos, galletas y huevo. La gaseosa más vendida es Coca-Cola de 600 mililitros, y la disponibilidad y la accesibilidad a frutas y verduras es baja, en las tiendas se venden sólo cuatro variedades de frutas y verduras, mientras hace 20 años había 62 variedades de frutas en estas regiones.
La ausencia de una política nacional de buena alimentación nos ha llevado a un desastre de salud pública. La mala idea de tener una población que no puede conseguir proteínas y minerales simplemente agudiza el problema. Los mexicanos cada vez dependen de los alimentos procesados ya que es una nación incapaz de alimentarse por si sola:
El aumento en el consumo de alimentos procesados en el país coincide con la mayor prevalencia de sobrepeso y obesidad, problema que, sólo entre los adolescentes representó un incremento de 223 por ciento entre 1988 y 2012. A la vez, subió 47 por ciento la mortalidad por diabetes, padecimiento que está relacionado de manera estrecha con el exceso de peso corporal.
Las encuestas nacionales de salud (1988, 1999, 2006 y 2012) dan cuenta del cambio en la situación de salud de las personas a causa del sobrepeso y la obesidad, así como de los riesgos que enfrentan los niños que no son alimentados con leche materna, y que por esta causa también están en riesgo de incrementar su peso corporal en la infancia y mantenerse en esa condición en la edad adulta.
Mientras por un lado, el gobierno federal crea obesos, por otro el sector salud se las ve pesadas con el asunto de las enfermedades derivadas del aumento de kilos extra:
Frenar el crecimiento en el número de personas con diabetes es uno de los principales retos del sistema nacional de salud. La meta de reducir la mortalidad por este padecimiento no se cumplió en el sexenio pasado y el indicador creció 4.1 por ciento. La prevalencia de la alteración metabólica también aumentó, y de acuerdo con las estadísticas más recientes alrededor de 12.8 millones de personas la tienen, y de éstas sólo la mitad lo saben. Esta, a su vez, es una de las manifestaciones más evidentes de sobrepeso y obesidad que afecta a 71 por ciento de los adultos en el país, en una tendencia que tampoco se ha reducido, no obstante que desde 2006 se declaró al país en emergencia por esta causa.
El país está atrapado en un falso problema, la solución no está en conseguir más alimentos procesados. En realidad tenemos que regresar a una dieta más tradicional, una dieta que incluya alimentos que incluyan proteínas y minerales:
La dieta tradicional mexicana ayudaría a mitigar los dos extremos del problema alimentario en el país: la mala nutrición que, por un lado, genera una epidemia de obesidad y diabetes, y por el otro, desnutrición, principalmente en comunidades que viven en pobreza (53.8 por ciento de niños y jóvenes están en estas condiciones).
Por su elevada calidad nutrimental, que incluye un alto contenido de proteína de origen vegetal, el Programa Universitario de Alimentos (PUAL) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) propone revalorarla.
Además de la dupla habitual maíz-frijol, se deben aprovechar las especies subutilizadas que crecen en la milpa, y que en el país son ejemplo tradicional del manejo sostenible de las hoy llamadas especies olvidadas de plantas endémicas, abundantes en este sistema de agricultura familiar por excelencia, como los quelites y quintoniles, dijo Amanda Gálvez Mariscal, coordinadora del PUAL. En el país existen alrededor de 500 especies de quelites (verdura tierna comestible), entre ellas, la verdolaga, el papaloquelite, la chaya, el huauzontle, los romeritos, las flores de calabaza y el quelite cenizo. En la nación, prosiguió la tecnóloga en alimentos, se ha abandonado poco a poco el consumo de muchas de ellas, como el amaranto, que debería emplearse más por su excelente valor nutrimental.
La diversidad natural es una buena solución:
Se impulsará en México la producción y comercialización de un nuevo endulzante natural sin calorías, denominado estevia, para reemplazar a los edulcorantes artificiales.
El académico Genovevo Ramírez, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap), destacó que esto podría implicar la reducción de índices de obesidad y sobrepeso entre los mexicanos y las enfermedades que conllevan como diabetes e hipertensión.
Explicó que la estevia o "yerba dulce" es una planta de hojas verdes que mide medio metro, originaria del sur de Brasil y el norte de Paraguay que es consumida por los indios guaraníes desde tiempos ancestrales.
La planta tiene propiedades curativas demostradas por estudios científicos, como reguladora de los niveles de ácido úrico, presión alta y azúcar en la sangre, así como para el control de la ansiedad y ciertas adicciones como el tabaco y alcohol.
Este producto comenzó a cultivarse en México hace apenas cinco años; sin embargo, en países como Japón, China, Taiwán, Tailandia, Indonesia y Filipinas se produce para uso comercial desde hace décadas, mientras que en Estados Unidos tiene una fuerte competencia con los endulzantes artificiales.
El especialista detalló que de esa planta se obtienen distintos componentes de propiedades edulcorantes, entre los más importantes el esteviosido y el rebaudiosido, los cuales se pueden utilizar con éxito en las industrias panadera, repostera y refresquera.
En el sureste mexicano se comenzó a producir en 2009 en forma experimental con altos rendimientos, pues por cada hectárea se producen de una a tres toneladas de esta yerba, cuyas hojas son 30 veces más dulces que el azúcar, mientras que sus componentes son 300 a 400 veces más dulces. Pedro Brajcich, aclaró que la planta no pretende sustituir al azúcar, por lo que no afectará al sector sino que lo complementará, pues es apto para el consumo por personas que sufren diabetes ya que el organismo no lo metaboliza como glucosa.
Y qué esperas para revisar tu dieta e incluir porciones sanas de proteína y minerales. Qué esperas para realizar sesiones de ejercicio o practicar un deporte. ¿Vas a arriesgar tu vida asistiendo como paciente crónico a pésimo sistema de salud mexicano?
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