Vaya! parece que hace 40 años los derechos humanos podían volar por los cielos con cualquier bazuka y un ejército que se creyera que los jóvenes estudiantes eran agentes de la KGB (peligrosos agentes de la entonces superpotencia URSS, búsquese en wikipedia) capaces de destruir ese país de libertades y esperanza llamado México. Bueno, seguimos siendo un país con gran número de pobres y con pocas oportunidades para los jóvenes:
A “la 1:05 horas con una basuca (sic), fue volada la puerta de la Preparatoria 3, conminando el Ejército a los estudiantes que se encuentran en el interior, para que salgan”, reportó la madrugada del 30 de julio un agente de la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (DGIPS) de la Secretaría de Gobernación. Tras el bazukazo, “la huida de los estudiantes fue cortada por los granaderos y hubo decenas de detenidos”, informó el diario Excélsior. Mientras que El Universal, con mayor precisión, publicó que “la enfermería del plantel estaba tinta en sangre. Paredes, pisos, techo, mobiliario, puertas y ventanas, fueron mudos testigos de los sangrientos hechos que culminaron con la participación del instituto armado”. Esta versión se completa con el testimonio de un estudiante de aquella preparatoria en ese tiempo, quien presenció los hechos y señaló, en días recientes a La Jornada, que “la noche del 29, ante el temor de que los granaderos o militares intentaran abrir la puerta por la fuerza, se colocaron algunos muebles contra el portón de San Ildefonso, y los jóvenes también se agolparon, como si fueran barricada, pensando que los soldados empujarían”.
Desde su trinchera, el Taller de la Plástica Popular cerró filas y se sumó al movimiento estudiantil del 68: con la tinta como instrumento y sus consignas como defensa contra la “represión”, generaron una serie de imágenes que se volvieron íconos del movimiento, algunas de las cuales forman parte del imaginario colectivo en nuestros días. Así, los artistas del taller fueron el ejemplo para los jóvenes creadores que se encargaron de la producción plástica de este movimiento, el cual fue capaz de ser el parteaguas hacia el cambio social y democrático en México. Nombres como los de Adolfo Mexiac, Elizabeth Catlett, José Chávez Morado, Raúl Anguiano, Pablo O’Higgins, Afredo Zalce, entre otros 20 artistas, formaron parte del taller en distintos momentos, el cual, como institución, tuvo un papel muy activo durante el movimiento, si bien desde años previos se habían caracterizado por su discurso en torno a la realidad política, social y cultural del país.
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