Recién llegan los resultados de ENLACE 2009 para el bachillerato; el 50% de los estudiantes se encuentran en el nivel insuficiente o elemental en las habilidades de comprensión lectora; después de 12 años en la escuela no pueden comprender textos complejos. Mientras tanto, el mundo editiorial vive una revolución. Ya no se puede detener la publicación y lectura en medios digitales. El principal problema no es la producción literaria y el disfrute de la lectura, sino el proceso económico. Pensar en átomos no es lo mismo que pensar en bits. Las editoriales siguen pensando en el modelo de Gutemberg y no saben cómo hacer negocio de un medio intangible como son los bits:
“El libro se leerá cada vez menos en papel, pero más en los nuevos soportes digitales, y esto no significa que desaparecerá”, afirmó anoche el filósofo español Fernando Savater, quien admitió que el libro como objeto “enfrenta una crisis particular, aparte de la crisis económica que afecta a todos los demás productos”. El novelista y ensayista explica que el libro debe realizar “esa especie de lucha por su medio habitual, que es el papel y la impresión, y también por el medio de la pantalla. Dos crisis que están al unísono, pero que son diferentes”. “El libro continúa, porque posee su número de lectores, (aunque) hay quienes leen de formas no convencionales. Se reducirán los volúmenes que tenemos en casa, guardados, pues ya tenemos el problema de almacenamiento al vivir en casas pequeñas, ya es un sueño tener esas bibliotecas maravillosas. Pero seguirá existiendo”, añadió.
Es un error ver al libro digital como una amenaza para el impreso. Es, por el contrario, una herramienta más para el estudio, considera Doris Sommer, profesora de literatura y lenguas romances en la universidad de Harvard. “Por supuesto trabajamos sobre el libro impreso porque ahí encontramos los clásicos, pero los podemos buscar en internet, que es una gran biblioteca y eso no nos importa, lo trascendente es la calidad de la literatura y disfrutar cada una de sus palabras”, agrega en entrevista. Invitada al Congreso Internacional del Libro, Sommer considera que leer es un acto de conocimiento donde el placer debe ser el hilo conductor, sin importar si la obra es impresa o electrónica.
Esta revolución editorial se ha visto transformada por la aparición de nuevos dispositivos digitales que cada día simulan una experiencia semejante a la interface papel y tinta de los libros impresos. Pero con las ventajas de los hipermedios:
Desde que salió al mercado, en 2007, el Kindle de Amazon ha dominado el incipiente mercado de descarga y lectura de libros electrónicos. Ahora enfrenta un reto formidable: el 25 de agosto, Sony presentó en Estados Unidos (EU) un nuevo y costoso lector de libros electrónicos. Las dos empresas apuestan a que la demanda de esos dispositivos crecerá en forma explosiva, pero podrían resultar desilusionadas. Amazon y Sony no son los únicos que impulsan los libros digitales. El mes pasado la cadena de librerías Barnes & Noble abrió una tienda virtual con más de 700 mil títulos. La firma investigadora Forrester calcula que esta actividad ayudará a elevar las ventas de lectores electrónicos de 3 millones de unidades este año a 13 millones hacia 2013.
El proyecto de digitalización de Google va a cambiar en el futuro cercano la distribución de la información de las bibliotecas:
Robert Darnton es un crítico de las acciones de Google, pero al mismo tiempo un convencido del poder de la empresa digital, al grado de tener la capacidad de convertir a las librerías en una institución arcaica. El director de la red de Bibliotecas de la Universidad de Harvard advirtió que el acuerdo entre Google y escritores y editores en Estados Unidos va a determinar una gran parte del futuro del mundo de los libros. “Estamos siendo testigos de la desaparición de elementos familiares, por ejemplo la máquina de escribir, ahora únicamente útil en tiendas de antigüedades; la tarjeta postal, una gran curiosidad como un elemento de comunicación; la carta escrita a mano, que trasciende la capacidad de la mayor parte de nuestros jóvenes; el periódico, extinto en muchas ciudades; la librería local, reemplazada por cadenas, que amenazan distribuir, a través de internet, como Amazon. “La biblioteca puede parecer la institución más arcaica de todas, y si no se adapta a la tecnología moderna, va a ser reemplazada por Google, digitalizando ejemplares; de 30 bibliotecas de investigación, Google ha creado una base de datos con millones de libros, tantos que rápidamente va a poder construir una metabiblioteca digital, como nunca antes nos imaginamos.”
Las editoriales mexicanas están en el dilema; cómo producir dinero... pero olvidan que un aspecto fundamental es: cómo producir buenos lectores. Sin lectores no hay lectura, ergo no hay venta de libros. Tal vez ese sea uno de los poblemas de este territorio queremos producir dinero sin producir mercado. Y para sobrevivir se pelean por un puñado de lectores mexicanos:
La editorial mexicana Fondo de Cultura Económica ha decidido excluirse del acuerdo que, de ser aprobado por una corte de Nueva York el próximo 7 de octubre, permitiría al buscador de internet Google difundir los libros que comenzó a digitalizar sin permiso desde diciembre del 2004. Según información proporcionada por la compañía, apunta el sello paraestatal en un comunicado, se escanearon ya unos dos mil títulos publicados por el FCE, por lo que consideran que “el mero proceso de escanear libros que no pertenecen al dominio público podría constituir una violación a los derechos de autor de escritores y editores”. “Ello no significa que demos la espalda a los interesantes retos que nos plantea la edición digital; por el contrario, vemos en las nuevas prácticas de lectura y en las nuevas tecnologías una oportunidad para hacer llegar el conocimiento y la imaginación al mayor número de personas.
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