Más crónicas del movimiento de 1968:
La primera etapa de lo que hoy conocemos como el movimiento estudiantil de 1968 comprende la última semana de julio y se caracteriza gráficamente por dos elementos: el exceso de la represión –materializado en el abuso policiaco– y la presencia del Ejército en el primer cuadro capitalino, así como el activo protagonismo de los adolescentes, estudiantes de preparatorias y vocacionales, que se enfrentaron a los agentes del orden, arrinconados en sus planteles ubicados –con algunas excepciones– en el llamado barrio universitario del centro de la ciudad de México. En términos generales, la prensa se alineó rápidamente con el discurso oficial y reprodujo boletines y declaraciones de las autoridades, predominando, en esta primera etapa, las figuras de dos militares: el jefe del Departamento del Distrito Federal, Alfonso Corona del Rosal, y el jefe de la policía capitalina, Luis Cueto.
Hoy hace 40 años un enfrentamiento entre grupos de estudiantes de bachillerato, infiltrados por pandilleros y provocadores con nexos políticos, seguido de una violenta represión policial, fue el detonante del mayor movimiento estudiantil en la historia de México. Los sucesos de los días 22 y 23 de julio de 1968 convirtieron las consecuencias de un pleito callejero entre estudiantes en demandas democráticas, entre ellas diálogo público, libertad para los presos políticos, desaparición del cuerpo de granaderos, destitución de jefes policiacos, derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal, relacionados con el delito de disolución social, e indemnización a familiares de muertos y heridos.
¿Ha cambiado algo en estos 40 años? No lo parece; el gobierno federal "acuartela a niños y niñas" ganadores de las Olimpidas del Conocimiento.
Lejos de los planes de la Secretaría de Educación Pública (SEP), que pretendía mantener una semana a los mil 300 ganadores de la Olimpiada del Conocimiento y a sus 380 profesores en el área del Segundo Batallón de Infantería Independiente, los maestros protestaron y lograron el cambio de última hora. De acuerdo con testimonios recabados durante la ceremonia en que el presidente Felipe Calderón entregó reconocimientos a los alumnos, sus profesores se quejaron el mismo domingo ante el director general de Operación de Servicios Educativos en el Distrito Federal, Antonio Ávila, porque había apenas 10 baños –algunos inservibles– para cada cien niños, que los dormitorios y regaderas eran comunes, las literas pequeñas y sin escaleras, y que a los estudiantes se les había prohibido diversas actividades.
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