Pasaron ya varios siglos desde que llegó la cultura europea a América. Ya pasaron dos siglos de independencia de México. A pesar del discurso que reconoce a los pueblos originarios, en la práctica la educación multicultural y plurilingüe es limitada. Después de 200 años los miembros de nuestras culturas originarias siguen batallando para alcanzar niveles altos de educación y mejores condiciones de vida:
Claudia Ángel Pérez nació en San Juan Jaltepec, una zona de alta
marginación ubicada en el municipio de Santiago Yaveo, en el distrito de
Choapan, Oaxaca. Es la primera persona de su comunidad que estudió una
licenciatura, la única con un posgrado.
En la Unidad Mazatlán del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología
(ICML) de la UNAM, la bióloga se graduó como maestra en ciencias con
mención honorífica.
Con un atuendo del Istmo de Tehuantepec, Claudia presentó su
investigación “Crecimiento y supervivencia de Lutjanus colorado en
jaulas flotantes a dos densidades de siembra”, proyecto con
posibilidades de aplicación social.“Para
cursar la secundaria y nivel medio superior tuve que salir y trabajar
por hospedaje y alimentación. A pesar de que en cada nivel que lograba
alcanzar la familia me insistía que ‘hasta ahí podría llegar, nomás’,
cursé la licenciatura en Biología Marina en la Universidad del Mar,
gracias a la beca de colegiatura y alimentación que me otorgó la
institución.
“Soy la primera persona que logra una licenciatura en mi comunidad y, de
momento, la única con un posgrado, gracias a las facilidades que me dio
la UNAM y la beca que me asignó el Conacyt”.
Lo anterior no es fácil de conseguir si se es indígena y mujer, por las
dificultades económicas y culturales que implica, dijo.
La bióloga subrayó la discriminación y desigualdad en la preparación
académica, porque el nivel educativo en el campo está muy por debajo del
que tienen las zonas urbanas. “Estas y otras condiciones llegan a
causar resentimientos y pérdida de identidad en las y los jóvenes
indígenas, que desarrollan un desprecio por sus orígenes y cultura”.
Y el subsistema de educación indígena tiene las peores condiciones del sistema de educación pública, bien parece que no hemos podido sacudirnos nuestra mentalidad virreynal:
La mayoría de las escuelas públicas, adonde asisten estudiantes indígenas, carecen de material básico, como papel, lápices, crayones, pegamento, marcadores o gises, y los maestros no han sido capacitados con una pedagogía bilingüe eficaz, que les permita ofrecer a los alumnos una enseñanza de calidad en dos lenguas.
En el estudio Ambientes de aprendizaje intercultural bilingüe de calidad: cuatro estudios de caso, realizado por el investigador de la Universidad Iberoamericana (UIA) Joan Marie Feltes, se establece además que si acaso existe una biblioteca de aula o de escuela, alumnos y docentes sólo tienen acceso a libros en español.
Así, los escolares tienen cancelada la opción de visitar la biblioteca y escoger un libro en su lengua materna y el maestro indígena que quiere empezar el día con un buen cuento no tiene la opción de leer un texto en la lengua materna de sus alumnos.
El análisis indica que la pedagogía imperante en los planteles para los niños indígenas es la de la traducción: El maestro dicta la lección en español y luego traduce lo que dictaba en la lengua indígena.
Ninguna transformación real ha ocurrido al iniciar el siglo XXI:
Durante la actual adminsitración del gobierno federal, la matrícula, el presupuesto, las plazas y el número de escuelas para la enseñanza dirigida a los niños de los pueblos originarios no han variado. De hecho, sostuvo la titular de la Dirección General de Educación Indígena (DGEI), Rosalinda Moreno Garza, de los 22 mil 800 planteles destinados a este sector, más de 50 por ciento no tiene las condiciones mínimas de acceso a energía eléctrica, agua, equipamiento y conectividad.
De acuerdo con estadísticas de la Secretaría de Educación Pública (SEP), la inversión presupuestal para la atención de los niños indígenas que viven en regiones con el índice de desarrollo humano más bajo, en realidad descendió de 312 millones 199 mil 245 pesos en 2011 a 212 millones 140 mil 291 pesos en este año, es decir, más de 100 millones de pesos menos, lo que significa una caída de 32 por ciento.
En entrevista, la funcionaria aseguró que hay una omisión en términos de a quién corresponde dedicar toda su energía, fuerza y sus recursos a construir escuelas indígenas, que son las que tienen las peores condiciones de todo el sistema educativo.
Y en muchas zonas del territorio mexicano, simplemente, no ha dejado de existir el Virreynato de la Nueva España. Todavía se pide cárcel para aquellos que desean cambiar la realidad educativa de nuestros pueblos originarios:
En Baquiachi, Chihuahua, enseñar a leer y escribir no es un delito, pero Cesáreo Reyes Nevárez, indígena rarámuri de Bacusiachi, ranchería de la sierra Tarahumara, está amenazado con cárcel por dar clases sin ser maestro.Cesáreo no tuvo oportunidad de ir a la escuela. Ya era grande (11, 12 años) cuando aprendió a hablar, leer y escribir en español, de manera autodidacta. Tiempo después, consciente de los beneficios que le trajo dominar ambas lenguas y ante la falta de maestros, aceptó alfabetizar a los niños de su comunidad. “Yo aprendí batallando –recuerda–; había personas que hablaban el español y me iban diciendo cómo. Luego, en la comunidad me dijeron: ‘Oye, Cesáreo, tú sabes leer y escribir, enséñales a los niños’, y yo acepté.” En días pasados la policía municipal se presentó en su comunidad para advertirle que no puede ser maestro y le dejaron dicho que lo van a detener porque está fuera de la ley. No lo detuvieron porque no se encontraba, había ido a Chihuahua.
Marisela, esposa de Cesáreo, estudió hasta segundo grado de primaria y también enseña a los niños a leer y escribir. También ella fue nombrada por la comunidad para hacerlo
Siguiendo usos y costumbres, los pobladores dieron esa tarea a Cesáreo Reyes y su mujer, por la cual no reciben ningún pago: “la comunidad nos puso; si el presidente municipal quiere que dejemos de dar clases, que venga aquí y hable con ellos”.
Aprender español es indispensable ante la situación de acoso y explotación que viven los rarámuris: Luego vienen fuereños que se aprovechan de la gente porque no sabe y les dicen esto o lo otro y los engañan.
Las habitantes de Bacusiachi llevaban varios meses solicitando al municipio un aula y un maestro. Ante la falta de respuesta, acudieron a Bowerasa, fundación de apoyo a las comunidades indígenas, que dirige Ignacio Becerra, activista pro derechos humanos y sacerdote de Carichí.
Bowerasa financió la construcción de un aula, en la que trabajan Cesáreo y Marisela.
Sostiene Becerra: No se trata sólo de leer y escribir, sino que tener un maestro indígena ayuda para que los niños no pierdan sus costumbres y tradiciones en el proceso de aprender español.
También es cuestión de equidad en la educación: Si el niño va a una escuela donde no se habla en rarámuri, va a tener mayor grado de dificultad para aprender, entonces ahí ya no hay equidad.
En los próximos días escucharemos las promesas de los partidos políticos y sus candidatos.... el asunto es que son las mismas promesas que hace 200 años. ¿No es necesario dejar de suspirar y comenzar a exigir, de comenzar a iniciar un movimiento desde la sociedad civil para transformar el sistema escolar. ¿Sigues soñando que ahora si va a llegar el que si sabe, que si quiere y que si puede?
No hay comentarios:
Publicar un comentario