En ocho años, en el periodo que va de 1999 a 2007, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) pasó de los extremos de la debacle absoluta, con la policía federal dentro de sus instalaciones, a la gloria de ser considerada la mejor institución de enseñanza superior de Hispanoamérica. Por si fuera poco, su principal espacio arquitectónico, Ciudad Universitaria, fue nombrado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.
La Real Sociedad Española de Historia Natural (RSEHN) admitió a Raúl Gío Argáez, integrante del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), como socio honorario, con lo cual se convirtió en el tercer mexicano en obtener la distinción.
Ana Barahona, profesora de la Facultad de Ciencias de la UNAM, fue nombrada presidenta electa de la Sociedad Internacional de Historia, Filosofía y Estudios Sociales de la Biología (SIHFES), por votación universal de los miembros de la misma, convirtiéndose en el primer socio no estadounidense que asume ese cargo.
La UNAM debe retomar el liderazgo en materia de política académica y también en la presentación de propuestas sobre los esquemas de evaluación, indicadores y políticas de calidad que el país debe seguir.
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