A veces los problemas de conducta y de rendimiento escolar se resuelven con un par de anteojos:
Hasta hace poco eran “los burros” del salón, se ubicaban hasta atrás del grupo y constantemente escribían mal, platicaban o cuchicheaban en clase, pero también les “lloraban los ojos” y decían que les “dolía la cabeza”. Ahora sus resultados y comportamiento han mejorado con sólo uno anteojos. Se trata de casi de 379 mil 200 alumnos de primaria y secundaria a los que se les detectó problemas de miopía, astigmatismo e hipermetropía, entre otras enfermedades visuales.
En este momento la Secretaría de Educación Pública (SEP) no cuenta con cifras actualizadas sobre el número de niños inscritos en el sistema educativo que requieran lentes para poder desempeñarse mejor. La última referencia sobre las condiciones de visualidad de los niños se realizó en el año de 1997 que reveló que 12.7% de la población de escuelas públicas en primaria y secundaria “padecían problemas de agudeza visual”. De continuar con esa tendencia en la educación básica significa que en este momento más de tres millones de niños estarían afectados con algún problema visual, y sólo uno de cada diez niños ha sido detectado y atendido.
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