México sigue siendo un joven país con grandes sueños, complejos de crecimiento, cierta soberbia e inusitada ignorancia. Sigue siendo un país que alardea de sus discursos políticos, de sus utopías. La más reciente es hacer obligatoria la educación media superior. El mundo corre hacia las sociedades del conocimiento y se requiere de tener personas con niveles muy altos de educación, México comparte ese mismo sueño:
Al elevar a rango constitucional el derecho a la educación media superior, el gobierno se compromete a hacerla obligatoria, y es por ello que seguir aplicando exámenes de selección para ingresar al bachillerato es ilegal, advirtió el Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior (Maes). Los integrantes de dicho colectivo subrayaron que a partir del 2012 las autoridades están obligadas a aumentar la matrícula de nivel preparatoria hasta llegar a la cobertura total en 2021.
Los únicos requisitos para acceder al bachillerato, recordaron, son que el estudiante tenga la edad necesaria para ello y haya terminado la secundaria, con lo que se evitarán los privilegios de grupos, de sexos o de individuos.
Por lo anterior, subrayó el Maes, “no pueden mantenerse requisitos o prácticas –como exámenes– que expresamente o en los hechos busquen establecer diferencias, preferencias o prioridades, o que sirvan para excluir a algunos por cualquier motivo”, como ocurre actualmente con los criterios que desfavorecen a egresados de escuelas públicas, hijos de familias pobres, indígenas o mujeres, entre otros grupos vulnerables.
Pero la realidad concreta es otra, los jóvenes mexicanos tienen pocas opciones para acudir a la educación media superior. Los gobiernos estatales continúan desapareciendo modalidades alternativas de bachillerato. Poco a poco se cierran los tele-bachilleratos:
Pese a que profesores y estudiantes del sistema de telebachillerato bloquearon carreteras y tomaron casetas en Veracruz, el secretario de Gobierno, Jesús Reyna García, afirmó que no hay recursos para la operación de estos planteles y que algunos podrían desaparecer. Informó que este subsistema educativo no dispone de recursos etiquetados para operar en lo que resta del año.
Para este año se asignaron a telebachillerato alrededor de 60 millones de pesos, que sólo cubren 50 por ciento de los gastos.
El secretario de Gobierno dijo esperar que los alumnos de telebachillerato continúen sus estudios en otras escuelas y también se buscará reubicar a los trabajadores en otros subsistemas.
El diputado perredista Elías Torres Ibarra dijo que sería una pena cerrar 80 escuelas que atienden a 12 mil estudiantes, mientras el gobierno estatal prefiere subsidiar al Teletón con una erogación de 40 millones de pesos al año.
Mientras, más de un mes después de que se inició el ciclo escolar de telebachillerato en el sur de Veracruz, cientos de alumnos no han iniciado labores debido a las carencias que afectan a 45 por cientos de los planteles en esta zona, afirmó el dirigente del Sindicato Independiente de Trabajadores de la Educación en Veracruz, Jorge Lara González.
Precisó que sólo 78 de 120 planteles cumplen los requisitos para operar, y los 42 restantes son simples galeras que carecen de electricidad, monitores y antenas receptoras, por lo que instó a las autoridades a dotarlos de recursos para atender a los estudiantes, la mayoría de bajos recursos.
El sistema educativo mexicano sigue siendo una fábrica de trabajadores informales y precarios. No tiene buena calidad y expulsa a los jóvenes que no encuentran sentido a la educación formal y prefieren desertar y tratar de construir el sueño mexicano en trabajos mal pagados y sin seguridad social, ni con opciones de mejorar su situación cultural y económica. Ante la falta de resultados se busca dinamizar la economía no con niveles altos de educación ni un esfuerzo por ofrecer productos y servicios de alta calidad. Se sigue apostando la maquila, al trabajo simple y repetitivo:
La precariedad de salarios que se impulsa en la reforma laboral presentada por el gobierno federal traerá consecuencias peligrosas para las familias de trabajadores y para la propia economía nacional, señaló la Federación Nacional de Sindicatos del Sector de Ciencia y Tecnología (Fenasscyt).
