En México no apreciamos todo el potencial humano todavía. Existe una marcada exclusión que realizamos de forma sutil. Esta práctica cultural se hace invisible si lo hacemos de manera aparentemente amable. Pero, el efecto es claro, no damos las mismas oportunidades para todos:
Como Amelia, la mayoría de los niños con deficiencias auditivas o del habla no tienen ninguna discapacidad intelectual o cognitiva, pero son pocos los que acceden al sistema educativo. Profesores e investigadores, aseguraron que uno de los mayores retos que enfrentan quienes tienen alguna limitación auditiva o del habla es no tener las herramientas necesarias para evitar quedarse aislados y en silencio. En México, 5.7 millones de personas viven con una discapacidad. De ellos, un millón 171 mil no pueden escuchar o comunicarse. Con un promedio de escolaridad de apenas 4.8 grados, los menores discapacitados son quienes enfrentan las peores condiciones educativas, afirmó Avelino Martínez, profesor de la Unidad de Servicios de Apoyo a la Educación Regular (USAER), con 28 años de experiencia en educación especial. En el caso de los niños sordomudos, agregó, si no tienen a su lado un profesor especializado y las herramientas pedagógicas necesarias para desarrollar su oralidad o la lengua de señas mexicana (LSM), difícilmente pueden avanzar en su formación.
Hay 5 millones y medio de personas con discapacidad.... de ellas, solamente el 3.6% culmina estudios de educación superior.
En el país hay más de 5 millones y medio de personas con discapacidad, de las cuales 1 millón 167 mil están trabajando, pero no siempre obtienen remuneración y por lo general su sueldo no cubre sus necesidades. La Encuesta Nacional sobre Discriminación en México 2010 revela que más de la mitad de los discapacitados no reciben un sueldo suficiente; la mayor parte de sus ingresos provienen de fuentes ajenas a su empleo y sólo 43.9% de los varones obtiene la mayoría de sus ganancias del empleo. Ese indicador se reduce a 18% en las mujeres. Gerardo Rodríguez, profesionista que quedó parapléjico en un accidente hace dos años, dice que a partir de ese momento sus gastos se elevaron más de 50%. “En lo que principalmente he tenido que gastar es en reacondicionar mi casa y cosas muy básicas como la parte médica como con operaciones, equipo para rehabilitarme, medicamentos, artículos de higiene, etc”. Para estas personas recibir educación formal y obtener trabajo como profesionista es una ilusión que normalmente no se hace realidad. Los datos más recientes publicados por el INEGI señalan que sólo 3.6% termina los estudios superiores. Su imposibilidad de participar en la economía y aportar su fuerza de trabajo, se debe a varias causas: enfermedades no atendidas, opciones de educación, exclusión en las empresas, inaccesibilidad de los medios de transporte y falta de infraestructura urbana. Algunas formas en que se discrimina a las estas personas se dan a través de maneras más sutiles como la segregación y aislamiento que resultan de la imposición de barreras físicas y sociales. “Lo desafortunado es que en la mayoría de los casos no te dan la oportunidad de demostrar que tú puedes realizar tus actividades de una manera normal, como cualquier otro. Hay una discriminación sutil”, explicó Rodríguez.
Al igual que los jóvenes, mujeres y grupos minoritarios, ignoramos el potencial humano de 5 millones y medio de mexicanos... ¿Es el tipo de país que deseamos vivir?
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