Llegó la crisis para quedarse. Desde 1982 no ocurre otra cosa que crisis financiera, ya sea por malos manejos locales, ya sea por malos manejos globales. La crisis llegó, junto con terremotos, contingencias ambientales, explosiones, influenza e incendios. ¿Qué hemos aprendido en más de 30 años de experiencia? No gran cosa: subir y crear impuestos, limitar la inversión en educación. Como esto va ocurrir con la insistencia de la puesta del sol, o la llegada del invierno; las universidades tratan de evitar lo inevitable. A pesar de lo evidente, se tapará el sol con un dedo:
En América Latina, como en el resto del mundo, la educación debe ser considerada no sólo un sector prioritario, sino estratégico. Por ello, los estados deberían asumir que en un planeta globalizado, el conocimiento y la información definirán la competitividad de una nación, “por tanto, debe haber claridad sobre en qué áreas se pueden reducir recursos”, afirmó Carlos Tünnermann Bernheim, miembro del comité científico de la Organización de Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Destacó que “donde menos conviene apretarse el cinturón es en el área de la educación”, afirmó que se ha comprobado que al incrementar un año la escolaridad promedio de la población de un país, “también sube uno por ciento su PIB”.
Reunidos en el noveno Congreso internacional retos y expectativas de la universidad, afirmaron que desde el gobierno federal “debe haber un compromiso claro con el financiamiento a la educación superior”, pues destacaron que en promedio 85 por ciento de los fondos públicos se destinan al pago de salarios de docentes, investigadores y personal administrativo. Especialistas en el tema de la educación advirtieron que el exhorto de la SEP y de Hacienda para que las universidades públicas “recorten su presupuesto de forma voluntaria” pretende de manera “implícita” la contención de sueldos y plazas y la reducción de sus quehaceres, acciones que conducen hacia “crisis institucionales”.
Tampoco a la ciencia tiene un futuro prometedor en el territorio sálvesequienpueda; mientras las grandes empresas y algunos países desarrollados en tecnología y ciencia se benefician de los avances en los ramos... aquí tratamos de que algún gobierno (desde 1917 al menos) pueda crear la bases para una política nacional:
Integrantes de la comunidad científica del país exigieron la renuncia del director del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Juan Carlos Romero Hicks, por su incapacidad y deficiente gestión al frente del organismo, además de que no cuenta con el perfil para el cargo. Consideraron que la ciencia en México es un desastre, por lo que apremiaron una restructuración con una visión de Estado que apoye e impulse el ramo. Científicos de diversas instituciones públicas de investigación coincidieron en que la administración federal no cuenta con una verdadera política científica, al grado de que el propio titular del Ejecutivo federal la confunde con bienestar social. Agregaron que el presupuesto para el sector es raquítico y criticaron que se pretenda recortar aún más, debido a la crisis económica, y advirtieron que con los gobiernos panistas y los últimos priístas se ha tenido un retroceso.
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