No muchos avances en la educación superior en las últimas décadas, por alguna razón, los gobiernos federales han renunciado a crear las condiciones para instalar una sociedad basada en el conocimiento y la tecnología. Seguimos a ser maquiladores y exportadores de brazos, piernas y espaldas:
Los supuestos logros y el estado de la educación superior en este sexenio resaltó el subsecretario de Educación Superior de la SEP, Rodolfo Tuirán, fue que anticipadamente se llegó a la meta de alcanzar 30 por ciento de cobertura, lo que se concretó en los primeros cuatro años de este gobierno. Al participar en la 35 reunión ordinaria del Consejo de Universidades Públicas e Instituciones Afines (CUPIA) de la ANUIES, el funcionario subrayó que si bien Brasil y Chile también han apostado por aumentar la matrícula en este nivel, han puesto énfasis en la educación privada, mientras que en México se enfoca en instituciones públicas. La matrícula universitaria pasó de más de 2.5 millones de estudiantes que había en 2006 a más de 3 millones para 2010. Es decir, 500 mil jóvenes más, 125 mil anuales, agregó. La cifra es similar al número de rechazados anualmente en la UNAM. Si bien este porcentaje de cobertura es menor al que México debería tener por su grado de desarrollo, no debemos regatear el alcance de estos logros. Aseguró que comparte la opinión de académicos y rectores de que el sistema enfrenta dos problemas relevantes: por un lado el financiamiento insuficiente e inequitativo, y por otro, la inestabilidad e incertidumbre presupuestal que dificulta anualmente la planeación de largo plazo.
Este problema bien detectado y bien documentado y que gobierno federal tras gobierno federal, o que gobierno estatal tras gobierno estatal, no se resuelve, obliga a los rectores de las universidades a clamar, año tras año, por más presupuesto:
La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) solicitó a la Cámara de Diputados una ampliación de 9 mil 353 millones de pesos al presupuesto destinado a esos centros educativos ante el recorte que planteó el gobierno de Felipe Calderón para 2011. En reunión con la Comisión de Presupuesto, el secretario general de la ANUIES, Rafael López Castañares, expresó el desaliento de rectores y directores por el recorte al gasto educativo federal y de educación superior y posgrado.
La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) propone aumentar los recursos para la Universidad Autónoma Chapingo, el Colegio de Posgraduados y el Colegio Superior Agropecuario del estado de Guerrero, que es de 479 millones de pesos. En un análisis del proyecto del Presupuesto de Egresos de la Federación para 2011 se establece que las tres instituciones cuentan con menos fondos que el año pasado, con una disminución, en conjunto, de 12.6 por ciento. La reducción de más de 200 millones de pesos corrientes para la Uach implica una variación negativa de 16.1 por ciento.
El olvido de la educación pública y el fomento a la educación privada tampoco ha funcionado como solución, en realidad, el problema es la pésima calidad educativa del sistema educativo en su totalidad:
Díaz Barriga destacó que el aumento en la matrícula de educación superior se debe a que “creció mucho la educación superior privada que no tiene calidad, la llamada patito”. Indica que hay estudios de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones Afines que revelan el incremento de unidades de educación superior de menos de 500 alumnos en el país. Además, vemos el establecimiento de empresas y consorcios de educación superior que están creciendo como hongos en todo el país, pero la calidad de lo que ofrece es discutible. Subrayó que hay una clara ausencia de expansión de la educación superior pública en el país. Esta situación es clarísima en universidades públicas, no les gustan, la única que se ha generado (en años recientes) es la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. La otra opción que quiere abrirse en este sexenio, y está en los documentos de la SEP, es ofrecer modelos de universidad a distancia. Explicó que aunque hay indicios de que en la actual administración federal creció la matrícula universitaria, “habría que entrar a las bases de datos de la SEP para ver dónde creció. El crecimiento en universidades públicas estatales es marginal, porque el aumento se da en instituciones politécnicas y privadas. “Nuestro sistema educativo –concluyó– está hecho para escolarizar, no para aprender, además el nivel de deserción es altísimo: de 100 que ingresan a primaria sólo nueve concluyen su licenciatura; no podemos decir, con estas bases, que hay interés por los jóvenes.”
