No hace mucho la sociedad mexicana se congratulaba de ser un país joven. Con edificios nuevos, ciudades nuevas, universidades nuevas, y mucho optimismo del futuro. En el bicentenario de la independencia y centenario de la revolución las cosas no se ven con tanto entusiasmo. Esos jóvenes de pronto llegaron a la tercera edad, y, oh, sorpresa, no se prepararon para la jubilación, ni la enfermedad, ni para la vejez. Hoy que la vejez toca la puerta, la sociedad mexicana sigue perseguida por la pobreza y la precariedad. Lentamente, las instituciones mueren de senectud prematura. La ciencia mexicana envejeció, pero no maduró lo suficiente ni para contribuir a crear un mejor futuro, ni para dejar la estafeta a generaciones más jóvenes:
La edad promedio de los registrados en el nivel 3 del Sistema Nacional de Investigadores, el cual agrupa hoy en total a 17 mil 639 miembros, pasó de los 59 años en 2004 a los 62 años en 2009. De esta masa de investigadores, hasta 2010 sólo 22 tenían menos de 30 años de edad, mientras la mayor cantidad se ubicaba en los segmentos de 40 a 49 años de edad (5 mil 588 individuos) y en el de 50 a 59 años de vida (4 mil 770).
Muchos jóvenes tendrán que encontrar soluciones de la vejez y enfermedad mexicana. Algunos piensan que la generación actual en el poder, la misma que vivió el sexo, drogas y rockandroll, no aprendió a construir la utopía y muy pronto copió los errores de la llamada momiza:
El sistema educativo nacional caducó y responde a una estructura social de hace cuatro décadas, apuntó Arturo Menchaca Rocha, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). La estructura del poder en el país, aseguró, obstaculiza el desarrollo pleno de la educación, por lo que las generaciones actuales se verán en serios conflictos para enfrentar los problemas del futuro, como el envejecimiento de la población y de la comunidad científica. Puntualizó que esta falta de preparación se debe en gran medida a que el sistema normalista genera sólo profesores con nivel secundaria, lo que limita severamente la calidad educativa de México. Uno de cada diez estudiantes de secundaria estudia la preparatoria, que cuatro de cada diez alumnos de educación media superior pasa a la universidad, y que de los graduados de este último nivel, uno de cada 10 estudia doctorado, pero que la dimensión entre primaria y doctorado es de uno de cada diez mil. Estas cifras reflejan la necesidad de reestructurar el diseño de la distribución de recursos y eficiencia que se tiene, puntualizó, puesto que dentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México es el país que más invierte en educación, pero es el que peor calidad educativa tiene.
Para el nuevo director del Conacyt, la ciencia mexicana sigue en construcción... y parece que seguirá en los próximos 300 años:
“La ciencia mexicana está en construcción”, justificó el director del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Enrique Villa Rivera, al señalar que México invierte apenas 0.4 % de su Producto Interno Bruto (PIB) para el desarrollo de la investigación, la formación de recursos humanos de alto nivel y la innovación tecnológica. El funcionario reconoció que nuestro país y las naciones de la región requieren incrementar el financiamiento a este sector e incluso que “falta mucho por hacer” pero justificó que la actividad científica, al menos de nuestro país, apenas inició hace 50 años. A partir de los datos que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) presentó en la Reunión de Ministros y Altas Autoridades de Ciencia y Tecnología de América Latina y el Caribe 2011, nuestro país invierte por debajo de 0.6% del PIB en promedio de lo que dedican naciones en Latinoamérica. Brasil, Argentina y México están considerados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) como los líderes científicos de la región.
La ciencia importa, y los científicos mexicanos son los únicos interesados en responder a los problemas de los mexicanos. La ciencia que se importa está supeditada a los mercados, por ello, tampoco ha sido la respuesta para crear riqueza material e intelectual para los mexicanos:
Científicos de la UNAM desarrollaron una vacuna contra E. Coli enterotoxigénica, bacteria causante de la diarrea aguda que ataca principalmente a menores de 5 años y viajeros. Yolanda López, investigadora titular del proyecto, refirió que ya cuentan con una patente en EU y en México, y afirmó que están por desarrollar estudios en humanos. La vacuna intranasal contra E. Coli enterotoxigénica (ETEC, por su siglas en inglés) fue desarrollada por científicos del Programa de Inmunología Molecular Microbiana, de la Facultad de Medicina de la UNAM, dirigidos por la investigadora. “La vacuna es una innovación biotecnológica, tanto por su aplicación intranasal como por su capacidad para impedir que se dispare el desarrollo del patógeno”.
Investigadores del Instituto Politécnico Nacional (IPN) elaboraron un cereal nutritivo para niños en edad escolar, a base de maíz y frijol, reducido en azúcares y contiene 38 por ciento más proteínas y 138 más fibra que los comerciales. El titular del proyecto del Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional (CIIDIR) unidad Durango, Oscar Velasco González, señaló que mediante los productos desarrollados a lo largo de una década de investigación se contribuye a mejorar la nutrición de los pequeños, Con ello también, subrayó, se le da un valor agregado al maíz y al frijol, éste último es el principal producto agrícola del estado de Durango.
Parece que los científicos mexicanos atrapados por el miedo a la pobreza y subordinados a los estímulos económicos de las universidades o de Conacyt morirán como los músicos del Titánic, en sus plazas, escuchando las esferas del universo.
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