Con el incremento en las acciones del tráfico de drogas cambian los patrones de los estudiantes de educación superior:
Como estudiantes, padrinos de generación y benefactores de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) aparecen desde hace más de dos décadas los apellidos Caro, Quintero, Arellano, Payán, Félix, Gallardo, Zambada, Lizárraga, Esparragoza, Beltrán, Leyva o Guzmán. En los salones de la universidad, algunos líderes de los cárteles mexicanos en la década de los 80 estudiaron las licenciaturas en Finanzas, Contaduría, Derecho y Administración, entre otras. Desde hace una década, una nueva y nutrida generación de narcotraficantes o narcojuniors, como los denomina la Procuraduría General de la República en informes, incrementaron su asistencia en las aulas universitarias del país para obtener especialidades en Química, Administración, Informática, Lenguas, Ciencias de la Salud y Finanzas.
La cárcel permite a algunos conseguir sus títulos universitarios:
Por años esperó este momento y cuando llegó no pudo contener los nervios. Juan Gustavo se encontraba de nuevo ante los jueces, pero esta vez no era por la sentencia que cumple en el Reclusorio Oriente desde hace tres años. Fue su examen profesional para titularse como cirujano dentista por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Después de que el sinodal de la Facultad de Odontología dijo: “Está aprobado”, su esposa, Judith, quien durante años visitó bibliotecas para conseguir la información que Juan necesitaba para la tesis, no pudo contener las lágrimas. “Sacar el título no fue fácil, fue mucha dedicación y ayuda de mi familia. Es otro compromiso, tengo que actualizarme. También está la carestía que uno sufre aquí, no contar con el material, los libros, me tenía que esperar hasta la visita para que me trajeran todo”.
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