Hay problemas sistémicos en la educación que ofrece México a sus comunidades originarias. Hace 200 años, pomposamente se decretó la creación de una nación multicultural. La realidad es que continuamos el programa de castellanización y modernización del virreynato. Las ventajas de contar con un idioma tan poderso, flexible, moderno y hermoso como lo es el castellano, nos ha impulsado a llevar al olvido a nuestras lenguas originales y son los docentes mexicanos quienes mantienen vigente tal programa:
Alrededor de la mitad de los maestros de las escuelas indígenas de México dejan con “cara de what” a sus alumnos. La razón es muy simple: no imparten la clase en la lengua indígena que hablan los niños. La Prueba de Diagnóstico de competencias docentes para la educación básica intercultural, realizada por la Universidad Iberoamericana a profesores del sistema de educación indígena de preescolar y primaria, revela que en promedio cuatro de cada diez maestros tiene dificultades para comunicarse con sus estudiantes. Su formación docente no les ayuda a lograr que los niños indígenas aprendan adecuadamente, debido a que no se comunican en la misma lengua, tienden a castellanizarlos y el resultado es un aprendizaje mediocre, señaló Enrique Hamel, académico de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa. Son niños que ingresan a primaria hablando su lengua materna y, por tanto, se quedan con muchas dudas cuando el profesor sólo les habla en español o habla su lengua en casos muy necesarios. “La formación de docentes de escuelas indígenas es muy diversa, hay maestros en el sistema de educación indígena que sólo tienen primaria completa, hay profesores que apenas tienen el bachillerato y hay otros que están cursando una maestría; sin embargo, esta formación no les sirve para enseñar a los niños indígenas”. Hamel ha detectado que los profesores buscan castellanizar lo más rápido posible a los pequeños, con la errónea creencia de que en español van a aprender mejor. Se les olvida que cuando entran al kínder o primaria son monolingües o hablan poco español. La enseñanza no funciona, aseguró el especialista de la UAM, porque les exigen aprender en una lengua que no dominan, se dedican a castellanizarlos y su aprovechamiento escolar es deficiente. Se concentran en que hablen español, para que ellos puedan impartir sus clases en este idioma. Con base en sus investigaciones, comentó que lo más recomendable es alfabetizarlos en la lengua indígena y en el tercer año de primaria transferir lo aprendido al español. “Hemos hecho pruebas comparativas y estos niños acaban leyendo mejor en lengua indígena y en español que en otras escuelas donde se impone el español desde primer grado de primaria”. Los resultados del Diagnóstico muestra que sólo 37.4% de los maestros enseña la lengua indígena como primera lengua; mientras que el resto sólo da clases en español.
El lenguaje no es el único problema, también las condiciones de distancia, acceso, infraestructura y servicios son críticas en nuestras comunidades originales:
Alejandro camina 3 horas hasta la comunidad indígena en la sierra chiapaneca donde imparte clases; nadie lo supervisará ni recriminará si llega tarde, si no asiste este miércoles, o el jueves, quizá el próximo lunes. La tenacidad de este instructor va más allá de aulas y, sin saberlo, forma parte de esos escasos maestros Top, que se encuentra por arriba del promedio de calidad docente. Su esfuerzo es invaluable para los niños y sus padres, sin embargo, no hay garantía de que vuelva el próximo año y dé continuidad a su labor docente. La marginalidad de la comunidad en la que trabaja hace inviable su retorno; dormir en el suelo, mal comer o ser becario del Conafe, con el que percibe mil pesos al mes como beca, son desalentadores al igual que la infame, inexistente y derruida infraestructura de la primaria donde imparte sus clases. La labor de profesores como éste es fundamental para el desarrollo de los niños de comunidades indígenas y rurales, a tal grado que son el factor que podría cerrar una brecha histórica. “De contar con profesores de alto rendimiento, se podría cerrar la brecha entre estudiantes indígenas y zonas rurales con los de escuelas urbanas en alrededor de 3 años”, apunta Lucrecia Santibañez, directora de Educación de la Fundación IDEA (Implementación, Diseño, Evaluación y Análisis de Políticas Públicas). Entre los datos que arroja la Encuesta de Calidad Educativa en el estado de Chiapas, un maestro Top es capaz de aumentar el aprovechamiento del alumno de un 50 a un 72 por ciento. A su vez, en las escuelas indígenas y del Conafe, las más apartadas y marginadas, el aprendizaje de los niños crece, especialmente en matemáticas, si el maestro habla su lengua indígena. No obstante, información del estudio expone que estas condiciones son la excepción, puesto que si bien hay buenos maestros a lo largo del estado sin importar de manera crítica su formación, el ausentismo y rotación de éstos es doble que en las zonas urbanas, llegan al 40 por ciento, y no hay continuidad de los profesores; además sólo 2 de cada 5 profesores hablan la misma lengua que sus estudiantes.
No hace falta más diagnósticos o evaluaciones o recopilación de datos. Al arrancar el siglo XXI nuestras comunidades originales tienen las peores condiciones. Qué sabemos con claridad:
1. Es mejor alfabetizar a nuestros estudiantes en la lengua materna (castellano o indígena).
2. Los estudiantes tienen mejores resultados si estudian con un maestro que se puede comunicar en la lengua materna de los estudiantes (castellano o indígena).
3. Los mejores docentes logran que sus estudiantes obtengan mejores resultados.
4. En las escuelas de las comunidades indígenas hay peores instalaciones, gran rotación de docentes, poca continuidad.
Con base a ello es posible desarrollar un plan de acción coherente para eliminar o mitigar estas condiciones. ¿Qué se espera para hacerlo? Mucho; un cambio en la mentalidad de la sociedad mexicana, revalorar la idea de ser una nación multicultural. Y tal vez demasiado; un cambio en la mentalidad de las autoridades y partidos políticos que persisten en mantener una sociedad seudoaristocrática basada en una endeble democracia.
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