A las familias, dijo, las condena a un ingreso ínfimo e inestable y, por tanto, a la pobreza. La consecuencia simultánea de aplicarse esta iniciativa será la caída de los niveles de vida de los obreros mexicanos y una mayor restricción económica para ellos.
Esto es porque las modificaciones a la Ley Federal del Trabajo implican –con el indolente y miserable pago por hora, la legalización de la subcontratación (outsourcing) y la afectación a diversas prestaciones– la reducción de ingresos para los trabajadores, lo que provocará caída de sus ingresos y una nula capacidad de ahorro que impedirá la contribución a las instituciones de seguridad social y programas de pensiones y jubilaciones.
Y miles de jóvenes mexicanos llegan a las universidades públicas, pero no para adquirir conocimiento profesional, ni alcanzar un título universitario. Miles de jóvenes expulsados del sistema escolar se instalan en las universidades públicas para vender comida, chácharas, ropa, libros, etc.
En la UNAM en donde se imparten las licenciaturas de Ciencias de la Comunicación, Relaciones Internacionales o Administración Pública, Ciencia Política y Sociología, sus espacios públicos son ahora una kermés escolar. Hay puestos en los que se pueden comprar chapatas, tacos dorados, papas, ensaladas, cocteles de fruta, postres, así como de jugos, refrescos, dulces, sin faltar la bicicleta que llega repleta con los tacos de canasta.
Pero no es el único espacio público de esa facultad en el que se pueden encontrar ambulantes. Desde el acceso de la rampa, sobre el césped, hay otros ocho puestos con otro giro.
Sobre el pasto, uno de los primeros puestos es el de ropa de segunda o de “paca”. Más adelante, a unos tres metros, está un vendedor de “cine de arte”, un joven conocedor de filmes de culto, pero pirata que oferta en 15 pesos el disco.
No pueden faltar los lentes exóticos de 50 y 60 pesos, según se anuncia el costo de éstos en unas cartulinas de colores fluorescentes.
También hay pequeños muestrarios de la infaltable artesanía hippie; en otros dos plásticos tendidos hay pilas de libros, la mayoría novelas y cuentos, el más caro no rebasa los 200 pesos.
Y parece que no hay nada que hacer en un país dedicado a la agricultura, venta de petróleo y la maquila. Todos los días millones de jóvenes tienen que buscar alternativas para sobrevivir con niveles bajos de educación y con empresas que siguen promoviendo el mercantilismo del siglo XVI:
Fernando Castañeda Sabido, director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPy S) dice que ambulantes han rebasado no sólo a autoridades de ese plantel, sino que toda la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“El sistema de vigilancia de nosotros es limitado. No tenemos una fuerza para estar removiendo a la gente (ambulantes) y este un tema de casi toda la universidad, que tiene un sistema de vigilancia que tiene que ver básicamente con edificios… La cantidad de gente nos rebasa”. Castañeda Sabido detalla que en la FCPyS hay aproximadamente 20 comercios informales, por lo que desde hace año y medio se ha entablado un proceso de negociación para reducir la cifra a seis puestos, y que sí autoriza la Dirección de Patrimonio de la UNAM.
“Estamos completamente rebasados; muchas veces lo que tratamos de hacer son operativos, estamos en un proceso de negociación desde hace un año y medio o dos.
“Estamos dispuestos a llegar a un acuerdo, que eso hace la universidad, no es una cuestión de la facultad; les da permiso a cierto número de ambulantes, incluso les da ciertos módulos que han diseñado para que puedan ahí vender sus productos”, plantea durante el encuentro en su oficina.
Difícil futuro para los jóvenes mexicanos que viven atrapados por una generación de veteranos que piensan que están en 1950.
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