El crecimiento de la cobertura en educación superior en México ha sido gradual, por lo que no es sostenible la afirmación del titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Alonso Lujambio, de que en 16 ciclos escolares –de 1980 a 1996– el avance en este sector fue de cero, aseguró Manuel Gil Antón, catedrático de El Colegio de México (Colmex). Dijo que en ese periodo, sólo la matrícula aumentó 64 por ciento. Debemos ser muy claros. Sí hay aumento en la cobertura de educación superior, pero ha sido gradual tanto en instituciones públicas como en privadas. Sólo en estas últimas, la matrícula total atendida de 1970 a 2003 creció de 14 a 33 por ciento, es decir, el incremento no ha sido sólo resultado de la inversión pública ni de la decisión de un gobierno. Sin embargo, alertó que para conocer el crecimiento real de la cobertura en dicho nivel de enseñanza se debe comparar la matrícula y el grupo de edad que se busca atender. Por ello, indicó que son las mismas cifras oficiales las que establecen que en 1960 la tasa de cobertura era de apenas 3 por ciento, es decir, sólo tres de cada 100 jóvenes acudían a la universidad. Para 1970 –explicó– era de 6 por ciento; mientras en 1985, 14 de cada 100 mexicanos de 20 a 24 años asistían a las aulas universitarias, cifra que se incrementó a 15 en 1992, y para 1999 casi eran 18 de cada 100 los que estaban inscritos en una institución de educación superior.
La educación superior no puede dividirse en universidades públicas y privadas, sino en instituciones con calidad y sin ella. Esta concepción del rector de la Universidad La Salle, Martín Rocha Pedrajo, es sólo una de las claves que enuncia al visualizar la formación superior fortalecida, y por ende el país, puesto que “la educación es de todos o no es de nadie y diferenciarla sólo provoca una profunda división social que no nos lleva a nada”. Por ello, apunta, hay que buscar los mecanismos para que desde el gobierno se financie a los estudiantes que no pueden atender y las privadas sí, bajo el entendido de que la educación es un derecho. También hay que apoyar a las universidades llamadas “patito” a que aumenten su calidad, puesto que sólo así se podrá cubrir la demanda. Si bien en México no puede pensarse que el gobierno subsidie también a las universidades privadas como en otros países, debería de existir un apoyo para los jóvenes que quedan fuera del sistema por falta de lugar en las públicas, después de todo las instituciones privadas no pueden subsistir sin cuotas.
Para concretar una reforma educativa integral y de fondo en el país, que impulse el mejoramiento de la calidad académica y el incremento de la cobertura en formación superior no hay que esperar 50 años –como vaticinó la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Si se concretan los discursos en acciones, esta meta podría conseguirse en tres o cuatro lustros, aseguró el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro Robles. “Decimos y hablamos pero no hacemos. Lo digo con respeto y claridad, la UNAM fue la única que dijo que no a la Reforma Integral a la Educación Media Superior –impulsada por la administración de Felipe Calderón– porque no era integral. Con ésta no pasó nada porque no existía un planteamiento de fondo”, señaló el rector en entrevista tras la inauguración de las actividades conmemorativas por el 70 aniversario del Colegio Madrid. Al contrario de lo hecho por México, dijo, entre 2000 y 2008 Brasil duplicó su cobertura en educación superior, al pasar de 17 a 34 por ciento. Nosotros estábamos cuatro o cinco puntos adelante de ellos y ahora estamos esos mismos atrás. ¿Por qué no acabamos con el analfabetismo en tres años, y no en 50? Lo podemos hacer, tenemos los recursos, la organización y la capacidad para ello. Agregaron que antes de proponer acciones radicales como expulsar a docentes que sistemáticamente salgan mal en las evaluaciones, primero tendríamos que garantizar una formación inicial de calidad, condiciones de equipamiento e infraestructura acorde con las necesidades educativas y una capacitación adecuada, de lo contrario, sería injusta su salida del sistema educativo.
¿Qué vas hacer cuando un robot te quite el trabajo de bajo nivel que tienes?
No hay comentarios:
Publicar un comentario